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ENTRE las actividades con las cuales la Universidad Nacional de México
celebró  en  1925  los  15  años  de  su  fundación  por  don  Justo  Sierra,
destacó  un  curso  dictado  entre  agosto  y  septiembre  por  Pierre  Janet,
célebre  profesor  del  Colegio  de  Francia  y  de  la  Universidad  Sorbona,
quien lo tituló "Psicología de los sentimientos". La versión española de
las conferencias estuvo a cargo del doctor Enrique O. Aragón, profesor

Psicología De Los Sentimientos
Pierre Janet
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
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de psicología en la Facultad de Filosofía y Letras, y fue publicada al año
siguiente  por  la  Sociedad  de  Edición  y  Librería  Franco-Americana (antigua Casa Bouret y Libro Francés Unidos).
Aunque se encontraba citado en el catálogo de las obras de Janet, y él mismo lo menciona en su monumental De la angustia al éxtasis, el texto de  aquella  conferencia  no  pudo  ser  consultado  durante  mucho  tiempo por  los  compiladores  y  estudiosos  de  su  obra,  tal  vez  por  la  escasa difusión  o  por  el  magro  tiraje  que  de  él  se  hizo.  Sea  como  fuere,  fue hasta 1980 que el doctor Héctor Pérez Rincón descubrió en la biblioteca de los herederos del doctor Aragón un ejemplar que presentó en edición limitada,  con  una  introducción  en  la  que  resumió  la  biografía,  las principales líneas de una obra especialmente rica y original y describió la estancia  de  Janet  en  México.  Enriqueció  el  texto  original  con  una bibliografía pertinente y notas de pie de página. Esta edición mereció un prólogo del profesor Pierre Pichot.
El  interés  de  esta  obra  que  ahora  presenta  FONDO  2000  se  debe,
fundamentalmente, a que contiene la primera formulación de las ideas
que Janet desarrollará más tarde en
De la angustia al éxtasis, cuyos dos
volúmenes  publicó  en  1991  la  Colección  de  Psicología,  Psiquiatría  y
Psicoanálisis del Fondo de Cultura Económica. Con esta edición se inició
la revaloración de un autor que durante mucho tiempo fue, reconocido
solamente  por  los  eruditos.  En  estas  páginas  el  lector  reconocerá  la
influencia  positiva  que  la  visita  de  Janet  tuvo  para  la  psiquiatría
mexicana,  como  el  propio  Pérez  Rincón  relata  en  el  capítulo  sobre
México de la segunda edición de
Historia de la psiquiatría, de Postel y
Quétel FCE, 1997.
Pierre  Janet (1859-1947)  fue  alumno  de  Charcot  quien  le  sugirió
estudiar  medicina  para  ampliar  su  formación  filosófica  inicial  y  poder construir una psicología de utilidad médica. Si no tuvo una "escuela" en el mismo sentido que Freud, su coetáneo y enemigo personal, Janet sí ejerció una influencia en destacadas personalidades de la psicología y la psiquiatría, como Jean Piaget y Jean Delay.
 
 
 
 
 
 
2

 

 
 
El concepto de la psicología
 
LA PSICOLOGÍA COMO CIENCIA DE LA CONDUCTA
 
 
 
Desde hace mucho tiempo se ha considerado a la psicología como la ciencia que estudia los fenómenos que acontecen en el  interior  del  individuo,  es  decir,  en  la  intimidad  de  la conciencia. Este criterio cierto, sin embargo no basta, y en la actualidad es sustituido por otro. El individuo está sujeto a la influencia  del  medio  al  que  tiene  que  adaptarse.  Así,  por ejemplo,  el  aumento  de  la  temperatura  en  un  clima  cálido acelera los fenómenos fisiológicos tales como la circulación y la respiración. El corazón late mayor número de veces y los cambios respiratorios se intensifican. El hombre, en vista de ello, ajusta su modo de ser según las circunstancias y procura suavizar   la   acción   externa:   construye   sus   habitaciones apropiadas  para  el  caso,  dispone  sus  vestidos  y  norma  su alimentación. Todo esto origina una conducta que es el punto de partida de una serie de conductas derivadas. Los seres al obrar no solamente lo hacen con una finalidad externa, sino también interna, y en esto hay que diferenciar lo fisiológico de lo psicológico; lo corporal de lo mental.
La psicología es la ciencia de la conducta humana, o sea de
las  acciones.  Ya  Bergson  ha  señalado  el  asunto  cuando  ha
llamado la atención en la transformación de las percepciones
en  acciones.  Esto  no  solamente  interesa  al  psicólogo,  sino
también al médico que, como veremos muy pronto, tiene que
apreciar  los  diferentes  grados  que  presenta  la  conducta
humana. En efecto, la conducta tiene diferentes grados como
la creencia.
 
 
 
 
 
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LA    PSICOLOGÍA    Y    SUS    RELACIONES    CON    EL
PRAGMATISMO
Toda creencia es una promesa de acción, como lo indican los estudios  pragmáticos  que  han  hecho  una  revolución  en  la esfera de la inteligencia. James, en América, es el filósofo de la  acción;  pero  por  desgracia  abandona  el  pragmatismo cuando  funda,  como  Lange,  la  teoría  de  las  emociones  en condiciones fisiológicas.
En buena hora que en Francia el profesor Dumas nos hable de las modificaciones de la circulación y de la respiración en la tristeza;  y  que  también  el  doctor  Gley  se,  refiera  a  las secreciones  internas  del  hígado  y  de  las  otras  glándulas  en sus  estudios  de  endocrinología;  pero  es  de  desear  que  los fisiólogos queden en su terreno sin extralimitarse y que nos dejen a los psicólogos en el nuestro. 1
 
NEGACIÓN DE LA TESIS PARALELISTA
El  paralelismo  de  los  sentimientos  y  de  las  alteraciones
viscerales ya no se acepta hoy. Aun cuando la psicología con
el  nuevo  criterio  a  que  nos  referimos  ha  obtenido  una
conquista,  es  ciencia  que  comienza  en  el  nuevo  derrotero,
desprendida ya de las preocupaciones y de las ligas con otros
conocimientos  que  como  trabas  le  impedían  formarse  a  sí
misma.
 
HISTORIA DE MAGDALENA
Como primera prueba del naciente derrotero de la psicología en  el  sentido  anteriormente  señalado,  cabe  considerar  la historia de una persona cuyo padecimiento  (se trata de una enferma), viene a aclarar muchas dudas. Corresponde a una de  las 5000  mujeres  con  trastornos  nerviosos  y  mentales
asiladas en la Salpêtrière. La llamaremos Magdalena. Fue una
antigua bailarina de la ópera que a toda costa quería ocultar
su  oficio.  Con  este  motivo  andaba  mal,  o  mejor  dicho  la
 
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marcha se presentaba irregular y vacilante, como oscilan en
lo  alto  los  gallos  de  las  veletas  en  las  torres  o  en  los campanarios de las iglesias. El mal comenzó en una noche de Noel  y  fue  acentuándose  más  y  más;  se  diagnosticó  una siringomielia.
El caso es por demás interesante y hay que remontarse a sus
orígenes.  Magdalena pertenece  a  una  familia  rica  y  rodeada
de   todo   género   de   comodidades.   La   tímida   Magdalena
comenzó  a  los  12  años  de  edad  a  tener  escrúpulos  y  a
espantarse  del  lujo  que  tenía  en  su  derredor  y  que,  según
ella, no se lo merecía. Le asustaba el "confort"; quería ser la
más pobre entre las pobres y de ahí la fuga, que primero se
presentó en su espíritu como proyecto y que después realizó
huyendo  de  la  familia.  Desapareció  y  la  policía  se  puso  en
acción para encontrarla. Llevó una vida accidentada y estuvo
en  San  Lázaro  entre  las mujeres perdidas.  A los  40 años la
policía   misma   la   llevó   a   la   Salpêtrière   donde   se   tuvo
conocimiento  de  ella,  pensando  al  curarla  devolverla  a  su
familia.   A   la   mujer   considerada   se   le   dieron   múltiples
diagnósticos,   pero   en   la   evolución   de   su   mal   pueden
considerarse cuatro fases:
a) La sucesión de estados morbosos
1. Estado de tentación;  2. estado de sequedad;  3. estado de tortura, y 4. estado de consuelo.
Pasemos revista a cada uno de dichos estados.
En el primer estado, de tentación, hay una gran cantidad de
escrúpulos,   de   dudas,   de   obsesiones   y   de   problemas
interminables.  En  esta  vida  de  caleidoscopio  hay  una  idea
religiosa  dominante.  Piensa  emprender  un  viaje  a  Roma,
porque  la  virgen  ha  subido  al  cielo  y  esta  noticia  quiere
revelarla  al  papa.  Los  ángeles  la  ayudan  para  cumplir  su
misión,  que  no tiene  otro  objeto  sino defender  los  intereses
de la Iglesia. Pero para hacerlo necesita emprender el éxodo y
llegar sobre las puntas de los pies. Estos, se afirma que suben
10 centímetros del suelo (?) pero ¡no importa!... hay que ir a
Roma.
 
 
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En el segundo estado, o sea de sequedad, hay la ausencia de
sentimientos    traducida    en    un    negativismo    marcado. Constantemente  está  diciendo:  "no  sé  rezar";  "Dios  no  me escucha"; "Dios no me ama", etc. Este aspecto cede el lugar al  tercero,  o  de  tortura,  en  donde  afirma  que  está  en  el infierno  sufriendo  innumerables  tormentos físicos  y  morales. "He pasado  —dice— toda una noche suspendida de las vigas de mi pieza. Profetizo todos los males. El comercio de París es de carne humana y parece como si por él hubieran pasado los cuatro jinetes del Apocalipsis."
En  tal  convicción  de  suplicios,  Magdalena  es  mentirosa  por
definición. Piensa entonces en el odio de Dios y su delirio se
transforma   en   delirio   de   persecución,   que   presenta   los
mismos caracteres que aparecen en los fenómenos sociales, o
sea con sus dos aspectos, a saber: el odio de uno para con los
demás y el odio de los demás para con uno. Es decir, el odio
es recíproco: del sujeto que lo experimenta para con todos a
quienes se tiene y de estos últimos para con el primero.
A  la  tercera  etapa  señalada  o  de  agitación  sucede  el  último periodo de consuelo, cuando el sentimiento religioso la salva y así  como  hubo  la  profunda  tristeza  durante  su  enfermedad, tristeza  mezclada  con  múltiples  inquietudes,  ahora  lleva  la alegría junto con la salud. Son dos curvas que se suceden la, una a la otra.
 
b) Los sentimientos referentes
a cada periodo patológico
Reflexionando acerca de los cuatro estados o periodos en la vida    de    Magdalena,    resulta    que    hay    un    problema correspondiente a cada ciclo y, por lo tanto, en total, cuatro problemas,  a  cada  uno  de  los  cuales  se  refieren  cuatro sentimientos fundamentales, respectivamente:
1.Inquietud,
2.indiferencia,
 
 
 
6

 

 
3.tristeza, y
4.alegría.
 
LAS LIGAS SOCIALES
Cada  uno  de  estos  sentimientos  se  realiza  dentro  de  la
sociedad  misma   que  obra  sobre  nosotros  y  nos  ofrece
diferentes  matices  de
 interés:  simpatía,  antipatía,  odio  y
amor;  cada  uno  de  cuyos  estados,  a  su  vez,  es  capaz  de
originar   enfermedades   mentales,   nada   más   que   en   su
provocación es muy común que no exista simplicidad sino, por
el contrario, combinaciones y complejidad grandes, en las que
el psicólogo y el psiquiatra tienen que hacer el análisis, como
lo  iremos  efectuando  en  cada  uno  de  los  asuntos  que
vayamos tocando en el desarrollo de nuestro estudio.
Hay  la  inquietud  de  la  alegría  aislada,  así  como  hay  la
inquietud  que  se  transforma  en  odio  cuando  se  1e  mezclan
ciertas ideas y se acompaña de angustia. Un hombre en quien
no se puede pensar sin que venga a la vez la intranquilidad,
se le odia; así como a una mujer en quien no se medita sin
que aparezca el arrobamiento, se le ama, pero siempre, en el
último  caso,  con  el  interés  de  su  afecto  y  con  la  duda  e
inquietud de su correspondencia.
La  simpatía  y  la  antipatía  no  se  pueden  concebir  sino socialmente y, a su vez, son la fuente o el punto de partida de incontables   estados   de   conciencia.   Sin   embargo,   estos ímpetus de aproximación o de alejamiento que ellas forman, desaparecen   en   el   estado   psíquico   especial   que   hemos llamado  de  "sequedad", *  rigen  de  trastornos  patológicos
serios a los que vamos a pasar revista.
 
 
 
NOTAS:
*  término no corrió con fortuna y no permanece en el léxico
clínico.   Hace   alusión   a   un   estado   de   retraimiento   o
 
 
7

 
aplanamiento     emocional,     de     autismo,     que     podría
corresponder a la "atimhormia" de Dide y Guiraud. Janet, al adoptar  el  término  de  "sequedad",  se  inscribe  dentro  de  la tradición de Galeno para quien "lo seco es más abundante en la bilis negra (melancolos).
1   En  1925  la  psicofisiología  permanecía  en  el  terreno  de  la
entelequia  de  la  misma  manera  que  la  pretensión  freudiana de  una  "psicología  científica".  Además,  se  encontraba  en  su apogeo  la  influencia  de  Bergson  y  su  posición  contra  la "metafísica fisiológica".
La pérdida de la función de lo real
 
EL DIAGNÓSTICO MENTAL
 
 
Para el diagnóstico de las enfermedades mentales, afirmaba
Falret que la primera vez que se veía a un enfermo bastaba
una  sola  palabra, un solo gesto,  un solo tic,  en fin,  un solo
fenómeno apreciado sagazmente, para poder calificarlo, y así
una  queja  era  suficiente,  por  ejemplo,  para  afirmar  que  se
trataba de un melancólico; un ímpetu violento lo era a su vez
para  decir  que  lo  que  se  tenía  enfrente  era  un  maniaco
impulsivo   y   así   sucesivamente.   Charcot,   por   su   parte,
pensaba de igual modo y pretendía que, a la entrada de su
gabinete,  con  sólo  apreciar  el  desfile  o  la  apariencia  de  los
sujetos,  en  la  incoordinación  motora  del  uno,  en  la  actitud
catatónica del otro, o en la crisis convulsiva del de más allá,
era suficiente para dar el nombre a cada caso en cuestión.
Ahora  bien, es indudable que existen  circunstancias en,  que
los síntomas son de tal modo aparentes, que de ellos podría
decirse que casi por sí solos hablan y marcan la naturaleza del
mal. También es cierto que después de una gran práctica, un
muy  somero  estudio,  reducido  al  mínimum  por  el  genio,  es
bastante para poder concluir en virtud de una intuición; pero
en la generalidad la exploración y la apreciación de los datos
recogidos tienen que ser más minuciosas; excepción hecha de
 
8

 

 
los casos muy raros y que se separan de los catalogados, en
donde entonces, por la naturaleza misma de ellos, se necesita de  toda  la  presencia  y  acopio  de  pruebas  científicas  para poder llegar al fin deseado. Pero salvo estas excepciones que se  refiere,  no  hay  que  degenerar  en  el  sentido  opuesto  a Falret  y  a  Charcot,  perdiéndose  en  un  dédalo  de  detalles  y engolfándose  meticulosamente  en  pormenores,  que  muchas veces no llegan al caso.
En nuestro pasado relato vimos a la inquietud destacarse bien en  varios  actos  sociales  y  ahora  podríamos  insistir  sobre  el mismo  tópico,  recordando  las  dificultades  de  Anfitrión  en  la comedia  de  Molière,  cuando  aquél  se  ve  sustituido  en  su hogar por otro que tiene su misma figura, y cuando acontece algo  análogo  con  Sosie,  su  criado,  que  se  ve  también reproducido. El  delirio de Sosie  se puede condensar en esta frase: "sois una copia de vosotros mismos". De aquí una serie de   situaciones   cómicas   a   base   de   agitación,   que   no desaparece sino hasta que se hace luz en el asunto.*
Análogos  estados  de  inquietud  se  hallan  en  las  narraciones interesantes   hechas   por   Esquirol   y   en   el   padecimiento designado   por   Krishaber   con   el   nombre   de   neuropatía cerebro-cardiaca.
El individuo normal siempre se da cuenta de lo que existe en su derredor y lo percibe, así como de sí mismo; pero cuando hay un desquiciamiento morboso en el sentido de referencia, entonces   aparece   el   sentimiento   de   vacío   que   como consecuencia provoca el delirio de negación en que la persona puede  decir:  "No  tengo  cabeza,  no  tengo  cara,  no  tengo intestinos,   etc." 2   Como   prueba   de   la   alteración   de   la
percepción  social  o  externa,  vamos  a  referir  la  historia  de Leticia.
 
