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VINISTE A SER FELIZ, NO TE DISTRAIGAS

¿Quién dijo que necesitas una vida perfecta para ser feliz?




SINOPSIS:

Todos tenemos el derecho y la capacidad para ser felices: la felicidad es una decisión. Decisión que se toma día a día, momento a momento. Sin embargo, normalmente nadie nos explica cómo alcanzar asertivamente ésta meta de vida. Por suerte, existen herramientas que nos facilitan el alcance de la plenitud, y eso es justamente lo que voy compartir contigo en este libro.

Así como Einstein decía que todo mundo es un genio, simplemente se debe educar la mente de la gente, yo afirmo que: TODAS LAS PERSONAS TENEMOS LA CAPACIDAD DE SER FELICES; SIMPLEMENTE TENEMOS QUE DESARROLLAR CIERTAS HABILIDADES PARA LOGRARLO.

En este libro voy a transmitirte seis lecciones prácticas y sencillas que educarán a tu mente para interpretar las situaciones desde diferentes ángulos, facilitándote gozar de los momentos de tu vida con mayor consciencia y plenitud; lograrás ver que la vida es mucho más sencilla de lo que nos dijeron o de lo que pensamos.

El control que tienes sobre tu propia mente tiene un impacto decisivo en la forma en que te sientes, en tu salud y en el hecho de que logres o no alcanzar tus metas. Tú decides si ese impacto es positivo o negativo; la responsabilidad es sólo tuya.

Así que… ¡Viniste a ser feliz, no te distraigas!



VINISTE A SER FELIZ, NO TE DISTRAIGAS

ÍNDICE

Agradecimientos

Introducción

Un poco sobre mi
- Unos detalles más de mi infancia

Lecciones para ser una persona más plena y llevar una vida mas feliz

- Búsqueda de la perfección
- Identidad y destino
- Busca tu premio
- Pausa
- Ser flexible (mentalmente)
La disposición de tu mente
Condiciones de vida
Tus acciones individuales
- Reconoce tu valor
¿Cómo mejorar el autoestima?
- Tips convencionales

Conclusión



AGRADECIMIENTOS

Imposible nombrar a todas las personas a las que, de una manera u otra, tengo algo que agradecerles con respecto a la realización de esta obra. Todas las personas que han sido importantes en mi vida, que me han ayudado a sacar lo mejor e incluso lo peor de mí, me han ayudado también a conocer más a fondo cada una de mis facetas, mis virtudes y mis múltiples defectos y sombras.

Sin embargo, la persona que a mis treinta más me ha enseñado es mi hijo Maximiliano, de tres años, quien hasta el momento es mi mayor logro y mi más preciado tesoro.

A mi esposo, Ernesto ―compañero de vida y mejor amigo― le agradezco todo el amor y todas las enseñanzas que me brinda día a día. Todo el apoyo que me ofrece para alcanzar mis sueños, por más extravagantes o poco ordinarios que parezcan. Todas las ocasiones que me proporciona su tiempo y sus consejos. Sin duda, él es mi mejor espejo, somos incondicionales y espero con toda mi alma tenerlo junto a mí para toda la vida.

Quiero agradecer también a mi tía Margarita, quien ha sido mi gran pilar en la vida, me ha apoyado desde chica y lo hace hasta el día de hoy. Su ejemplo me ha enseñado el significado del amor incondicional y el apoyo desinteresado, y que debemos ser valientes y atrevernos a tomar nuevas aventuras y retos, pues muchas veces la vida te sorprende de manera grandiosa.

A todas y cada una de las personas que me han lastimado de manera directa o colateral, sólo quiero decirles: gracias, porque con cada una de ustedes aprendí a defenderme, a valorarme, a cuidarme más o simplemente a ver que las cosas no siempre son como las queremos, son a veces… ¡incluso mejores!



VENISTE A SER FELIZ, NO TE DISTRAIGAS

¿Quién dijo que necesitas una vida perfecta para ser feliz?

INTRODUCCIÓN


¡Hola!! Me llamo Elisa Uranga y este libro se me ocurrió escribirlo una noche que estaba buscando algún libro nuevo de cómo llevar una vida más plena, cómo lograr llevar una vida más tranquila y feliz. Eran alrededor de las once de la noche y mi esposo e hijo estaban dormidos. Yo soy de las que se desvelan y ¡me encanta! Ahí encuentro momentos especiales y únicos en los que puedo estar yo sola, conmigo misma. En fin, que comencé a buscar y de pronto hice consciencia, hice una auto observación muy detenida de cómo me sentía en ese momento.