HISTORIA DE LETICIA
Leticia  es  una  joven  de  25  años  que  se  parece  a  la  bella
durmiente  del  bosque.  En  su  cama  pasa  mucho  tiempo
dormida y cuando despierta dice a su médico: "¿Por qué me
 
9

 
habláis?  Vos  no  existís,  buenas  noches.  Hemos  terminado".
("Vous  n'existez  pas.  Bon  soir.  Non  plus.")  Leticia  ve  al facultativo como ve la mesa y los objetos de una pieza, pero nada existe para ella. Él y los objetos han perdido la realidad del  relieve,  son  planos,  como  si  se  les  viera  dibujados  en papel;  son  artificiales  e  imitaciones del  "Bon  Marché".**  Así también  ,son  las  flores  para  ella:  son  flores  de  papel.  La artificialidad, el alejamiento, la pequeñez, la irrealidad, en fin, constituyen el mundo extraño de Leticia. Cabe decir de paso que en la práctica, el mundo real es el ordinario, mientras que el teatro es el artificial. La curiosidad del asunto alcanza sumo grado  cuando al bailar  Leticia,  en  su baile la loca  misma se pregunta: "¿Bailo yo acaso?"
 
EL SENTIMIENTO DE VACÍO
La enseñanza  que nos viene de lo referido es que  según se presenta   la   percepción   social,   así   orientamos   nuestra conducta.  Ésta  nunca  es  la  misma,  sino  que  varía  según nuestras apreciaciones particulares. El valor que se da a las cosas  provoca  actividades  especiales  en  consonancia  con  el aquilatamiento que se ha hecho. Las pérdidas que va teniendo la  persona  pueden  ir  aumentando.  Así,  si  se  ha  perdido Ernestina hay que encontrar a Ernestina y hay que buscarla, en   el   supuesto   de   que   exista.   Puede   suceder   que   no solamente sea ella la que se perdió, sino que también se han perdido los amigos, la confianza de la gente, los sentimientos religiosos y hasta Dios mismo. Entonces el hombre está vacío y por el hecho de la supresión de su conducta social se puede considerar como un hombre muerto.
Un abogado portador del sentimiento de vacío, decía: "Yo no
puedo trabajar. ¿Existo o no existo? ¿Soy vivo o muerto? Sólo
he  encontrado  hombres y  perros  muertos.  Todo lo  que  está
vivo, está muerto". Como se notará aquí, hay el sentimiento
completo   de    irrealidad   aplicado   hasta    a    sí   mismo,
constituyéndose  la  ilusión  de  morir  y  todo  un  conjunto  de
fenómenos hipocondriacos. La negación es absoluta cuando el
 
 
10

 

 
mismo enfermo hace esta pregunta: "¿Para qué queréis que
me  ocupe  de  la  familia  si  he  llegado  a  ser  invisible?"  El paciente no cree en su familia porque la función de lo real se ha perdido.
Nosotros   percibimos   los   objetos   porque   los   vemos,   los tocamos,  etc.,  y  de  aquí  la  creencia  de  que  no  es  sino  el resultado de varias operaciones psicológicas.
El  sentimiento  de  vacío  está  en  oposición  con  el  último periodo  que  hemos  analizado  en  Magdalena  y  que  hemos llamado estado de consuelo. Durante él, Magdalena en éxtasis tiene  un  sentimiento intelectivo  en que,  como  su  nombre lo indica,  comprende  todo:  comprende  las  matemáticas,  la astronomía, etc. El momento es opuesto a aquel de sequedad en que expresa: "Soy una tonta y no entiendo nada". A este particular no hay que dejar pasar por alto que los verdaderos locos  son  los  que  dicen  "que  no  lo  son".  Los  que  no  lo  son completamente se quejan de ello. 3
a) Su subjetividad
En el sentimiento de vacío la parte subjetiva que acompaña a
las  sensaciones  es  más  importante  que  las  sensaciones
mismas, al grado de, en tremenda antinomia, negar éstas, y
así: un sujeto se quejaba a los  30 años de ser ciego  (¡gran
desgracia!) pero si se le ponían dos dedos de la mano delante
de sus ojos, los veía, y si se medía su agudeza visual, ésta
era  normal.  Lo  mismo  acontecía  con  su  supuesta  sordera:
todo lo que oía era falso para él; manifestaba que el silencio
lo rodeaba por todas partes, pero contestaba a lo que se le
preguntaba.  Del  mismo  modo  decía:  "Soy  insensible",  aun
cuando a la exploración pudiera demostrarse el dolor, pero es
que éste es uno y la supresión mental del sufrimiento es otra
cosa.
El sentimiento de vacío altera fundamentalmente la memoria y para corroborar este acerto vamos a pasar revista a cuatro ejemplos demasiado significativos.
 
 
 
 
11

 
b) Ejemplos
Primer  ejemplo.  Una  mujer,  de  fondo  nervioso  exagerado
efectúa un casamiento, aun cuando tardío. Ella confiesa que
tal matrimonio la ha transformado y modificado su carácter. A
los tres, años se le desarrolla a su esposo un tumor cerebral,
por  el  cual  es  trepanando  y  después  muere.  La  viuda  se
queja, pero lo hace por la salud que ella conserva: "Yo sería
feliz  —dice— si pudiera estar mala o enfermarme. Muerto mi
marido yo soy la criminal por no haberlo sentido ni a la fecha
sentirlo.  En  efecto,  mi  recuerdo  es  sin  emociones  y  sin
tristeza". En los sujetos de memoria normal siempre hay un
fondo de afectividad, que en el caso relatado se ha perdido:
hay el vacío completo.
Segundo  ejemplo.  Se  trata  de  una  mujer  casada  y  agotada por una astenia psicológica intensa. Ella niega todo. Dice: "Yo no soy la esposa de mi marido. Yo no tengo niños". (Para ella sus hijos son como si no existieran.) "Yo no poseo nada, es decir, no soy propietaria. Nada me pertenece. Por lo mismo, nada     me     importa."     En     este     segundo     ejemplo, fundamentalmente lo que se destaca es la pérdida del interés; ella aparece como viviendo en medio de un desierto.
Tercer ejemplo. Un capitán ha sido herido en la cabeza en la región  occipital  y  como  consecuencia  de  la  lesión  le  ha sobrevenido una hemianopsia. A esta persona se le aplicó el trépano;  pero  a  pesar  de  la  intervención  ha  perdido  la localización psicológica. Hay "déficit" de las percepciones, de las imágenes y de los recuerdos. "Todo lo que me rodea es negro —dice—.   Vivo   en   la   negrura   o   en   la   oscuridad
completa."  Pero  no  sólo  es  eso,  sino  que  también  se  halla
alterada  notablemente  la  referencia  al  tiempo.  Su  vida  está
hueca tanto de espacio como del suceder de las cosas. Para él
no  hay  pasado,  presente  ni  futuro.  En  resumen:  es  un
individuo que mentalmente está fuera de las dos realidades,
que  no  puede  prescindir  de  una  existencia  normal,  con  su
respectivo   lugar   corporal   en   la   extensión,   y   que   vive
desarrollando  los acontecimientos  que forman  su historia  en
duraciones y sucesiones, ampliamente consideradas en lo que
 
12

 

 
podríamos llamar la psicología del tiempo.4
Cuarto  ejemplo.  Una  pobre  mujer  ha  enviudado,  y  en  su
nuevo  estado  ha  volcado  por  completo  el  concepto  de  los
momentos de su vida y de las épocas de los sucesos que le
atañen:  "Mi  marido  —asienta  rotundamente—  hace  40  años
que lo he perdido". En vista de tal afirmación, ella se conduce
socialmente  como  si  el  suceso  se  hubiera  realizado  en
pretérito   remoto.   El   finado   esposo,   de   hecho,   sólo   ha
desaparecido  desde  hace  seis  años,  pero  la  enferma  no  lo
recuerda.   Este   caso   patológico   tiene   sus   equivalentes
normales  en  todos  aquellos  individuos  que,  faltos  de  cariño
para  seres  amados,  se  conducen  al  mes  de  muertos  estos
últimos,  como  si  los  hechos  hubieran  pasado  ha  múltiples
años.
Volviendo  a  nuestra  paciente:  como  si  lo  narrado  no  fuera
bastante,  incurre  en  contradicciones  tremendas  como,  por
ejemplo,  cuando  hace  esta  aseveración:  "Tengo  hijos  de  28
años, pero yo no soy tan grande como ellos, pues sólo cuento
[con] 25". Únicamente la pérdida de la función de lo real y el
sentimiento  correspondiente  de  vacío  pueden  explicar  la
dislocación mencionada y la falta completa de concatenación y
coordinación adecuadas a los fenómenos que, en su desorden
provocado  por  la  alteración  morbosa,  llegan  a  constituir  un
"maremágnum"  o  una  madeja  toda  enredada  y  difícil  de
volver a arreglar.
 
NOTAS:
*  La  comedia  de  Molière  está  inspirada  en  otra  anterior  de
Plauto, la que a su vez tomó su origen en una antigua leyenda
hindú,  en  que  el  Dios  suplanta  el  lugar  del  esposo  con  su
mujer,  por  lo  que  este  último,  al  verse  ofendido  y  sin
embargo  reproducido  en  otro,  con  las  apariencias  de  él
mismo, acusa al impostor ante la corte de Benarés para que
ésta falle. El juez  ,vacilante pone como prueba el del mayor
vigor de cada uno de los contendientes, pues se sabía que el
marido  ofendido  disponía  de  la  mayor  fuerza  del  lugar.
 
 
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Aceptado  el  torneo,  cumplió  éste  con  tantas  pruebas  como
fueran  los  trabajos  de  Hércules,  mientras  que  el  culpable pretendió  ganar  el  pleito  sobrepujando  a  su  contrincante  en tantas  veces  como  hijas  tenía  Danaos.  Esto  que  podría suponerse  en  su  favor,  lo  condenó;  pues  sólo  era  capaz  de ello la acción de un Dios y no de un hombre que recuperó a su  esposa.  En  la  obra  de  Moliére,  Júpiter  toma  la  forma  de Anfitrión (nota del doctor Aragón).
La despersonalización intra o alopsíquica, el sentimiento de
irrealidad (derrealización), expresión de algunos trastornos de la somatognosia, que puede integrar el síndrome de Cottard como en este ejemplo.
**Célebre almacén que aún existe.
3
La  "conciencia  de  enfermedad"  suele  estar  ausente  en
muchos  psicóticos  pero  no  de  una  manera  absoluta.  La contraparte en el caso de los neuróticos es también valida.
4
Consultar:  Minkowski  y  su  obra  El  tiempo  vivido,  FCE,
México, 1973, fundamental sobre el tema de la psicología del tiempo,  así  como  el  articulo  de  Mandel  Sachs:  "El  concepto del tiempo en física y en cosmología?, La Recherche, núm. 86, 1978  (pp.  104-111),  publicado  en  castellano  en  la  revista Ciencia y DesarroIlo (Conacyt).
El  capitán  del  ejemplo  de  Janet  fue,  a  pesar  de  todo,  mas afortunado  que  Zasetski,  el  soldado  soviético  herido  en  la cabeza en la segunda Guerra Mundial y de quien A. R. Luna dejó el impresionante testimonio en El hombre con su mundo destrozado, Granica Ed., Buenos Aires, 1973.
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
14

 
 
pueden explicar por perturbaciones imaginarias. La literatura
es abundante. Entre los escritos dignos de mención acerca del
mismo asunto, citaremos los de Denys y Camus.6
La acción primaria y la acción secundaria
Por  su,  parte,  James  insiste  en  que  nosotros  sentimos  las
alteraciones  viscerales  del  corazón,  los  pulmones,  etc.,  a

LAS   PERTURBACIONES   DE   LA   SENSIBILIDAD   Y   EL
SENTIMIENTO VACÍO
 
 
En los casos anteriores en que hemos estudiado la pérdida de la función de lo real, hemos visto, unas veces, la duplicación de la personalidad, como en Anfitrión y Sosie, en la obra de Molière. 5  Otras  veces  hemos  anotado  la  negación  de  las
cosas o la negación del individuo mismo en el espacio y en el
tiempo  cuando  describimos  el  sentimiento  de  vacío.  Todo  lo
anterior se ha hecho no a título de simple curiosidad, sino con
objeto,   por   una   parte,   de   conocer   el   mecanismo   de
producción del fenómeno y, por la otra, para curar el estado
morboso.
Normalmente,  y  en  virtud  del  principio  de  ubicuidad,  si  se platica ante un auditorio es inútil que se busque al sujeto de la plática en otra parte, porque no se le hallará. Solamente el espíritu  podrá  alejarse,  refiriéndose  a  imágenes  o  recuerdos distantes; pero éstos teniéndolos como imágenes y recuerdos.
El   sentimiento   de   ubicuidad     ("bilocation"),   falseado   y
dependiente    de    ilusiones    y    de    alucinaciones,    puede
consultarse en el libro La Inteligencia, de Taine (fábula de "La
oruga  y  la  mariposa"),  en  que,  en  su  metamorfosis,  la
segunda  argumenta  que  es  otra,  porque  no  es  al  mismo
tiempo  como  era  antes.  En  la  filosofía  de  Ribot  pueden
encontrarse  citas  análogas  en  el  estudio  que  hace  de  las
enfermedades y duplicación de la personalidad, con pérdidas
más  o  menos  aparentes  de  las  distintas  sensaciones.  El
profesor Pick, neurólogo distinguido, ha hecho la exploración,
con  aparatos  especiales,  de  los  oídos  y  de  los  ojos,  en
individuos,  por  ejemplo,  que  afirman  no  oír  o  estar  en  la
oscuridad y, sin embargo, sus alteraciones sensoriales sólo se
 
15

medida que se presentan. En la práctica, no es fácil apreciar
esa impresionabilidad visceral, así como la del estómago y del intestino.
El orden que se ha señalado para la pérdida de las diversas formas de sensibilidad, es:
1. Pérdida de la sensibilidad general y especial.
2.  Pérdida  de  las  sensibilidades  accesorias  o  kinestésicas (sensaciones de movimiento que acompañan frecuentemente a las percepciones).
3. Pérdida de las sensaciones viscerales.
En la pérdida de la función de lo real, y cuando se trata del sentimiento  de  vacío,  sin  embargo,  el  asunto  no  puede  ser explicado  por  trastornos  viscerales,  para  lo  cual  vamos  a referirnos a dos hechos:
I.  Un  sujeto  dice:  "Estoy  muerto,  soy  un  cadáver  y  me
encuentro   en   el   fondo   negro   de   una   tumba.   Hay   el
aniquilamiento   de   todo   mi   ser".   Pero   al   hacer   esta
descripción,  se  detiene  y  agrega:  "Excusadme,  tengo  que
irme al momento para cubrir una necesidad urgente; voy a un
lugar  reservado,  porque  he  tomado  un  purgante".
 "Je  veux
aller au cabinet." Como se notará, esta persona no ha perdido
la sensibilidad visceral y, sin embargo, tiene el sentimiento de
vacío, cuya explicación no puede ser más que una alteración
imaginativa.
II. Las sensaciones kinestésicas y las viscerales se perturban
profundamente  en  padecimientos  como  la  tabes  o  ataxia
locomotriz,  en  que  hay  crisis  gástricas  tremendas,  y  en  las
neuritis, en que es muy común que haya zonas de analgesia,
unas  veces,  otras  de  hiperestesia  y  otras  de  anestesia
visceral; y, no obstante todo ello, en los individuos portadores
 
16

 
 
de tales dolencias no hemos encontrado pérdida de la función
de lo real.

Con relación al asunto en cuestión, refirámonos a un ejemplo
curioso:  un  capitán  tenía  alojada  una  bala  en  la  cabeza,
donde la conservó como cuerpo extraño. Las alteraciones que
sobrevinieron  fueron  de  significación.  Decía:  "Sufro  mucho.
Estoy perdido en el desierto. No sé cómo andar en la calle, ni
en qué cuartel existe mi casa, ni cómo he tomado la escalera
para  llegar  aquí.  Ahora  sí  estoy  tranquilo,  porque  sé  dónde
me voy a dormir". Esta persona había perdido el sentido de la
orientación y de la dirección en el espacio, diferenciándose de
las personas sanas, que saben las relaciones que tienen con
los  objetos  y  las  cosas  que  las  rodean.  Todos  los  detalles
poseen valor y pueden, en ,ciertas circunstancias, llegar a ser
interesantes.
 
 
 
 
HISTORIA DE CLAUDINA
Para reforzar la tesis sustentada, describiremos, aunque sea rápidamente el caso de Claudina, que no tiene sentimiento de su personalidad. La joven desde su cama dice a su médico al pasar:  "Vuestro  sobretodo  pertenece  a  otro  mundo,  es  muy extravagante, es irreal. El polvo que cae sobre la ropa es de otro  mundo.  Yo  me  llamo  la  señorita  Trapo  (mademoiselle Chiffon) y no podré ponerme polvo porque soy de tela. Veo el polvo, pero la rosa es irreal".
Otro ejemplo digno de traer a cuenta es el de aquella persona que está sentada y tiene cerca de sí a una niña de tres años, que se entretiene jugando. La persona expresa que no es de este  mundo  y  pertenece  a  otro  planeta;  y  cuando  lo  dice, contradiciéndose a sí misma, salta sobre la niña, porque ésta, inconscientemente está a punto de tirarle la silla.
 
 
 
 
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INFLUENCIA DE LA MEMORIA Y DEL LENGUAJE PARA LA
EJECUCIÓN DE LAS ACCIONES
Hemos  manifestado anteriormente que toda creencia es una promesa de acción y, precisando más diremos ahora que toda idea lo es, así como todo recuerdo. Ya el primer momento de la   memoria   es   acto   cuando   hace   una   narración   de   lo acontecido, es decir, cuando relata  ("Faire le récit"). En unos de  los  enfermos  señalados,  las  acciones  han  desaparecido, están  suprimidas  totalmente;  en  otros,  aun  cuando  sea  en mínima parte, se han conservado.
Como corroboración de lo expresado llamaremos la atención sobre  que  cuando  afirmamos,  verbi  gratia,  "hemos  visto  la Catedral de México", en estos momentos en que sustentamos una conferencia en el paraninfo de la Universidad, es porque pensamos que estamos cerca de aquella iglesia, y que, siendo corta  la  distancia,  es  posible  ir  a  verla,  es  decir,  se  hace  la promesa de un paseo. *
Se  ha  dicho: ¿qué  promesa  hay  en  la  creencia  de  un
recuerdo?  La  contestación  será  que  la  persistencia  de  las
cosas  puede  servir  como  prueba:  así,  si  asentamos  haber
concurrido  a  un  baile,  podemos  demostrarlo  ejecutando  la
acción  correspondiente  de  volver  a  visitar  el  local  del  caso.
Pero  la  dificultad  sube  de  punto  cuando  se  refiere  uno  a
hechos pretéritos, que ha mucho tiempo acontecieron y ya no
existen las cosas ligadas a ellos. Entonces todo se desvanece.
¿Dónde está el pasado? ¿Dónde están los días de la juventud?
En uno de sus artículos, Wells asienta que la descripción del
pasado es como cuando vamos en ferrocarril: lo que pasó ha
desaparecido, pero es una tontería decir que no existe. Esto
se debe a que sólo sabemos marchar para adelante y no para
atrás.  Nos  parecemos  a  las  plantas,  que  nunca  retroceden.
Las  margaritas  crecen  y  después  mueren,  sencillamente
porque  no  han  podido  retroceder.  El  caso  es  diferente  de
cuando concluimos que no se puede ir al mar, porque no lo
 
 
18

 

 
tenemos a la vista.
Hay que modificar el lenguaje, porque otras veces, a pesar de
afirmaciones  contradictorias  que  se  hagan  diariamente,  la
acción  no  podrá  demostrarse.  Hace  poco  expresábamos  que
habíamos  estado en  un  baile,  pero  si  agregamos  algo  falso,
como que en el sarao todos concurrieron de color verde, con
su  peluca  rubia  y  su  coleta  negra,  ¿dónde  podríamos  hallar
dichos personajes? Su existencia es indemostrable. Todos se
han esfumado.
La  posibilidad  de  una  demostración,  tanto  en  el  presente como  retrospectivamente  en  el  pasado,  es,  en  resumen,  un intento  o  conato  de  acción,  nada  más,  que  ésta,  según  la estimación  que  se  tenga  del  mundo  exterior,  será  acción primaria o acción secundaria.
Generalmente la acción primaria es la fundamental y esencial,
mientras que la secundaria no es única sino múltiple. Por eso
debemos  hablar  de acciones supernumerarias  o  de lujo.  Las
relaciones sociales nos lo demuestran. Cuando nos presentan
a un hombre o a una señora, la actitud no es la misma. En el
fondo hay una actitud sexual que se expresa diferentemente,
y esta actitud podrá manifestarse más tarde en una amistad y
estima   duraderas   o   en   un   amor   o   amorío,   según   las
circunstancias. Tiempo hay para ello: el hombre ama de los
12 a los  95 años.  (?)** En la presentación aludida, el saludo
tendrá que variar, ya sea que se trate de un superior o de un
inferior; así como la categoría del nombre propio que se nos
hace  conocer  o el que nosotros  damos.  El saludo es el  acto
fundamental y los nombres propios, ya por sí mismos, son un
modo de saludar. Esto será el punto de partida de una serie
de actos derivados y ulteriores.
 
SEMEJANZA   ENTRE   EL   FENÓMENO   FÍSICO   DE   LA RESONANCIA   Y   LAS   DISTINTAS   CATEGORÍAS   DE ACCIONES
Helmholtz, el notable físico alemán, ha expresado que en un
sonido dado, por ejemplo, merced a la vibración de la cuerda
 
19

 
del arco de un violín, hay que considerar:
1. La nota dominante, y
2. los armónicos que se le superponen; es decir, al lado del sonido fundamental hay resonancias  diferentes, ecos que  se agregan.
Ahora  bien,  al  sonido  fundamental  puede  compararse  la acción primaria y a los armónicos las secundarias. El número de éstas dependerá de la riqueza o de la pobreza del espíritu, que en el primer caso tendrá una conducta variada, mientras que  en  el  segundo,  reducida.  Así,  el  sentimiento  de  vacío comienza  a  iniciarse  en  los  que,  por  ejemplo,  desayunan  y comen,  pero  no  cenan,  porque,  estableciendo  una  dieta, reducen a lo indispensable su esfera de acción.
Como  consecuencia  de  lo  anterior,  se  tiene  que  la  relación existente entre la acción primaria y las secundarias depende, además del bagaje con que se cuenta, del gasto que se hace y,  por  lo  tanto,  de  la  regulación  y  reglamentación  del  acto para economizar el esfuerzo y prevenir la fatiga.
 
NOTAS:
5
El delirio de Capgras o de Sosias.
6
Célebres neurólogos cuyas observaciones, al lado de las de
Jean   Lhermitte,   colaboraron   a   fundar   las   bases   de   la neuropsicología  moderna.  Sobre  este  tema  se  recomienda consultar;   Lhermitte,   J.:   Les   Hallucinations,   Clinique   et Physiopathologie,  Doin  &  Cie.,  París, 1951;,  Hécaen,  H.,
Ajurriaguerra,   J.   de:   Méconnaissances   el   Hallucinations Corporelles Intégration et Désintegration de la Somalognosie, Masson  et  Cie.,  París, 1952,  y  Mikorey,  M.:  Fantômes  et
Doubles, Doin et Cie., París, 1959.
*La gigantesca excavación que hoy en día pretende descubrir el    verdadero    emplazamiento    del    templo    mayor    de Tenochtitlán  podría  ser  un  obstáculo  a  la  "ejecución  de  la acción" del pobre profesor visitante.
 
 
20

 
 
**La interrogación del texto es del pudoroso doctor Aragón,
su traductor.                                                                                 El esfuerzo y la fatiga
 
 
LAS ACCIONES ACCIDENTALES Y LAS NECESARIAS
 
 
Para aclarar la diferencia que hay entre la acción primaria y
las  secundarias,  cabe  añadir  que  aquélla,  la  primaria,  es
fundamentalmente
útil así es la alimentación; así el uso de la
palabra;  de  igual  modo  el  calentamiento  del  cuerpo  cuando
hace  frío,  etc.  Las  acciones  derivadas  pueden  a  su  vez  ser
accidentales, dependiendo de la constitución personal de cada
quien;   o   necesarias,   estando   caracterizadas   las   últimas
porque forman parte de la vida psíquica normal. Tanto unas
como  otras  provocan  reacciones  o  correcciones  según  las
circunstancias.
 
FENÓMENOS DE ACELERACIÓN Y DE RETARDO
El  hombre  es  semejante  a  un  automóvil  que  en  su  carrera puede ser dirigido tanto a la derecha como a la izquierda, o seguir de frente, así como acelerar o retardar la marcha; o en otros   términos:   es   capaz   de   regularizar   el   recorrido, sirviéndose para ello de válvulas, escapes, frenos y palancas. Asimismo,  hay  fenómenos  aceleradores  o  frenadores  en  el organismo,   dependiendo   unos,   comúnmente,   de   nervios motores que en el sistema de la vida de relación descargan rápidamente  su  energía;  y  lo  hacen  menos  pronto  en  el simpático; los otros, los inhibidores o que detienen el ímpetu, ofrecen como tipo al neumogástrico.
Por lo que toca a, la vida del espíritu, son los sentimientos los que  arreglan  la  conducta,  haciéndola  violenta  o  reposada  y efectuándola  a  costa  de  esfuerzo,  o  engendrando  como consecuencia el cansancio.7
Ya en otras épocas se han ocupado del asunto médicos como
Cabanis y Regis, y filósofos como Maine de Biran y Bossuet.
 
 
21                                                                                                                                          22

 
 
En los últimos tiempos, James ha hecho un estudio detenido

del  feeling  del  esfuerzo  y  hay  algún  artículo  interesantísimo
de Philippe.
Los  sentimientos  del  esfuerzo  y  la  fatiga,  asuntos  de  este capítulo, son pasivos y han sido considerados como imágenes y como reflejos. La fuerza es manifestación de nuestro ser, ya la   física,   moral   o   psicológica.   Desde   ha   mucho   tiempo Helmholtz  y  Bastian  se  preguntaron  ¿qué  es  el  esfuerzo?,  y como consecuencia, se vino a caer en la cuenta de que es la emoción provocada por fuerzas nerviosas que, partiendo del cerebro, llegan a nuestros brazos. El cerebro se ha supuesto formado  de  celdillas  pequeñas  que  se  pueden  comparar  a diminutas  cajas  en  donde  se  guardan  los  recuerdos,  acervo que  en  cualquier  momento  se  puede  gastar.8  La  explicación así  hecha  no  cuesta  dificultad  pero  si  meditamos  un  poco veremos que los sentimientos del esfuerzo y de la fatiga no son  los  efectos  de  la  actividad  central.  Así,  un  enfermo hemipléjico del lado derecho no puede comer, ni tampoco dar la mano del mismo lado cuando se le pide, no obstante que hace  intento  para  hacerlo.  Esto  no  corresponde  al  esfuerzo. James contestaría: "puede hacerse del otro lado del cuerpo en donde se han conservado los movimientos".
 
INVERSIÓN   DE   LAS   FÓRMULAS   DINÁMICAS   Y   DE QUIETISMO
Las fórmulas se han modificado, considerando el esfuerzo y la
fatiga,  no  en  el  centro,  sino  en  la  periferia;  y  anotando  las
alteraciones  del  pulso  y  la  respiración  en  cada  caso.  Las
curvas presentadas por un esfigmógrafo y por un neumógrafo
se  abaten  cuando  sobreviene  el  cansancio  y,  en  cambio,  se
conservan    levantadas    mientras    hay    entereza.    Tales
apreciaciones  de  orden  físico  se  han  querido  extender  a  la
esfera  moral,  pero  este  paralelismo  es  absurdo  como  bien
pronto  lo  vamos  a  demostrar.  Para  ello  entremos  en  el
terreno      patológico,      considerando      las      alteraciones
sentimentales.
 