Me di cuenta de que era, en efecto, una persona feliz; satisfecha; orgullosa de su pasado y su presente. Pensé en los varios libros y artículos que había leído y en lo mucho que me habían aportado para lograr esta satisfacción, y me puso aún más contenta descubrir que el tiempo invertido en mí en términos de crecimiento personal, había valido la pena.

Soy feliz y, sin embargo, no tengo el coche soñado estacionado en mi garaje, ni la casa más bonita de mi vecindario, y mi situación financiera desearía que fuera mejor (jajaja, la mente subconsciente haciendo de las suyas para que no salgas de tu zona de confort ―aún cuando ese confort no sea positivo―;a la mente siempre le va a asustar lo nuevo, más adelante desarrollaremos este tema). ¿Hay alguna contradicción en esto? No; muchas veces uno cree que la gente feliz o satisfecha es únicamente la que tiene sus logros o sus metas realizadas (yo también pensaba así; muy seguido me decía a mí misma “cuando tenga esto y aquello, seguro estaré más contenta”) pero la verdad es que la felicidad no viene condicionada por los logros/objetivos externos ya alcanzados, sino por un trabajo arduo y constante descifrando y educando a nuestra propia persona, mente consciente y subconsciente.

Escribir este libro, tiene dos objetivos fundamentales: uno es recopilar y compartir las ideas que me han ayudado a lograr esta plenitud y, en segundo término, escribir un libro es una de esas metas que siempre he querido lograr. No te voy a negar que el hacerlo también me da algo de temor: temor a que no sea del agrado de los lectores; temor a no ser suficientemente buena en esto; temor a “desnudar” mi forma de pensar con tanta gente; temor a ser criticada. Pero ¿sabes? al mismo tiempo que me paralizan estos “miedos”, de sólo pensar en su publicación me recorre el cuerpo una adrenalina que me hace sentir viva, me hace soñar, sentir ¡me hace feliz!

Muchas veces en mi vida me he encontrado en esta encrucijada ¿lo hago, o no lo hago? Cuando el impulso de hacerlo ―a pesar del miedo que eso provoca― es más grande y gratificante, ya no hay duda: lo hago y mando callar esa vocecita en mi mente que me hace dudar de mí. Pero ¿y si no puedes? ¿y si no sale como quieres? No importa qué pase, lo resolverás en el trascurso; todo se resuelve a medida que se van presentando las cuestiones, ve paso a paso, no te adelantes y mejor pregúntate qué pasaría si todo sale mejor de lo que crees, lo mucho que podrás aprender en el camino. ¿Y si al final todo sale bien y lo logras? ¿y si todo se acomoda para que te sea sencillo? ¿y si las dificultades las logras sobrellevar, manejar y vencer? ¿y si llegas a tu meta? ¿y si el proceso de llevar a cabo tu meta, te llena de momentos felices?

Si estás leyendo esto, significa que esa adrenalina ya tuvo su clímax el día del lanzamiento de este libro. Te agradezco infinitamente el tiempo que le estás dedicando a esta obra, espero de corazón puedas sentir la pasión y satisfacción con la que me embriagué al escribir cada línea y párrafo, que te sea de mucha utilidad para poder cambiar tus enfoques negativos y que puedas ver que la vida es mucho más fácil de lo que nos dicen o imaginamos.

Muchas veces no podemos controlar lo que sucede a nuestro alrededor, pero sí la forma en la que lo interpretamos y asimilamos. Muchas veces el ángulo que nos hace falta, es únicamente más amor, tanto a nosotros mismos como a las personas que nos rodean.

Ese es el aprendizaje que vamos a trabajar juntos ahora ¿estás listo?



UN POCO DE MI

Nací en 1985, de una madre sumamente inteligente y padre con espíritu sumamente libre.

Nunca tuve una relación padre-hija convencional. El trabajo de mi padre me fascinaba; se dedicó toda su vida a gestionar o solicitar recursos que otorgaba el gobierno para mejorar las localidades rurales. Para esto debía vivir y convivir con las personas de las zonas apartadas por tiempos prolongados ―seis meses o muchas veces más― para lograr entender a la comunidad y ver a fondo qué necesitaban, y así poder armar un proyecto completamente fundamentado para poder obtener el recurso. Como resultado de esto, mi papá nunca estuvo en nuestra casa, lo veíamos realmente pocas veces al año. En los lugares donde trabajaba generalmente no había teléfono y en la década de los ochentas no eran tan comunes los celulares, así que una comunicación constante no teníamos. Realmente nunca estuve mucho tiempo con mi papá, no lo conocí mucho. En una ocasión, lo acompañé unos días a una localidad donde estaba haciendo un proyecto, y en efecto, los lugareños veían a mi papa como un héroe. Fue algo muy bonito.