 
23

ESTADOS DELIRANTES
a) En la melancolía
En  la  locura,  entre  sus  diversos  aspectos,  hay  dos  muy interesantes  que  son:  la  melancolía  simple  y  la  melancolía delirante,  en  las  que,  además  de  la  tristeza,  hay  otras consideraciones dignas de mencionarse.
En una persona normal, la apreciación "tengo frío" es tan real
como esta otra: "tengo necesidad de sufrir". Jouffroy ya lo ha
dicho:  la  psicología  es  una  ciencia  de  lo  particular;  y,  del
mismo  modo  que  se  hacen  las  apreciaciones  anteriores  en
concreto,   pueden   hacerse   otras   análogas   como   "tengo
sueño", "tengo hambre", etc.; pero las aseveraciones en una
persona   enferma,   mentalmente   hablando,   no   están   en
consonancia, frecuentemente, con sus condiciones corporales.
Para  comprobar  este  aserto,  nos  referiremos  a  una  señorita
de 18 a 19 años, que padecía de anorexia. La falta de apetito
estaba   en   relación   con   trastornos   digestivos;   y   como
manifestaba  que  los  alimentos  le  hacían  mal  al  estómago,
disminuía  la  ración  poco  a  poco,  al  grado  de  no  comer  casi
nada.  Se  decía  débil  por  la  falta  de  ingestión  de  comida,
agregado  esto  a  una  ptosis  visceral  que  tenía.  "Voy  a  la
tuberculosis", decía con frecuencia, y sin embargo caminaba,
hacía   sus   quehaceres,   iba   a   diversiones,   etc.  No   tenía
conciencia  alguna  de  fatiga.  Más  adelante  nos  detendremos
en lo que se llama la
inversión de la fatiga y que consiste en
que  el  reposo  la  aumenta.  El  paciente  portador  de  esta
afirmación, la que parece antinomia, asevera: "a medida que
descanso,  me  canso  más".  Se  trata,  pues,  en  el  caso
señalado, de delirio de fatiga, de falsas percepciones de ella,
que  como  tales  enseñan  que  no  hay  un  fondo  visceral  que
sirva de base, es inventado.
b)En la manía
De  igual  modo  hay  delirio  del  esfuerzo  en  maniacos  que
exageran  todo  o  tienen  la  costumbre  de  hacer  grandes
 
 
24

 

 
esfuerzos, de contraer fuertemente sus músculos, de respirar
de  un  modo  profundo,  etc.;  y  que  se  lamentan  como contraste de ser desgraciados. Alguno expresaba: "estoy dado al  diablo  porque  no  encuentro  una  alhaja  que  he  perdido  y para  esto  trabajo  mucho  y  necesito  desarrollar  un  inmenso esfuerzo  intelectual".  Otro,  ingeniero  y  buen  matemático, pero  portador  de  una  neurastenia,  calculaba  todo  lo  que  se ofrecía  a  su  vista:  el  piso  como  las  escaleras.  A  éstas  las odiaba  porque  no  podía  contarlas  íntegras.  Este  sentimiento era correcto, pero exagerado.
Vemos,  en  conclusión,  que  puede  haber  y  de  hecho  hay delirio  en  los  dos  sentimientos  apuntados,  tanto  en  el  de fatiga como en el de esfuerzo; de modo que un individuo que se  supone  agotado,  obra  activamente;  y  por  otro  lado,  uno que hace gala de desplegamiento de energía, se lamenta de su impotencia. A esto era, puntualmente, a lo que queríamos llegar, al divorcio entre lo espiritual y lo material. 9
 
EL ANTAGONISMO EMOCIONAL
Hay  un  libro  publicado  en  Florencia  y  que  recomendamos  a los que se interesen en la cuestión. El libro es de Montanelli y se titula El antagonismo emocional. En esta obra, va el autor contraponiendo  las  emociones,  dos  a  dos,  y  marcando  el contraste respectivo, de modo que llega a formar dos series que  se  corresponden.  El  tratado  de  Montanelli  es  de  una literatura inmensa y nutrida.10
Para  terminar,  diremos  que  no  hay  un  fenómeno  fisiológico que  no  se  encuentre  comprendido  como  elemento  y  como terreno,  pero  solamente  como  tal,  en  un  sentimiento.  Sin embargo, entre uno y otro las intermediarias son las acciones cuya síntesis constituye la conducta.
 
NOTAS:
7 Conceptos cuasi-cibernéticos avant la lettre.
8  Janet  evita  utilizar  aquí  el  término  de  "engrama",  de  uso
 
25

 
actual,  propuesto  por  Semion  en  1904  para  denominar  el
trazo  orgánico  hipotético  depositario  de  un  cierto  contenido informacional conservado en el seno del sistema nervioso.
9
Las tesis dualistas o paralelistas persisten hasta la fecha a
pesar  de  los  argumentos  monistas  que  se  le  oponen  con bases   sólidas (Bunge,   M.:   "La   bancarrota   del   dualismo
psiconeural" [pp.     71-84  en:  Fernández-Guardiola,  A.:  La
conciencia, Trillas, México, 1979).
10  A  pesar  de  la  originalidad  de  los  autores  italianos,  los
autores franceses no suelen citarlos (las excepciones notables
han sido Guiraud y Lacan). Los anglófonos menos aún. Janet
hace   alusión   aquí   a   la   obra   de   Sestilio   Montanelli,
L'antagonisme  émotionnel (Firenze, 1905),  quien  concluía:
"La colaboración efectiva de nuestros sentimientos no parece estar en relación con las variaciones fisiológicas periféricas". Janet lo citaba con frecuencia.
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
26

 
 
desplegamiento  de  fuerza,  porque  estáis  perdido.  ¿Decid  si

El trabajo y el reposo
 
LA   RESISTENCIA   Y   LAS   DIFICULTADES   PARA   LA CONSECUCIÓN DE LAS ACCIONES
 
 
 
Hasta fines del siglo XVIII, solamente se habían estudiado las imágenes de los sentimientos de esfuerzo y fatiga, esto ya lo hemos  dicho.  En  la  actualidad,  la  psicología  los  considera como hechos que en cierto modo no son diversos de los que constante y banalmente se ejecutan, y que consisten en abrir la boca, doblar la rodilla, etc. Sin embargo, se ha pretendido que   el   esfuerzo   está   íntimamente   ligado   a   la   idea   de grandeza, y la fatiga a la de pequeñez. Esto no es cierto: el acto  de  escribir  una  palabra (lo  que  no  amerita  un  gran
problema)  puede  ser  una  manifestación  tanto  de  esfuerzo como de fatiga.
Baldwin describe la conducta de un perro al que le ofrecía un pequeño trozo de azúcar pero que no ponía al alcance de su boca  y,  por  lo  tanto,  no  lograba  atrapar  desde  luego.  El azúcar era levantada a diferentes alturas, cada una de ellas mayor, y el perro tenía que saltar cada vez más fuerte para tomarlo,  lo  que  al  fin  conseguía.  En  seguida  descansaba.  El animal  terminaba  fatigado.  Tal  ejemplo  muestra  que  en  el mismo   acto   hay   esfuerzo   y   fatiga,   correspondiendo   el aumento  de  energía  al  primero,  y  la  disminución  brusca  o anulación de la misma, a la segunda. Todo depende del grado de resistencia para la consecución del acto, que unas veces es difícil, y otras en extremo fácil.
La  palabra  "fuerza"  en  los  tiempos  actuales  es  peligrosa,
porque parece que lleva implícito el concepto de poder y de
tiranía,
11 y así como en psicología hay quienes tienen miedo
de  ser  metafísicos,  y  en  política  los  que  se  amedrentan  por
calificárseles  de  reaccionarios,  de  igual  modo  no  habléis  de
 
27

esto  no  es  una  ironía?  Sherrington,  en  Oxford,  en  perros
descerebrados,  ha  excitado  las  patas  de  éstos  para  obtener reflejos, dejando obrar solamente a la médula, y el resultado positivo lo ha obtenido pero siempre dentro de un límite.
 
LAS TENDENCIAS. SU CARGA
Volviendo  a  nuestra  discusión,  diremos  que  levantar  un  kilo
no es un acto metafísico sino material, así como tampoco lo
es  pasear  varios  kilómetros.  Todo  depende  del  poder,  de  la
velocidad  y  de  la  duración  con  que  se  haga  el  movimiento.
Son  propiedades  del  acto  mismo.  He  ahí  a  un  hombre  que
marcha y sigue marchando. Esto lo efectúa tres, cuatro, seis
horas o más, recorriendo una distancia "h" que llega a tener
un  valor  determinado  para  cada  quien.  Esto  depende  de  su
poder  o  de  lo  que  llamaremos  la
 carga  de  una  tendencia,
carga de nuestro organismo, que nos hace desiguales: unos
muy  ricos,  otros  pobres;  unos  con  aptitud  para  atravesar
largas distancias, otros para sólo alcanzar las cortas.
Las  tendencias  no  son  otra  cosa  sino  la  estratificación  de deseos:  unos, como  el  comer, el  beber,  la atracción  sexual, más   o   menos   violentos   e   imperiosos;   otros,   como   la urbanidad, la honestidad, etc., con diversos grados.
Permítasenos ahora hacer una crítica de la experimentación. El hombre disminuido o abatido y que ha perdido el poder de hacer  algún  esfuerzo,  no  es  un  enfermo  débil  en  el  sentido estricto  del  vocablo,  aunque  parezca  tal,  pues  si  lo  insultáis puede mataros.
El  ergógrafo  de  Mosso  anotará,  en  buena  hora,  al  usarlo,
cuántas   veces   un   dedo   levanta   tres   o   cuatro   kilos.
Igualmente,  un  dinamómetro  podrá  acusar  la  fuerza  de  la
mano,  pero  no  dirá  nada  acerca  de  la  fuerza  de  una
tendencia.
Los reflejos rotulianos, cómicos en cierto aspecto y cuando las
piernas  se  dirigen  al  frente,  son  la  exageración  de  un  acto,
 
 
28

 

 
pero  nada  pueden  decir  de  las  descargas  explosivas  de  un
epiléptico, cuya fuerza se halla al estado latente bajo la forma de  tendencias  y  puede  transformarse  en  fuerza  viva  en cualquier momento.
 
EL CONFLICTO DE LAS TENDENCIAS
El principio del  esfuerzo es el principio  de una colaboración, desarrollándose  la  personalidad  al  mismo  tiempo  que  la sociedad. Se trata, en suma, de una concurrencia en que hay conflictos de tendencias individuales entre sí y colectivas, y de las  cuales  alguna  tiene  que  obtener  la  victoria.  Esto  se  ve desde la animalidad, cuando se disputa un botín.
Dos tendencias no pueden funcionar al mismo tiempo, asienta Sherrington; y Mac Dougald, por su parte, llama la atención acerca  de  que,  para  resolver  el  punto,  es  necesaria  una canalización, pero en sentido determinado. Esta indicación es lo que llama la idea de drenaje.
Si en el mismo instante se nos obliga a dar un pinchazo y a escribir una letra, tenemos que efectuar una de las dos cosas, optando   por   la   de   mayor   interés   y   provecho.   Para esquematizar el asunto representemos las dos tendencias T y T por circunferencias, dentro de las cuales se encuentran las letras a y b que indican la diferente calidad de ellas.
La más activa de las dos, en su grado de evolución, a o b será
la  que  obtenga  el  triunfo,  y  para  esto,  tanto  los  animales
como  los  hombres  están  adaptados  en  virtud  del  hábito.
Precisemos: la fuerza es una verdadera organización que ha
llegado   a   ser   una   conducta   particular   del   trabajo.   Hay
hombres que no pueden trabajar, razas primitivas que siendo
fuertes  en  su  constitución,  sin  embargo,  no  se  les  puede
señalar o imponer labor de cierta consideración, aun cuando
físicamente sean vigorosas. La indolencia es su atributo.12 La
cuestión  puede  condensarse  también  de  este  modo,  con  la
expresión de otro principio equivalente al anterior, a saber:
el
trabajo  es  la  organización  del  esfuerzo  a  través  de  la
sociedad.  Las  tendencias  a  y  b  de  que  hemos  hablado
 
29

 
dependen de la personalidad y varían por lo tanto según cada
quien. Quedaría trunca la exposición que estamos haciendo si
no añadiéramos como complemento, aun cuando parezca raro
a primera vista, que la fatiga a su vez, no es el agotamiento
sino la detención de la acción. Este último aserto necesitamos
ilustrarlo.
 
DIFERENCIAS    ENTRE    EL    AGOTAMIENTO    Y    LA DETENCIÓN DE LA ACCIÓN
Supongamos que estamos en el Mont Blanc, en Chamounix, y que hemos caminado bastante. Después de hora y media de paseo debemos detenernos. Este alto no es un agotamiento, sino un sentimiento de fatiga que se inicia con el reposo, pues ya es un comienzo la supresión de la preocupación de seguir subiendo. Así como una purga cura la constipación, del mismo modo el reposo es una acción que cura la fatiga, pues en el supuesto  escogido  de  que  siguiéramos  marchando,  esto  nos haría mal. El agotamiento no es sino un accidente.
Podríamos  multiplicar  los  casos,  pero  el  señalado  es  tan
elocuente  que  no  es  necesario.  Algo  semejante  acontece
cuando duerme uno o descansa; intrínsecamente, el sueño y
la   quietud   no   son   fenómenos   privativos,   sino   acciones
particulares. El reposo es una actitud de la conducta, actitud
que es buena, y así como hay manera de reposar, hay modos
de  dormir.  Repetimos:  la  fatiga  es  el  principio  del  acto  del
reposo y éste es un acto particular. El doctor Fabre
 13 en su
obra acerca de las maravillas de los insectos, toca todo esto
cuando  considera  en  los  himenópteros  ese  constante  volar
que  se  suspende  de  tiempo  en  tiempo.  Últimamente,  en
Francia, hemos asistido en Burdeos a una carrera prolongada
muchas  horas,  de  ciclistas,  que  en  una  inmensa  pista  han
tenido  que  correr  bastante  tiempo,  no  valiendo  la  pena  de
hacerlo,   según   alguien   calificara.   Los   ciclistas   tuvieron
forzosamente, cada quien, en la medida de su esfuerzo, que
detener su carrera y reposar de ella. El esfuerzo y el reposo
se   pueden   considerar   como   tipos   de   acciones   reflejas,
 
 
30

 
 
determinadas   por   estimulaciones   que   pueden   venir   de

diferentes partes. Sin embargo, puede haber excitantes que al
obrar no provoquen acción alguna, ni fatiga consecutiva. Esto depende  de  la  naturaleza  de  ellos  y  de  la  del  sujeto. Sherrington ha clasificado los reflejos del siguiente modo:
 
1. Reflejos exteroceptores,
2. reflejos interoceptores, y
3.  reflejos  proprioceptores,  que  son  los  que  toman  como punto de partida la ejecución misma del acto.
La  aclaración  de  tal  manera  de  considerear  se  impone. Muchas  veces presenciamos que, por ejemplo, una  máquina que  transporta  algodón,  lo  efectúa  adecuadamente  según  la pericia de quien la maneja. Pero suele descomponerse, y esta descompostura que impide la realización del acto se corrije a sí  misma  en  virtud  de  un  mecanismo  especial.  De  manera análoga,  en  el  manejo  de  automóviles,  cuando  éstos  sufren accidentes, algunos se corrijen por sí propios.
 
LA FINALIDAD DE LOS SENTIMIENTOS
Antes  de  terminar  las  elucubraciones  anteriores,  hay  que
recordar que no se conciben los sentimientos humanos si se
suprime la finalidad para conservar la vida y entonces no se
puede explicar ella. El esfuerzo y la fatiga hay que tomarlos
como   punto   de   partida,   cuya   finalidad   es   evitar   el
agotamiento.  Poseen  signos  propios  para  reconocerlos,  pero
hay  veces  que,  tanto  unos  como  otros,  están  alterados  en
casos patológicos. A su debido tiempo detallaremos el delirio
del esfuerzo y  de la fatiga, llegando éstos a  la categoría  de
absurdos.
 
 
 
 
 
 
 
31

NOTAS:
11 Janet hace aquí figura de profeta. Los acontecimientos de los años siguientes lo demostraron de la manera más trágica posible.
12  Estas  concepciones  eran  moneda  corriente  en  la  época.
Manejadas  con  el  apoyo  de  argumentos  pseudocientíficos
condujeron a los planteamientos nazistas concernientes a las
"razas   superiores   e   inferiores"   que   Janet,   como   otros
coetáneos suyos, cita con desenfado. La obra La unidad de
La
raza  humana  de  Juan  Comas,  editada  por  la  UNAM,  analiza
profunda y científicamente tales planteamientos que, a pesar
d e los sucesos que generaron, aún encuentran adeptos.
13      Jean-Henri   Fabre     (1823-1915),   notable   entomólogo
precursor    de    la    etología,    reunió    una    abundante
documentación  sobre  la  observación  y  las  experiencias  que
dedicó  a  los  insectos.  Autor  de  Souvenirs  Entomologiques
(1879-1889), consideraba que gracias al instinto, los animales
están   provistos   de   todos   los   dones   necesarios   para   el
funcionamiento   correcto   y   mecánico   de   la   maravillosa
pequeña máquina que representan. Su actividad psíquica está
limitada por completo por la ejecución, conforme a un estilo
invariable, de la actividad en cuya vista han sido construidos.
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
32

 
 
en  un caso, evoluciona  en  serie en el  otro, y aquélla  puede

El goce y la pena
 
LOS        SENTIMIENTOS         OBJETIVOS         Y         LOS
REPRESENTATIVOS
 
 
 
Es bien difícil llegar a precisar lo que son el goce y la pena. Se trata de dos sentimientos vagos y que presentan múltiples matices   Esto   hace   difícil   el   separarlos   de   fenómenos semejantes con los que tienen relación. Así, el goce es vecino del placer como el sufrimiento lo es del dolor. Sin embargo, no  hay  que  confundirlos.  Analizando  los  contrastes  que presentan, se ha llegado a establecer que el placer se traduce por un acercamiento al objeto que lo motiva; mientras que el dolor,  siendo  un  signo  de  advertencia,  de  un  daño,  se resuelve en un alejamiento.
El goce y el sufrimiento son más bien representativos: así, el
primero  aparece  en  condiciones  favorables  para  el  hombre
como,  por  ejemplo,  cuando  se  trata  del  aumento  de  su
fortuna, el halago de su reputación o el encomio de su honor.
El sufrimiento o la pena moral se producen en circunstancias
opuestas, cuando la salud o la vida están en peligro; cuando
la  reputación  está  comprometida  o  hay  en  perspectiva  la
pérdida de la libertad en virtud de una prisión posible. Si los
hechos   acontecen   por   lo   que   toca   al   factor   tiempo,
rápidamente,  entonces  se  trata  de  estados  emocionales  que
se producen con todo ardor y sacudimiento, como cuando un
joven pide un beso a una dama y ésta se lo concede; o bien,
cuando  se  trata  de  un  estudiante  con  pocos  o  ningunos
conocimientos y que es reprobado. En cambio, cuando el beso
es aplazado o cuando se trata de la larga preparación de un
bachillerato,  entonces,  en  virtud  de  la  duración,  los  estados
de conciencia se modifican, y por su prolongación, se trata de
sentimientos  propiamente  dichos.  La  afección  está  acortada
 
 
33

convertirse en ésta.
 
CONDICIONES CORPORALES E INTECTUALES
Desde hace aproximadamente 50 años se ha pretendido llegar
a  una  solución  muy  particular,  tanto  del  goce  como  del
sufrimiento,  pues  al  examinarlos  se  ha  significado  que  hay
alteraciones de la inteligencia, de la motilidad y viscerales. Se
ha dicho que el que goza tiene las ideas claras, ágil su cuerpo
y  sus  funciones  llevándose  a  cabo  sin  perturbación  alguna;
mientras  que  el  que  sufre  no  tiene  su  inteligencia  normal,
está agitado, a veces sobrevienen convulsiones y los órganos
padecen.  Con  este  motivo  hay  una  carta  de  James  llena  de
detalles en la que se describe el resultado de un temblor de
tierra que sufrieron los habitantes de San Francisco, muchos
de los cuales quedaron sin casa y tuvieron que irse al campo.
No  podían  dormir,  habiéndose  presentado  en  ellos,  en  su
excitación,  una locuacidad  exagerada en  la que  comentaban
el siniestro. Esta locuacidad a veces tomaba el aspecto de una
gritería   ensordecedora,   acompañada   de   perturbaciones
motoras, de ademanes y hasta de accidentes convulsivos. En
ellos no faltaron perturbaciones de las funciones viscerales.
 
REFUTACIÓN DE LA TEORÍA DE JAMES-LANGE
Antes de pasar adelante, y para hacer justicia, es conveniente
recordar  que  estas  últimas  perturbaciones  ya  habían  sido
señaladas  en  la  filosofía  cartesiana  y  por  Malebranche,  a
quien  se  puede  considerar  como  el  padre  de  la  psicología
francesa.  Ya  desde  aquel  entonces  se  presentía  lo  que  más
tarde habían de desarrollar James y Lange, cuando estos dos
pensadores,  cada  uno  por  su  parte,  asentaron  que  las
emociones dependen de las alteraciones viscerales, y que hay
una  participación  muy  interesante,  una  contribución  de  los
reflejos  vasomotores.  La  teoría  de  James-Lange  ha  sido
exagerada,  principalmente  por  sus  discípulos,  aconteciendo
en la ciencia lo que pasa en la política, en donde los prosélitos
 
34

 

 
abultan los hechos. Del mismo modo, los alumnos hacen decir
a sus maestros lo que éstos no han expresado. James sólo ha hablado  refiriéndose  a  emociones  sutiles.  Contra  él  se  ha desencadenado una discusión formidable, recibiendo muchos ataques,  entre  ellos  los  de  Baldwin.  Los  sentimientos  tienen una  tonalidad  especial,  que  hacen,  por  su  interés,  que  no quepa discusión posible.
Desde hace bastante tiempo, en Europa Ribot, y en América Titchener, han trabajado en los laboratorios, en donde se han efectuado múltiples experimentos, siendo la razón de ser de las  investigaciones,  la  misma,  aproximadamente,  que  tenía Charcot  cuando  dormía  a  las  histéricas  en  sus  célebres sesiones  de  hipnotismo,  es  decir,  tener  una  ocupación.  Los laboratorios   necesitan   dinero,   una   gran   cantidad   de instrumentos y asuntos sobre qué investigar. James ha dado el  bagaje,  así  como  un  gran  número  de  fisiólogos  que constantemente están tomando las gráficas de la circulación y de la respiración, la presión sanguínea, etcétera.14
Sería    prolijo    detallar    el    número    de    esfigmógrafos, cardiógrafos, esfigmomanómetros, oscilómetros (de Pachon u otros),  etc.,  o  sea  los  aparatos  que  usan,  tratando  de encontrar  las  variaciones  de  los  fenómenos  fisiológicos  que acompañan a las emociones. Ellos en cierto modo se burlan de nosotros porque no podemos cortar una arteria, seccionar un  nervio  o  mutilar  un  organismo  humano  como  se  puede hacer in anima vili: en un gato, verbi gratia. Sin embargo, los resultados obtenidos por ellos son mediocres. No convencen los argumentos dados por Lassegue, por James y por Lange, que son de escaso valor. A saber:
1.   La   supresión   por   la   imaginación   de   los   fenómenos secundarios viscerales hace que no quede nada en la esfera de  las  emociones  y  de  los  sentimientos.  A  esta  apreciación contestaríamos que no hay derecho para hacer experimentos con la imaginación, suprimiendo fenómenos.
2.  Se  pueden  hacer  nacer  los  fenómenos  viscerales  por  la
acción  de  tóxicos  como  el  alcohol.  Esto  es  cierto  sólo  en
 
 
35

 
parte;  el  alcohol  produce  algunas  modificaciones,  pero  no
produce otras que son de esfera esencialmente imaginativa.
 
EL    MÉTODO    DE    VARIACIONES    CONCOMITANTES DESTRUYE EL PARALELISMO PSICO-ORGÁNICO
Para  resolver  la  cuestión,  vamos  a  hacer  una  comparación entre los dos fenómenos: el del sufrimiento y el de los actos periféricos  que  se  dicen  acompañarlo.  Para  esto  hay  que aplicar el método de variaciones concomitantes y él nos indica que  no  podemos  demostrar  que  varíen  paralelamente  en ascenso,  en  descenso,  o  recíprocamente.  Montanelli,  en  el estado por oposición que ha hecho de las emociones, nos dice que    los    fenómenos    viscerales    presentan    el    mismo antagonismo, pero nada más.
Basquid ha estudiado el tiempo de aparición de los fenómenos
representativos  y  de  los  viscerales  y  ha  encontrado  que  los
tiempos de reacción son diversos. Así, por ejemplo, a la par
que ha escrito las palabras de las personas que se quejan, ha
registrado  los  fenómenos  viscerales  y  ha  encontrado  que
éstos se presentan retardados.
La conciencia ha hablado más
pronto  que  las  vísceras.15  Por  otra  parte,  no  se  ha  podido
demostrar que la supresión de los fenómenos corporales haga
desaparecer la  parte afectiva.  La prueba podría hacerse con
una  histérica  llena  de  sensibilidad,  a  quien  se  le  suprimiese
esta   hiperestesia,   y   viendo   si   la   anestesia   consecutiva,
provocada,  hacía  desaparecer  los  sentimientos.  Esto  no  es
posible  porque  la  anestesia  histérica  es  una  anestesia  de
creencia, que en sí no es verdadera, y por lo tanto deja a la
sensibilidad  intacta.16  A  este  particular,  Rageot  ha  descrito
experiencias muy curiosas como ésta: a una señora suprimirle
la sensibilidad, y una vez logrado, comunicarle que su padre
ha muerto. Ella no dice nada. A continuación, sugestionarla,
ordenándole:   os   doy   la   sensibilidad",   y   en   seguida
comunicarle la misma tremenda noticia, la muerte del padre.
Entonces la dama en cuestión se queja. Tales condiciones se
prestan a muchas meditaciones y a más de una interrogación.
 
 
36

 
 
representa.

OPINIÓN DE SHERRINGTON
Sherrington, de quien ya hemos hablado en varias ocasiones, ha podido comprobar en sus perros, a quienes les ha quitado el cerebro, que estos desgraciados animales con sus nervios trozados,    pero    conservando    su    simpático,    en    esas condiciones, tienen sus emociones, conservan sus simpatías y antipatías. Estos perros descerebrados, por ejemplo, rechazan la carne de perro. Lo anterior demuestra que la supresión de los  fenómenos  viscerales  no  trae  como  consecuencia  la pérdida de los sentimientos.
Ya  para  nosotros  esto  no  es  cosa  nueva,  porque  como contraprueba hemos visto en la historia de Claudina que en el sentimiento de vacío que podríamos llamar también "ausencia de   todo   sentimiento",   no   obstante,   hay   alteraciones corporales.
 
LA ESCUELA DE CHICAGO Y LA EXPERIENCIA
El   problema   es   el   mismo   que   desarrolla   la   escuela pragmatista de Chicago, que ha indicado que en el goce y en la  pena  hay  otra  gran  cantidad  de  fenómenos  que  son hereditarios y constituyen una experiencia pretérita. Como en la  cólera:  cerrar  los  puños.  Esto  es  la  traducción  de  una defensa del cuerpo hecha en la especie. Del mismo modo los animales  elevan  el  labio  superior  y  muestran  los  caninos, porque análogas acciones las han efectuado sus antepasados. La escuela de Chicago se refiere a tics de los ancestros y a actos  antediluvianos,  mientras  que,  en  resumen,  nuestros sentimientos  pasan  hoy,  y  por  lo  tanto  son  diferentes:  son actuales. El error de la escuela es haber estudiado el pasado y no la acción que se hace en el presente.17
 
EL INTELECTUALISMO
Existe  otra  escuela,  la  intelectualista  de  Viena,  que  da  una
grande  influencia  a  la  razón  o  a  la  lógica:  Nohlowski  la
 
37

En   este   criterio,   las   acciones   combaten   entre   sí:   hay
inhibiciones,   hay   ideas   que   pueden   considerarse   como esquemáticas.   Las   ideas   son   acciones   pequeñas,   como telegráficas.  Es  un  criterio  parcial  sobre  la  interpretación activa  de  los  sentimientos.  En  suma:  seguimos  frente  al problema de la aceleración y retardo o frenación de la acción. Sobre esto tendremos que insistir ulteriormente.
 
NOTAS:
14  La  crítica  irónica  de  Janet  tenía  justificación  ante  una fisiología que balbuceaba y se planteaba, con las técnicas a su alcance, experiencias tentativas y simplistas sobre temas que los  filósofos  o  los  psicólogos  teóricos  y  de  la  introspección manejaban desde otro enfoque y sobre todo con otro lenguaje y nivel epistémico. No obstante, no hubiera sido extraño que Janet  hubiera  ejercido  ese  saludable  escepticismo  aún  en nuestros    días    en    los    que    el    desarrollo    de    la neuropsicofisiología    ha    alcanzado    un    desarrollo    tan espectacular.  No  es  raro  imaginar  la  crítica  que  hubiera lanzado  contra  Skinner,  a  pesar  de  que  el  planteamiento inicial de Janet de lo que era la psicología lo hace aparecer en cierta forma como un "preconductista".
15  En  medicina  psicosomática  se  observa  exactamente  lo contrario.
16 Idea generalmente aceptada por todos los autores de esa época (y por muchos actuales). Una experiencia clásica que la contradice  es  la  de  Hernández  Peón,  R.;  Chávez  Ibarra,  G.; Aguilar Figueroa, E.: "Somatic evoked potentials in one case of  Hysterical  Anesthesia",  Electroenceph.  Clin.  Neurphysiol, 1963.15 (pp. 889-892).   Ver   asimismo:   Ludwig,   A.   M.;
Lexington,  K.:  "Hysteria.  A  Neurobiological  Theory".  Arch.
Gen. Psychiat. V, 27. Dec., 1972 (pp. 771-777).
17   Tal   afirmación   pareciera   contradecir   una   concepción
genetista  que  Janet  había  sostenido  previamente.  Más  bien
 
 
38

 
 
critica  aquí  las  explicaciones  abusivas  y  reduccionistas  a

ultranza de tal escuela de la misma manera que en nuestros
días se podrían criticar los excesos de algunas posiciones de los etólogos o los "sociobiólogos".
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
39

La regulación de la acción
 
LAS ILUSIONES DEL TRANSCURSO DEL TIEMPO
 
 
 
Hemos establecido que los sentimientos están formados por
acciones de regulación consistentes, ya sea en la aceleración
o  ya  en  el  retardo;  y  que  el  resultado  correspondiente  es
placentero o penoso. Son el fondo de nuestra conducta y la
orientan.  A  veces  hay  la  anticipación  del  futuro,  lo  que
depende ya sea del deseo o ya del temor que acompañan al
acto. En efecto, cuando tenemos un anhelo para la realización
de algo, en un término señalado, nos parece muy lejano; así
como cuando hay el miedo de la verificación de un hecho, las
horas y los días como que pasan rápidamente. En el primer
caso,  hay  la  impresión  de  que  tiene  uno  delante  de  sí  la
eternidad y que nunca llegará el suceso. En el segundo caso,
los   momentos   desfilan   en   tropel,   como   se   suceden
rápidamente en el reo encapillado y según la descripción de
Hugo en "El último día de su condenado a muerte".
18
 
LA CALMA
Hay un estado mental muy especial que debemos considerar. Éste es la calma, que no es la ausencia de sentimientos como a  primera  vista  parece,  porque  esto  corresponde  al  vacío patológico.   La   calma   es   un   equilibrio   de   sentimientos, combinándose  armónicamente  unas  acciones  con  las  otras; así  como  pasa  en  una  maquinaria  en  que  las  diferentes fuerzas  se  contrapesan.  En  la  calma,  el  espíritu  se  halla tranquilo, entre mil causas que se combaten.
Hay  dos  fenómenos  completamente  diversos,  pero  con  los
que,  sin  embargo,  a  cada  paso  nos  tropezamos  en  el  trato
diario que tenemos con la gente. Unas tienen la particularidad
 
40

 

 
de acelerar todo lo que se refiere a ellas, contrastando con las
que viven en un estado de frenación o inhibición perpetuas. En   los   dos   aspectos,   la   conducta   ofrece   detalles   muy particulares.
 