Mi mamá… realmente tengo mucho que contar, lamentable o afortunadamente (todo es cuestión de enfoques) fui una niña muy rebelde que nunca pudo adaptarse a sus reglas, y al ser ella una persona tan inteligente, tampoco logré entenderla. Me escapé en múltiples ocasiones de mi casa, hasta que una vez a mis dieciséis años lo hice de forma definitiva, me llevé todas mis cosas en una gran maleta. Me fui de viaje por seis días, sin contactar a mi familia, y hoy en día lamento mucho el dolor que les ocasioné. Era una niña inconsciente que quería vivir al máximo y fuera de las reglas de mi casa. Me fui con unos compañeros de la secundaria, persiguiendo un primer amor, a mis amigas y amigos, que a la fecha son como mis hermanos. Cuando regresé a la ciudad y a mi realidad, no tenía claro qué me iba a deparar el destino, lo único que sabía era que a la casa de mi mamá era imposible regresar. Gracias a Dios/universo a la vida misma, mi abuelita y mi tía (desde chica siempre fuimos muy unidas) me ofrecieron un lugar donde quedarme en lo que decidíamos que hacer conmigo. Mi mamá me dejó de hablar por un tiempo muy largo, no recuerdo si fueron meses o un año, y doy gracias a ese tiempo, ya que, aunque fue doloroso, tuve mucha paz - un estado que no tenía en mi casa - y mucho amor que me hizo decidir firmemente que no regresaría, que no me hacía bien estar con mi mamá. Agradezco cada momento bueno, malo, triste o feliz que viví con mi familia ya que todo en la vida aporta…Y aquí queda perfecta una lección que deseo compartirles:

Todo momento, persona, premio o angustia, todo, y cuando digo todo es TODO, en esta vida tiene algo que enseñarte, puede ser una lección muy banal (por ejemplo “esto me gusta” o “esto no me gusta”, “esto se hace así” o “esto no se hace así”) o una lección mucho más trascendental (“así es la vida”, “o me adapto o tengo que ver que hago para cambiar la situación”, “la vida que tenía en mi mente era una fantasía”, etc). Pero todo tiene una enseñanza.

Hay una frase que me encanta:

“CADA PERSONA EN TU VIDA TE DA ALGO Y TÚ LE DAS ALGO DE TI. HABRÁ QUIENES TE DAN MUCHO Y/O TE QUITEN MUCHO, PERO NO HABRÁ ALGUIEN QUE NO TE DE NADA O A QUIEN TÚ NO LE DES ALGO”

Estoy 1000% de acuerdo con esta frase, es más, te podría decir que vivo de acuerdo a ella. Te pido que ahora cambies la palabra PERSONA por MOMENTO, poderoso, ¿no?

Si hacemos este pequeño cambio, empezamos a sentir y a comprobar que todo suma, que en todo momento hay un intercambio con la vida misma de dar y recibir, pero que nunca es algo simplemente porque sí, sino siempre hay un “para qué”.

Sé que tal vez suena sumamente trillada esta lección, pero en verdad te invito a que dejes de lado esta lectura como mínimo por un día, y antes de continuar recapitules los momentos más felices de tu vida. Pregúntate ¿Qué te aportaron, además del sentimiento de felicidad? ¿Qué aprendiste de ellos? Y al mismo tiempo, recuerda los momentos más duros ¿Qué te enseñaron? Reflexiona, busca bien, analízalos; encuentra la lección que tuvieron en tu persona. ¿Qué hay detrás de la gente que no fue buena contigo? ¿Y ese momento doloroso qué te dejó como aprendizaje? Una vez que identifiques y hagas consciente eso que te aportó y para qué te sirvió esa experiencia, empezarás a agradecer esa lección o a esa persona, ya que fue un excelente maestro en tu vida. Y con eso, querido lector mío, le estamos dando herramientas a nuestra mente para ser más y más plenos y felices. Porque recuerda que las experiencias, buenas, malas o medianas que hemos tenido en nuestra vida ¡han forjado a ese gran ser humano que eres hoy!

Y con esto en nuestra mente ¡dejaremos de sufrir lo vivido y empezaremos a disfrutar y aprovechar lo aprendido!