LA PRECIPITACIÓN
1.   Presentemos   tipos   de   individuos   que   estratifican   la
exageración  del  esfuerzo  y  que  se  encuentran  en  estado  de
presión  perpetua.  Ellos  mismos  confiesan  que  no  se  pueden
detener  y  que  su  condición  de  ser  es  la  precipitación.  Estos
personajes no pueden estar tranquilos y os hablan de todo:
de filosofía, de botánica, de política, de educación, etc. Parece
como  si  tuvieran  muchas  válvulas  de  escape  por  las  que
saliera   todo   lo   que   está   acumulado   en   ellos.   Comen
violentamente, trabajan del mismo modo, se pasean o están
de pie pues no reposan jamás en su asiento; y si lo hacen,
sólo es brevemente, en los bordes del mismo. Moralmente
se
vigilan, pues tienen miedo de su conducta y de proferir una
palabra indiscreta. Por eso nunca están satisfechos. Todos los
días  persiguen  cualquier  cosa,  aunque  sea  inaccesible  o
constituya una quimera. Se trata, en resumen, de individuos
llenos de impulsos cuyo desarrollo no pueden impedir.
 
LA INHIBICIÓN
2.   Ahora   tratemos   del   polo   opuesto.   Está   formado   de
personas  morosas  e  inactivas,  comúnmente  solitarias,  como
en las descripciones que de ellas ha hecho Zimmerman y las
que  se  encuentran  en  la  obra  de  Tardieu,  refutada  por  lo
exagerada. Uno de sus discípulos, León Dupuy, ha escrito un
magnífico estudio en que comenta ese fastidio patológico de
que habla Tardieu. Entre los casos particulares señalados hay
la referencia de un pobre empleado del Ministerio, preocupado
en su mismo trabajo (éste muy exiguo), y que sufra tanto por
su  timidez  como  por  la  que  tenía  la  familia  a  la  cual
pertenecía.   La   timidez   es   un   sentimiento   que   altera
 
 
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hondamente la conducta social.
 
EL ABURRIMIENTO
El aburrimiento, dice Tardieu, se traduce por una insuficiencia y  por  una  depresión  de  la  vida.  Hay  que  distinguir,  sin embargo,  tal  estado,  del  que  se  presenta  en  verdaderos enfermos  atacados  de  melancolía:  entonces  es  otra  cosa. Citemos a este particular a una pobre mujer siempre acostada y que tristemente decía: "contemplad la ventana, sólo veo a través  de  ella  las  hojas  de  ese  árbol  que  está  detrás,  es  lo único que me entretiene".
Los  enfermos  aburridos  hacen  cualquier  cosa,  pero  no  son propiamente  deprimidos.  En  los  sujetos  normales  es  preciso que la acción se termine por la satisfacción, cuando hay una perspectiva  feliz,  no  así  cuando  es  dolorosa.  El  individuo víctima  del  fastidio  o  del  aburrimiento  no  termina  nunca ninguna acción, sino que va, alternativa o sucesivamente, de una a otra y a otra más. El personaje de Fortunio, de Musset, es  demasiado  significativo.  Dice:  "Si  pudiera  amar  a  una americana,  a  una  griseta  o  a  algún  mineral.  ¡Qué  bueno!, pero nada de esto puedo hacer".19
 
LA INQUIETUD
La inquietud aparece entonces. Decir inquietud es decir falta
de tranquilidad, que hay que distinguir a su vez del miedo. El
inquieto  no  sabe  qué  hacer,  y  por  eso  desea  protección.  El
colmo llega cuando uno de estos inquietos, convencido de que
hay que defenderse contra las enfermedades, al sentirse mal,
o  suponerse  así,  interroga  a  su  médico:  "¿De  qué  estoy
enfermo? ¿De la cabeza o del pie? Aclarádmelo, pues yo no lo
sé".
La  inquietud  es  la  tentación  de  la  defensa  en  la  acción  que busca la protección.
 
 
 
 
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SUS OBSESIONES
Con este motivo, los inquietos tienen crisis y obsesiones muy interesantes que dependen de su temperamento, y a las que vamos a pasar revista. En esas crisis sufren los enfermos, y se parecen a los que son portadores del fastidio.
Las  obsesiones  pueden  ser  las  más  heterogéneas,  como
religiosas: de sacrilegios, comuniones, etc.; y las constituidas,
verbi gratia, por los que no llevan pañuelo en la bolsa y están
sin   sonarse.   Las   hay   de   sí   mismos,   como   los   que
constantemente  se  llaman  imbéciles  y  están  atormentados
por esto. Otros desean tener la cara rubicunda, dudan de ello,
y para lograr su propósito van a la calle a estar largo tiempo
bajo el  sol,  sucediendo que  al  final del hecho  aseveren: "Mi
cara no ha llegado a estar colorada. Esto me da vergüenza".
Las  obsesiones  del  cuerpo  son  muy  variadas.  Entre  ellas recordaremos  la  de  alguien  que  afirmaba:  "Mi  escritura  es irregular, pero para escribir bien tomo mis precauciones y por eso  me  amarro  la  pluma  a  la  mano"  La  enfermedad  de  los escritores constituida por calambres es otra cosa. Aun cuando en  el  caso  anteriormente  relatado  hay  preocupación,  sin embargo tiene afinidad con la dolencia referida, que es muy común que sea de origen moral.
A  este  respecto  hagamos  memoria  de  un  ejemplo  muy
singular. Se trataba de una joven empleada de un taller: cosía
y  escribía  bien,  y  por  esto  la  dueña  acordó  ascenderla.  La
muchacha,   tan   luego   como   tuvo   el   ascenso;   se   volvió
escrupulosa  y  se  entregó  a  escribir  todas  sus  entradas  y
salidas  en  su  "carnet"  especial.  La  contabilidad  de  este
"carnet"  llegó  a  ponerla  perpleja, y  la  consecuencia  fue  una
dificultad para escribir. Aquí se ve palpable que la inquietud
trajo como consecuencia la obsesión. Por eso alguien ha dado
la regla: "Si no hacéis las cosas tan mal, no queráis hacerlas
mejor, pues lo mejor es enemigo de lo bueno". En el fondo, y
escudriñando bien, se encontrará una manía de perfección, en
que  se  califica  mal  al  que  ejecuta  una  acción,  porque  no  la
considera  bien  elaborada.  Hay  inquietud  y  obsesión  en  esta
 
 
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tendencia al perfeccionamiento.
 
EL ESTADO DE ARDOR
La inquietud se encuentra también en la irascibilidad y en las
diferentes  reacciones  de  la  cólera,  que  se  caracterizan  por
producirse de un modo inmediato y bajo la forma de ataque.
En  la  descripción  de  las  personas  agitadas  que  tienen  tales
trastornos, hay un fondo que podríamos llamar el
estado de
ardor.  Todo  el  tiempo  están  ardorosos  o  ardientes,  todo  les
entusiasma: lo mismo la literatura que un paseo o un viaje.
Constantemente   están   buscando   ocupaciones   en   oficios
disímbolos. Basta todo lo referido para comprender cómo se
pasa del estado fisiológico al patológico. En el normal, hay la
regularidad  de  las  acciones,  mientras  que  en  el  morboso  se
presenta la desviación del tipo ordinario, por falta o trastorno
en la dirección.
20 Un notable escritor inglés, Myers, establece
que  los  neurópatas  son  individuos  degenerados.
 21  Por  otra
parte,  en  los  genios  casi  siempre  es  posible  apreciar  un
estado continuo de inquietud. 22
El resultado del estudio es poder formar dos grupos, cada uno con sus caracteres comunes: el primero, en que caben todos los   individuos   felices,   que   pueden   descansar   y   dormir apaciblemente en sus almohadas; el segundo es el de los que están  agitados  y  descontentos. El descontento originado por la convicción de las acciones mal hechas.
 
LA PREOCUPACIÓN EN LA EPILEPSIA
Las  obsesiones  aparecen  también  en la  epilepsia,  ya  sea  en los que tienen ataques frecuentes o en los que los sufren de tiempo en tiempo. 23 Otras veces el gran mal es incompleto y sólo aparece el vértigo o una simple ausencia. En tal cuadro hay la obsesión  de que  vendrá  el accidente o  de que  ya ha pasado. Hay presagios que anuncian una catástrofe. El vértigo epiléptico  no  obedece  a  otra  cosa,  en  el  fondo,  que  a  la disminución de la fuerza psicológica.
 
 
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Precisando  los  elementos  que  hay  en  el  descontento  de  la
descripción variada que hemos hecho, encontraremos que la contrariedad de muchos que se consideran como bestias, no solamente es por el calificativo, sino porque también quieren borrar su descontento haciendo cosas y perfeccionándose. El individuo que tiene obsesiones se interroga a sí mismo y su preocupación   consiste   en   salir   de   lo   que   considera   su incapacidad,  mediante  esfuerzos  perpetuos  que  lo  mejoren. Estos esfuerzos, en relación con la personalidad, se traducen por múltiples aspectos de la conducta.
 
LA ORGANIZACIÓN DE UN GRAN ALMACÉN 24
Para  terminar  el  presente  capítulo  vamos  a  valernos  de  un símil:  suponed  un  establecimiento  que  por  su  naturaleza exige  una  gran  administración:  gran  cantidad  de  empleados con su jefe a la cabeza.  Para mandar bien, el director  debe abdicar  a  una  múltiple  cantidad  de  asuntos  especiales  que corresponden  a  los  inferiores,  para  sólo  dedicarse  a  los  que esencialmente sirven a la marcha del negocio, y de este modo poderlo encauzar y conducir con ecuanimidad. Pero si el jefe va   a   ver   agitadamente   a   todos   y   cada   uno   de   sus subordinados, y se ocupa de pormenores mediocres, entonces el  asunto  marcha  mal.  Pasa  lo  que  con  el  cerebro,  que funciona  de  una  manera  irregular  cuando  simultáneamente tiene   que   descargar   sus   energías   en   varias   partes   del organismo, debilitándose por este desgaste.
Desde  el  punto  de  vista  subjetivo,  la  personalidad  superior, inquieta, es cierto que vigila todo, pero con ansiedad, que no le permite prever claramente. Es indudable que el progreso, en  cierto  modo,  está  provocado  por  los  inquietos,  pero  las impaciencias hay que corregirlas. La conducta social pide para sí serenidad y no sacudimientos constantes.
 
EL PRESUPUESTO DEL ESPÍRITU
La  comparación  del  espíritu  con  un  almacén  trae  como
 
 
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consecuencia  la  consideración  del  grado  de  abastecimiento
que éste tenga: gran cantidad de mercancías en sus bodegas, en un caso, productos pasados de moda o destruídos, o bien crédito  perdido,  en  otro  caso.  Esto  último  cuando,  por  mal negocio, el pasivo supera al activo.
Igual  acontece  con  el  entendimiento  humano,  que  es  rico  o
pobre,  en  mayor  o  menor  escala,  y  por  cuya  razón  la
conducta  varía  en  igual  sentido,  siendo  muy  complicada
cuando  hay  múltiples  elementos  que  la  forman  y,  por  el
contrario, reducida el bagaje es exiguo y aún falta. Hay toda
una  escala:  desde  el  talento  y  el  genio,  que  tienen  a  su
disposición multiplicidad de ideas, hasta el imbécil y el idiota
que  poseen  unas  cuantas  o  no  tienen  nada.  Al  apreciar  el
estado   económico   del   espíritu,   se   ha   podido   llegar   a
demostrar: primero, que la riqueza de que se puede disponer
siempre es limitada; y segundo, que es periódica, o en otros
términos, que deben alternarse los momentos de auge con los
de reposo, procurando siempre constituir una reserva.
Por  otra  parte,  la  complicación  de  la  conducta  depende  del medio  social:  si  éste  es  heterogéneo,  aquélla  es  también diferenciada; y si el ambiente es simple y sencillo, entonces el conjunto se reduce.
Las  ventas,  en  el  establecimiento  a  que  hemos  hecho  la
semejanza, tienen alza y baja, y la clientela puede aumentar
o bajar dependiendo estas finanzas de múltiples causas, como
situación pecuniaria general, grado de miseria reinante, pago
de  salarios,  estado  de  las  cosechas,  estación,  temperatura,
etcétera.
No  terminaríamos  nunca  si  quisiéramos  agotar  los  cambios
que presenta la conducta social. Un individuo no se conduce
lo mismo con otro que es verídico, que con un mentiroso, ni
es  tampoco  igual  en  el  deslizarse  monótono  de  vida,  que
durante  el  matrimonio  y  en  la  noche  de  bodas.  A  veces  el
caudal con que se cuenta se pierde repentinamente, en virtud
de un acontecimiento que sacude al ser de un modo profundo.
Tal   pasó   con   aquella   célebre   enferma   de   Charenton,*
 
 
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melancólica,  que  en  su  juventud  y  prometida  a  su  novio,
recorre  el  Sena  con  su  cabeza  cubierta  de  azahares  en  la ceremonia  nupcial  y  que,  desgraciadamente,  se  hunde  la barca  y  perece  su  prometido.  Desde  aquel  entonces  nada recuerda,  sino  el  acontecimiento  funesto,  y  toda  su  tristeza oscila, sin remedio, alrededor de él.
La vida tiene abierta una contabilidad y en ella lleva su débito
y  su  haber;  y  para  constituir  reservas,  hay  que  acumular
energías.    El    almacén    quiebra    cuando    hay    un    mal
administrador  que  trastorna  el  régimen  impuesto.  Por  el
contrario, una dirección hábil lo simplifica todo, y así como el
mercader cobra y paga, del mismo modo la vida exige y hace
efectivos  sus  "pagarés".  La  existencia  viene  a  ser  por  esta
consideración   el   resumen   o   el   epílogo   de   una   dilatada
preparación. El espíritu que prevé, ahorra y además conserva
incólumes y sanas sus funciones, mientras que el perdulario,
tras de la bancarrota, enferma y entra de lleno en la locura.
Esto hay que evitarlo.
En la conducta, cuando hay exceso de acción, viene la fatiga, y  para  esquivarla  se  necesita  de  cierto  esfuerzo  que  luego tiene  su  recompensa  con  el  descanso.  El  esfuerzo  para escuchar  una  conferencia  está  pagado  con  el  sueño  y  las buenas noches que se desean a todos los oyentes.
 
NOTAS:
18 O los recuerdos "cinematográficos" que desfilan a una gran velocidad  frente  a  la  conciencia  del  sujeto  en  peligro  de muerte inminente.
19        El    aburrimiento      (spleen)    es    considerado    ahora
generalmente  como  un  equivalente  depresivo,  de  la  misma manera  que  la  inquietud  es  una  forma  de  expresión  de  la ansiedad.
20 Se refiere a los estados hipomaniacos con fuga de ideas.
21  Es  raro  que  Janet  deba  citar  a  un  desconocido  escritor
británico para referirse a una doctrina que se había generado
 
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en  Francia  en  el  siglo  XIX:  la  de  la  Dégénerescence.  El
término  en  esa  época  se  refería  no  a  una  connotación puramente  moral  sino  biológica.  Morel,  amigo  íntimo  de
Claude    Bernard,    publicó    en       1857    su
   Traité    des
dégenérescesnces.  Se  trataba  de  desviaciones  morbosas  del tipo normal de la humanidad, hereditariamente transmisibles y que evolucionaban progresivamente hacia la extinción de la raza.  Con  base  en  ellas  explicaba  una  buena  parte  de  la patología neuropsiquiátrica. En 1882 Magnan retomó la teoría bajo una óptica más clínica que antropológica. Hay que insistir una  vez  más  en  la  necesidad  de  contemplar  las  teorías  y enfoques dentro de la mentalidad y contexto de la época en que  se  generaron.  Las  aportaciones  de  Morel  y  Magnan,  a pesar del peligro ideológico que contienen y del sulfuroso olor evocador   de   Lysenko   que   despiden,   permitieron   hacer hincapié  en  las  "constituciones"  que  alcanzaron  su  gran desarrollo con Krestschmer y Sheldon. El principio director de la  teoría  de  Morel  era  antropológico  y  social  y  su  empresa inspiró las teorías modernas sobre la herencia. La genética de los trastornos mentales es una de las ramas más florecientes de  la  psiquiatría (ver:  Slater:  Genética  de  los  trastornos
mentales, Salvat Ed., Barcelona, 1974).
22 Los "dégenerés supérieurs" de Magnan. La locura superior de Platón, no morbosa, debida a los dioses.
23  El  "pensamiento  forzado"  de  Penfleid  (consultar:  Gastaut, H.;  Brugton,  R.:  "Ataques  epilépticos",  Toray,  Barcelona, 1975).
24 Janet gustaba de hacer con frecuencia metáforas de índole económica. Hablaba así del "presupuesto del espíritu".
*Uno  de  los  célebres  establecimientos  hospitalarios  de  la época  (junto con Bicétre, la Salpétrière y Sainte-Anne) para pacientes neurológicos y psiquiátricos.
 
 
 
 
 
 
 
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extremo  celoso.  Por  eso  le  hace  reproches  terribles:  ya

Los intereses sociales
 
LAS ACCIONES FALSAS Y LAS VERÍDICAS
 
 
 
En la práctica de la vida pueden señalarse los aspectos de la
conducta, dos grandes orientaciones, según que las acciones
converjan  a  un  fin  determinado  y  útil  o  que  solamente  se
ejecuten  sin  de  antemano  tener  pensado  su  resultado.  En
este último caso, se trata propiamente de un "juego social" o
de  un  convencionalismo  al  que  hay  que  ajustarse.  Vamos  a
hacer  varias  descripciones  que  servirán  de  ilustración  a  tal
tema.
A un consultorio médico llegan dos mujeres que se pelean y a
quienes hay que escuchar separadamente. Se trata de madre
e hija. Ésta, llamada aparte, dice al profesor que su madre la
martiriza  y  le  hace  la  vida  imposible.  La  autora  de  sus  días
tiene recepciones en su casa todos los martes y hace muchas
críticas de su conducta, que siempre se interpreta mal. Toda
interrupción se considera como no acertada, por lo que tiene
que  reducir  sus apreciaciones.  La madre, en  cambio,  platica
grandemente  con  todos  los  que  la  rodean,  a  muchos  de  los
que  hace  peticiones  o  solicitudes  especiales.  La  pequeña,  al
notarse  aislada,  llora  y  expresa  que  tiene  la  convicción  de
que, si no se la ve en tal estado y sumisa, su progenitora se
pone  furiosa.  Ella  tiene  que  soportar  el  carácter  autoritario
materno.  Por  su  parte,  la  madre  dice  al  facultativo  que  se
conduce en forma excelente con su hija, y que sólo el celo de
una magnífica educación es el motivo de las correcciones que
impone.
Esta reyerta familiar vamos a cambiarla por otra parecida en
el  fondo,  aun  cuando  con  matiz  un  poco  diverso.  Nos
referiremos a una vieja novela inglesa. Se trata de un marido
cuya esposa es una joven muy bella, pero de la que está en
 
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porque   se   asoma   a   la   ventana   o   ya   porque   corre   el
transparente  de  la  misma.  Cuando  la  discusión  llega  al
periodo álgido tira el retrato de la madre política, el que va a
caer  sobre  la  cama  del  niño.  Éste,  entre  paréntesis;  cabe
decir,  que  es  el  ser  más  razonable  de  la  familia.  La  esposa
protesta porque no se debe arrojar despectivamente la efigie
de  la  venerable  dama  por  el  suelo.  Entonces,  el  hombre,
furioso,  abre  la  puerta  y  sale  después  de  haberla  cerrado
bruscamente.  La  mujer  queda  en  su  domicilio  y  se  figura
muchas cosas: "¡él es tan terrible!"; "¡puede en un acceso de
desesperación     hacerse     un     grave     daño!";     "¡puede
abandonarla!"...  Pero,  "¡oh  sorpresa!",  no  ha  pasado  mucho
tiempo,  cuando  el  esposo  regresa  y  después  de  una  pronta
conciliación,  ella  le  sirve  té,  al  que  le  pone  azúcar  y  que
toman los dos juntos. Así es común que terminen las batallas
convencionales  libradas  entre  los  hombres  y  las  mujeres.  El
diablo huye a las 5 de la tarde, que es la hora del té, para no
ser indiscreto e importuno.
Por  lo  pronto  diremos  que  de  las  dos  narraciones,  en  la
primera, el llanto en la niña no es sincero, sino sólo es una
ficción;  y  por  lo  que  toca  a  la  segunda,  el  marido  quiere
terminar prontamente el supuesto y aparatoso enojo con su
compañera. Se trata en ambas historias de acciones falsas.25
Pasemos a otra cosa: toda reunión es un acto social en que
los que se agrupan tienen por objeto realizar un designio. Si a
la  sociedad  vamos  con  ojos  nuevos  encontraremos  siempre
una  multitud  de  cosas  nuevas.  Pero  si,  por  el  contrario,
nuestra  actitud  es  diversa,  entonces  sólo  se  alcanzará  a
formar   parte   de   actitudes   estereotipadas,   como   en   los
banquetes oficiales en que, de hecho, se trata de ceremonias
alimenticias en las que se obliga a todos a hacer lo mismo.26
 
EL ARTE DE LA CONVERSACIÓN Y EL FORMULISMO
Pensemos  ahora  en  una  reunión  de  damas  que  se  han
congregado para hablar y discutir sobre feminismo, habiendo
 
 
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una  directora  de  la  asamblea.  Ésta  se  distingue  porque  no
tiene  sombrero,  mientras  las  demás  están  al  mismo  nivel  y uniformadas: tienen cubierta su cabeza. Una catástrofe está a punto  de  realizarse  cuando  se  bosqueja  el  silencio.  Pero  no bien  pronto  se  inicia  éste,  cuando,  a  porfía,  se  precipitan todas para llenarlo. Constantemente deben escucharse voces. Esto recuerda un poco el fuego sagrado de las vestales, nada más  que aquí  se trata  del culto  de  la  palabra,  que  hay que conservar a toda costa, no obstante que sea cualquier cosa la que se diga. Otras veces lo que tendremos presente en lugar de  un  congreso  feminista  será  una  agrupación  en  la  que  se han  unido  los  individuos  para  cantar  patrióticamente.  El motivo del canto forzosamente debe ser un aire consagrado o un himno. No caben entonces variantes.
Viene  ahora,  como  referencia,  una  costumbre  típica  que  se
usa  ceremoniosamente  en  Madagascar.  Cada  quien  de  los
malgaches,  reunidos  con  su  jefe  a  la  cabeza,  puede  hacer
escuchar  su  voz,  pero  siempre  con  la  condición  de  que  se
trate  de  un  proverbio.  Uno  de  los  que  integran  el  cónclave,
pregunta, o emite su opinión en la forma referida, es decir, de
un   proverbio   malgache.   Un   segundo   contesta   con   otro
proverbio, y así sucesivamente se van continuando proverbio
tras  proverbio.  Se  trata  de  frases  aprendidas  de  memoria
desde  tiempo  secular  y  que  se  repiten  siempre  las  mismas,
estando consagradas por el uso y pasando de generación en
generación.
En  el  siglo  XVIII,  en  Francia,  en  donde  el  arte  de  la conversación llegó a su apogeo, la libertad de la palabra era vulnerada  en  muchos  salones.  Era  muy  curioso  ver  en  ellos que  a  los  concurrentes  se  les  hacía  perder  su  tiempo  para repetirles los mismos pasajes, tanto por el dueño como por la dueña de la casa, así como por las amistades más íntimas que las extendían a su vez a los demás convidados.
Lo  que  hemos  dicho  de  los  proverbios  malgaches  y  de  las
pláticas  ajustadas  a  un  mismo  patrón  hace  dos  siglos,  en
París,  todavía  perdura  ahí,  así  como  se  estila  en  todo  el
 
 
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mundo con el reinado actual de la frivolidad.
Después de salir de una casa a la que hemos concurrido, y en donde el uso de  la palabra como "juego" social se conserva protocolariamente,  no  hemos  aprendido  nada  nuevo,  no hemos añadido ningún vocablo más en nuestro diccionario de conocimientos.   Las   acciones   por   el   hecho   de   haberse ejecutado,  han  sido  reales;  pero  por  su  índole,  falsas.  Es conveniente  que  las  sepamos  distinguir  de  las  verídicas.  La acción  verídica  por  su  preparación,  por  su  secuela  y  por  su terminación, aprovecha al que la ejecuta, como por ejemplo cuando en un combate o en una lucha la finalidad directa es matar o deshacerse del contrincante.
En  las  visitas  y  en  las  reuniones  sociales  en  que  campea  la
diplomacia, las luchas son simuladas, y entonces se asiste a
alguno de los fenómenos curiosos a que nos vamos a referir:
uno  de  ellos  es  la  contradicción  a  que  acostumbran  acudir
algunas de las personas con quienes trabamos conversación.
Ese afán de contradicción no es sino un pequeño ataque que
se  hace  a  la  persona  a  quien  se  contradice;  un  pequeño
insulto para traer el mal o la destrucción del asunto que trata
a quien se odia. Es un mecanismo complicado que encierra en
la  disputa  una  agresión  enmascarada.  Si  quien  nos  hace  la
contradicción  es  gente  desconocida,  quizá  le  contestaremos
seriamente, pero esto es dar éxito a la oposición manifestada;
en cambio, si la respuesta es amable, ocultando en el fondo
un  sentimiento  de  inconformidad,  la  contradicción  fracasó
para quien la ensayó, pero entonces se verán nuevos ardides
para conseguirla. Algo parecido se produce en aquellos que se
enojan   o   descontentan,   efectuando   una   ruptura   cuyo
resultado  no  es  sino  la  excitación  de  los  que  intervienen  en
ella.
Así  como  los  neurópatas  engendran  seres  excitados,  de
análoga  manera  en  las  reuniones  a  que  nos  referimos  las
pláticas   provocan   excitación.   Las   señoras   nos   cuentan
pequeñas historias de las que debemos tener paciencia para
oír. Esto es a costa de una excitación a la que acompaña el
 
 
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esfuerzo.
En  algunos  de  los  capítulos  anteriores,  hemos  hecho  la distinción   entre   la   acción   primaria   y   la   secundaria   o secundarias. Ahora bien, en la acción verídica y que acontece en espíritus normales, la cuestión es complicada, pero en su composición  la  acción  primaria,  que  llamaremos  "P",  es
esencial,      viniendo     después     las     secundarias,     que
denominaremos S, SI, SII, SIII, SIV, SV.......... ... y que tienen por
objeto  atenuar  o  corregir  la  primera,  como  por  ejemplo  la fatiga,  el  reposo,  etc.  Esto  puede  representarse  según  el esquema siguiente:
 
 
 
En cambio, cuando se trata de acciones falsas, entonces las secundarias  adquieren  la  supremacía  y  ocupan  el  principal papel, quedando la acción primaria ahogada o subordinada. El esquema se modifica así:
 
 
 
Como  aclaración  de  esto  último,  nos  referiremos  a  lo  que
acontece en una persona, una  dama, verbi  gratia, que  va a
concurrir a la ópera, con objeto de escuchar buena música y
buenos cantantes. La acción primaria consiste en adquirir la
localidad, y las secundarias son: el trasladarse cómodamente
y  a  la  hora  oportuna,  después  de  haber  cenado,  hacerlo  en
agradable compañía, etc. Esto se realiza en la acción verídica;
en la acción falsa, la acción primaria queda empobrecida y las
secundarias se agrandan. Lo que menos importa es escuchar
a la orquesta y a los cantantes; en cambio, la dama se atavía
lujosamente, se pone sus joyas, se pinta la cara, y lo que la
seduce es que las miradas se fijen en ella cuando llega tarde
al  espectáculo  y  éste  ha  comenzado,  así  como  su  principal
interés consiste en "flirtear" con conocidos en los entreactos.
 
 
53

 
Con lo dicho, queda marcada la diferencia entre las acciones
verídicas y las falsas, así como la participación que toma en
las  dos  el  lenguaje.  El  lenguaje  es  acción,  sobre  todo  en  el
verbo,  y  de  éste  principalmente  en  el  imperativo:  "hablad",
"discutid", "atacad", etc. Las interrogaciones también originan
múltiples  derroteros  de  la  conducta,  nada  más  que  en  los
salones a que nos hemos referido es común que la señora de
la  casa  no  nos  permita,  para  responder,  tomar  la  cosa  en
serio: "Aquí está prohibido hablar seriamente", nos comunica.
¡Qué  diferencia!,  como  diría  Bossuet,  cuando  tenemos  una
satisfacción  por  la  seguridad  de  la  acción  de  pedir  lo  que
queramos  y  ser  obedecidos,  o  como  cuando  estamos  entre
amigos, con toda franqueza y, como vulgarmente se dice, "a
nuestras anchas".
 
LA OBJETIVACIÓN DE LA ACCIÓN
Nuestras acciones se objetivan y las propiedades del mundo
para  nosotros  son  las  consecuencias  de  ellas.  Procuramos
rodearnos  de  los  objetos  que  nos  placen  y  en  cambio  los
venenosos los rechazamos; nos aproximamos a la mujer bella
y  huimos  del  espectáculo  horripilante.  Libertad  de  acción  y
libertad de palabra sin cortapisa alguna, aguzando el ingenio,
es  lo  que  pide  la  acción  verídica.  Pero  como  el  mundo  está
diferentemente  integrado,  de  aquí  que  haya  seres  para
quienes   solamente   podemos   tener   acciones   simples   de
política  y  de  cortesía.  Otros,  para  los  que  tenemos  penas  y
tristezas;  y  otros  más,  los  preferentes,  para  los  que  hay
cariño,  amor  o  simpatía.  A  éstos  los  hacemos  notables  e
interesantes. El interés del individuo no es tanto por él mismo
cuanto  por  la  simpatía  que  le  profesamos.  Asimismo,  el
individuo que nos causa daño nos aleja de él, pero no tanto
por ser adversario de nuestro espíritu, sino por la pena que
nos provoca. Suprimid la pena y entonces degeneraremos en
la  indiferencia  o  llegaremos,  según  las  circunstancias,  a  la
tristeza y a la inacción morosa.
 
 
 
 
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NOTAS:
25 ¿Quién podría hoy menospreciar la agresividad que sostenía en ambos casos la dinámica intrafamiliar?
26 Recuérdese la cantidad de agasajos de esta índole de que fue objeto Janet durante su visita.
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
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La inacción
 
LA MOROSIDAD
 
 
 
La  tristeza  es  una  emoción  que  siempre  trae  aparejada  la
idea de pesa. Ha sido perfectamente estudiada, siendo de un
modo    principal    los    primeros    observadores    de    ella,
eclesiásticos  y  monjes,  entre  los  que  podríamos  citar  a  San
Francisco de Asís. Ha quedado clásica la regla dada por san
Francisco para llegar a la alegría. El santo decía: "no hay que
confesarse  de  la  tristeza,  porque  eso  es  malo,  produce  una
depresión  del  espíritu  que  a  su  vez  llega  a  la  morosidad"
(
morositas).  La  inacción  morosa  ha  sido  muy  común  en  los
individuos mártires, tristes en su resignación, pero que son la
condición inversa de los individuos agitados que, en su estado
de inquietud, constantemente se encuentran andando, y si se
sientan sólo lo efectúan en el borde de las sillas. Así como hay
personas  tristes  por  naturaleza,  existen  enfermos  de  mal
humor  por  temperamento;  y  del  mismo  modo  hay  razas  y
pueblos que poseen, unos, la tendencia a la indolencia como
otros a la acción.27
 
HISTORIA DE MAX
Ha sido descrita una enfermedad periódica que se alternan los
sentimientos señalados. En un tiempo, los sujetos portadores
de la dolencia son activos, alegres y pasionales. Después; en
otra fase, se tornan tristes y más tarde volver a la situación
primera  de  agitación.
 28  En  este  cuadro  encaja  muy  bien  el
enfermo Max, de 45 años de edad, que al comenzar la guerra
estuvo caracterizado por su gran valor, por su agitación y por
la  obsesión  de  todo  lo  que  se  refería  a  movimiento.  Pero
después, en 1917, entró de lleno en la melancolía, poseyendo
 
 
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ideas  sobre  el  mundo  y  las  cosas,  diferentes  de  las  que  les
corresponden,  y  aceptando  quizá  la  referencia  aquella  de
Renán, de que "el hombre debe quedarse en una estrella, en
Sirio".  Los  enfermos  de  que  se  habla,  no  se  preocupan  de
nada.  La  filosofía  indica  una  alteración  de  su  espíritu,  por
oposición a los hombres prácticos, que se ocupan ante todo
de tener seguros el desayuno y la comida. ¿Los filósofos están
atacados   de   aquella   alteración   en   cuyo   fondo   hay   el
sentimiento de vacío? Es común que en la morosidad haya la
supresión de la alegría, del deseo, de la felicidad, del goce y
hasta de la pena misma, es decir, no hay sentimientos.
29
 
CONTRASTE ENTRE LA AGITACIÓN Y LA INACTIVIDAD
Vamos, como contraste, a señalar dos casos típicos: uno de agitación y otro de morosidad.
El primero corresponde a una enferma del estómago, a quien
su  médico  le  ordenó  que  reglamentara  su  alimentación.  La
enferma, por la mañana, acostumbraba tomar café con leche,
y en virtud de un impulso irresistible se formó en ella lo que
se atrevería uno a llamar la dipsomanía del café con leche. La
paciente, arrastrada por su obsesión, iba a las cremerías para
tomar  tazas  que  no  le  satisfacían,  concurriendo  después  a
otros   establecimientos,   adonde   trataba   de   proveerse   de
alimentos,  pues  no  a  todas  horas  del  día  estaban  abiertos
aquéllos.   Entraba   a   las   panaderías   y   a   las  pastelerías,
llevando  paraguas  verdes,  que  llenaba  de  bizcochos  y  café
que  eran  robados  en  las  tiendas.  ¡Qué  diferencia  entre  esta
enferma agitada y los que poseen la morosidad! Aquélla tenía
su cara constantemente llena de gesticulaciones, mientras en
éstos la hay sin expresión, como si los cubriera una máscara
especial.  Los  últimos  manifiestan  que  suprimen
 las  acciones
inútiles. Consideran como tales las visitas, las conversaciones,
etc., y de aquí su retraimiento.
Hemos  ofrecido  el  contraste  con  el  estado  de  sacudimiento
perpetuo de la vida y vamos a cumplir tal promesa. El caso
corresponde a un hombre, dueño de una gran fortuna y, por
 
 
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lo tanto, de una magnifica habitación. El local amerita para su
conservación  una  gran  cantidad  de  criados,  de  jardineros,
etc.,  y  él  ni  siquiera  sabe  si  hay  una  flor  en  su  jardín.  No
quiere recibir a ningún amigo, ni a nadie que pudiera llegar.
No  desea  tener  ninguna  relación  y  tiene  miedo  de  recibir  a
cualquiera  que  lo  intente.  En  él  existe  una  manía30  muy
curiosa que llamaremos del "precedente". Reflexiona que no
ha  de  hacer  acto  que  no  haya  efectuado  de  antemano.  No
consentirá  ni  cambiará  nada  que  no  haya  ya  formulado,
porque tiene la manía de la regla. Ha escrito en su cuaderno
50 reglas de conducta y si la gente que se le propone no está
catalogada en su libro de notas, la reprocha. Ha suprimido las
acciones   nuevas   y   originales,   sencillamente   porque   no
establecen precedentes, no lo son. Por esto no quiere conocer
a nadie más.
Entre los filósofos, en Locke, hay descripción de niños que se encuentran en la inacción por temperamento, o mejor dicho, que  no  ejecutan  actos  nuevos  porque  no  los  han  verificado antes. Son diversos de los niños activos, que siempre tienen iniciativa en todas las cosas.
Volviendo  al  caso  de  Max,  referido  anteriormente,  dicho militar,   en   sus   crisis   de   melancolía,   tiene   olvidos   muy significativos. Por ejemplo: la motocicleta que por necesidad usaba  anteriormente,  la  suprime,  no  se  acuerda  de  ella. Empedernido  fumador,  su  distracción  llega  al  grado  de  no reconocer  un  cigarro;  pero  si  durante  su  tristeza  toma  uno, eso es una buena señal pronóstica, porque las acciones van a desarrollarse y va a abandonar su morosidad.31
La  vida  reclama  las  acciones  a  cada  momento,  pero  los morosos  se  escudan  en  que  no  hay  que  hacer  hoy  lo  que puede   hacerse   mañana.   Todavía   más:   estos   personajes quieren que hagan otros las acciones en vez de ellos. Tienen la vocación autoritaria para que hagan los demás lo que ellos no hacen. Así como también son sectarios del milagro, porque éste los sacará de sus penas.
Los  morosos,  además  de  la  manía  autoritaria,  tienen  la  del
 
 
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halago, para procurar conseguir lo que ellos no efectúan. La
mejor acción nueva es aquella en que hay elección y decisión; por  ejemplo,  para,  en  un  sitio,  tomar  a  la  izquierda  o  a  la derecha.  Los  morosos  piensan  que  otros  deben  tomar  las resoluciones que ellos no toman, y que así como hay quienes dirigen en un camino, hay en la vida directores de conciencia, a quienes es muy cómodo hacer consultas. Estas consultas no son remuneradas, violando  así la regla  general  de pagar un servicio por otro servicio. En la vida diaria los comerciantes y los  banqueros  son  los  mejores  psicólogos,  pues  entienden perfectamente  las  acciones.  Cuando  se  les  va  a  pedir  un artículo  o  presentarles  una  letra,  de  todos  modos  hay  que pagar,  y  si  no  se  cuenta  con  dinero  para  ello,  entonces  no darán  nada.  Sin  embargo,  comúnmente  en  las  relaciones sociales  hay  un  caso  muy  especial  en  que  la  naturaleza comercial del asunto es alterada, y es cuando se dan consejos sin tomar en cambio remuneración alguna. Es muy corriente en ciertos enfermos andar a caza de consultas, persiguiendo a las  personas  para  que  les  presten  atención,  cuando  los interesados no las tienen para los demás.
 
EL ASCETISMO 32
Vamos  a  entrar  ahora  a  un  problema  trascendente,  conexo
con  el  que  hemos  estudiado  y  acerca  del  cual  hay  una
formidable discusión. Es el problema del
ascetismo, supuesto
refugio  para  los  que  quieren  tener  una  gran  salud.  En  la
práctica  y  contra  lo  que  sería  de  esperarse,  hay  muchos
ascetas, a semejanza de la persona que no se ocupa de nada,
no  obstante  ser  muy  rico.  Es  un  asceta  que  tiene  su  vida
estrecha,  sin  que  quepa  en  ella  gusto  ni  ningún  placer,  a
diferencia  de  los  que  en  su  existencia  prueban  de  todas  las
satisfacciones.
El   ascetismo   es   una   enfermedad   mental   que   estriba
esencialmente en la inacción y  esto es lo que  ha provocado
objeciones.  Algunos  autores  eclesiásticos  expresan  que  los
ascetas son los que sacrifican sus acciones por perseguir un
 
 
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ideal. Ahora bien, éstos no lo son, así como tampoco aquellos
que   suprimen   placeres   transitorios   para   sustituirlos   por
duraderos, o por otros de orden superior. El que teniendo que
escoger entre ir a escuchar una conferencia de filosofía o ir a
deleitarse en un café-concierto, opta por lo primero, no es un
asceta. El asceta suprime el placer por el placer mismo, que le
repugna, y no por otra cosa. Es un fenómeno de inacción y de
depresión.  Con  este  motivo,  hay  que  referir  el  caso  de  un
griego  que,  en  medio  de  su  salud  tenía  de  repente  estados
depresivos y de nerviosidad que se resolvían críticamente. A
veces entre la depresión de naturaleza melancólica y la vuelta
a  la  salud  se  presentaban  accesos  de  narcolepsia  en  que  el
enfermo   estaba   dormido   de 17   a 21   días   sin   poderlo
despertar.33 En la guerra, durante cinco años, ha presentado
estos  sueños  profundos  en  que  positivamente  parecía  no
existir.  Solamente  después,  al  volver  en  sí,  se  entregaba  a
sus  ocupaciones  y  a  la  vida  real.  Las  crisis  de  irrealidad  las
sustituía por estados narcolépticos, de los que difícilmente se
le sacaba.
Ahora  bien,  los  hombres  de  voluntad  son  los  que  saben trabajar,  pero   al   mismo  tiempo   saben   dormir.   Son  los "Napoleón" que con gran fuerza de mando apenas cierran las cortinas de su pieza, duermen tranquilamente para despertar en  la  misma  forma  cuando  quieren.  Los  morosos  duermen mucho,  en  la  mañana  son  perezosos  y  dilatan  bastante  en despertarse, encontrándose en un estado intermedio entre el sueño y la vigilia, en que hay un entorpecimiento grande de las funciones mentales. 34
 
SUS EXPLICACIONES
a) El debilitamiento
Las  explicaciones  que  se  han  querido  dar  del  ascetismo  son
dos, de las cuales la primera es falsa. Ésta indica que se trata
de  personas  débiles,  sin  fuerzas,  y  que  por  lo  tanto  no  son
capaces  de  acciones.  Esto  está  en  oposición  con  muchos
agotados   pretuberculosos   o   precancerosos   que   no   son
 
 
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morosos,  sino  que  un  gran  numero  son  alegres  y  hasta
portadores  de  un  estado  de  excitación  cerebral  especial. Físicamente tienen fuerzas.
b)  Exageración  de  la  influencia  del  simpático  por  inacción cerebral
La segunda explicación es cierta: el padecimiento resulta de
una   alteración  del  sistema   simpático.  A  este  particular,
recordemos   el   caso   de   un   hombre   que,   encontrándose
acostado, inerte, y por lo tanto inactivo, al hacer el examen
físico  marcaba  una  respiración  frecuente  de  más  de  30  por
minuto  y  con  un  pulso  de  140  en  el  mismo  tiempo.  A  este
individuo, si se le dirigía la palabra, dándole por ejemplo los
buenos  días,  o  procurando  que  conversara,  se  riera,  etc.,
entonces, cuando estaba excitado, el pulso descendía a 80. La
conclusión   es   que   la   excitación   cerebral   había   hecho
desaparecer los síntomas  simpáticos,  o dicho  de  otro  modo,
que las alteraciones eran ocasionadas en virtud de la inacción
cerebral.
En   suma,   se   ha   tratado   de   una   conducta   particular, sistematizada,  ligada  con  la  fatiga.  La  reacción  es  más aparente cuando se esta dispuesto por el hábito a detener la acción:  entonces  comienza  la  fatiga.  El  hábito  de  estar fatigado es un eretismo.
Cuando se trata de pacientes que tienen accesos periódicos, entonces  cada  acceso  es  más  grave  que  los  anteriores, porque  se  va  adquiriendo  un  hábito.  La  fatiga  depende también, en cierto modo, de la dificultad para la verificación de los actos.
 
NOTAS:
27 Ver nota 12.
28 Evita Janet mencionar por su nombre a la psicosis maniaco-
depresiva kraepeliniana.
29       En    realidad    existe    una    diferencia    fenomenológica
importante entre el aplanamiento y la anhedonia por un lado,
 
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y la hipertimia dolorosa del deprimido por el otro.
30  Manía  es  tomada  en  este  texto  en  su  acepción  antigua: como sinónimo de locura. Este  paciente es todo lo contrario de un maniaco de acuerdo con la nosografía contemporánea. 31 ¿La melancolía estuporosa?
32 El tema ha sido desarrollado ampliamente por Janet en el primer  tomo  de  De  l'angoisse  à  l'Extase.  Hace  referencia  al ascetismo que es una forma particular de conducta que puede formar  parte  de  un  estado  más  general:  el  misticismo,  del que la psiquiatría se ha ocupado en repetidas ocasiones.
33 Situación difícil de creer pero de indudable interés para la neuropsicofisiología   de   la   función   hípnica.   Hubiera   sido deseable  que  Janet  hubiera  relatado  los  contenidos  oníricos de este helénico au bois dormant.
34  Ver:  Ey,  H.  y  cols.:  Psychophysiologie  du  Sommeil  et Psychiatrie, Masson, París, 1975. Una magnifica revisión sobre el tema.
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
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Lecturas Complementarias
 
Jean  Garrabé,  Diccionario  taxonómico  de  psiquiatría,  FCE,
1993.
Pierre  Janet, De  la  angustia  al  éxtasis,  FCE,  dos  tomos,
1991-1992.
Werner F. Bonin,Diccionario de los grandes psicólogos. De
las  ciencias  del  espíritu  a  las  ciencias  de  la  conducta,
  FCE,
1993.
Jacques Postel y Claude Quétel,Historia de la psiquiatría,
FCE, 1997.
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
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