Si estás pasando un momento en el cual no te sientes satisfecho con la persona que tú crees ser, estás en un momento importantísimo: se trata de un punto de inflexión, de quiebre o cambio de rumbo; estás en un punto de búsqueda, de crear tus propios moldes, de analizar qué es lo que te hace sentir así. Todos hemos pasado por situaciones similares; son momentos poderosísimos y de creación ya que tenemos una gran página por llenar, por descifrar. Aquí es cuando la mente se vuelve más receptiva, ya que está en búsqueda de respuestas. Si es tu caso, espero poder transmitirte algo que aporte a tu proceso, pero sobre todo que te llene el alma con entusiasmo y con la ilusión de que en tus manos está la respuesta y las herramientas para que logres cualquier cambio en tu vida, y que los procesos de cambio pueden estar llenos de alegría y optimismo.

Por experiencia sé que los procesos de cambio o las situaciones difíciles se pueden disfrutar si sabes cómo interpretar y enfrentar los retos que estás atravesando. Si estás en un momento difícil, recuerda que se vienen días mejores, no te desesperes, todo tiene un inicio y un fin, todo en esta vida tiene un tiempo y un plazo, y esto que estás viviendo va a pasar. Cuando acabemos ese plazo o tiempo de “sufrir” o de “luchar”, estará en nuestras manos rescatar todo lo aprendido o simplemente quejarnos; agradecer el aprendizaje o sufrir lo vivido. Está en nosotros ver desde un diferente enfoque esa lucha, simplemente como un acomodo de las situaciones y de las circunstancias.

No te condenes con juicios negativos; si hay algo de tu persona que no te agrada, trata de verlo sin la palabra “bueno” o “malo”, y simplemente como un rasgo perfectamente humano. La sociedad y las instituciones nos han bombardeado con etiquetas de “bueno” y/o “malo”. Sentir algo que tenemos catalogado como malo nos crea mucha tensión y angustia, pero cuando empezamos a ver los sentimientos más como señales que hacen referencia a algo en nuestro subconsciente que desea salir al exterior y nos está abriendo una gran puerta para conocernos un poco más, empezamos a disfrutar de esos sentimientos inexplicables que teníamos reprimidos por tratar de ser “buenos”. Gozando así un nuevo panorama de tu persona, estás logrando tener una vista objetiva, más consciente y real de quién eres.

La gran diferencia entre una persona buena y mala, es que una buena también puede ser mala, pero decide no serlo.

¿Ves la diferencia? Las personas buenas y malas no se definen por sus emociones, ni por sus pensamientos, sino por sus acciones. No te castigues. No te juzgues por lo que sientes, no te tortures porque estás sintiendo algo negativo, y cuando tengas la sensación de tener pensamientos o emociones “malos”, explórate y trata de ver de dónde salen realmente. Aprende y deja de tener miedo a enfrentarlas, míralas y siéntelas ¡siéntelas con todo lo que implica!

Creo que tengo muchas frases que amo que he leído o escuchado de otras personas, pero ésta la hice y aplica perfecto en este momento del libro:

“¡No luches por dejar de ser quien eres! ¿Qué pasa si en lugar de tratar de negar o evadir algo que no nos agrada de nosotros mismos, intentamos aprender a vivir con eso? El día que lo veamos como parte de nosotros, sin que nos perturbe ni agobie, dejará de tener esa intensidad que tenía cuando lo rechazábamos rotundamente. Será únicamente parte de nuestra vida, pero sin el poder de regirla ni dirigirla. Estará allí, pero en estado latente; será controlado por tu mente y tus decisiones.” ( - Elisa Uranga)

Los humanos somos duales: somos al mismo tiempo todo lo que desearíamos ser y todo lo que realmente somos, tenemos hermosas imperfecciones reales y auténticas, y al mismo tiempo somos máquinas perfectas que no se pueden igualar; no hay nada que se compare con el cerebro humano. No luches contra tu forma de ser, acéptala. Si no te gusta, intenta bajarle la intensidad, obsérvala y habla con esa parte, como si fuera algo diferente a ti y ponle límites, trata de manejarla y controlarla pero no intentes negarla. Porque todo eso te hace ser quien eres ¡ese ser increíble, eres tú!



Unos detalles mas de mi infancia

La situación de no estar tan presente en la vida de mis papás, ni ellos en la mía, tuvo muchas repercusiones. Me llevó años aceptar que así fue mi vida, y aunque firmemente creo que cada quien es arquitecto de su propio destino, sé que a veces hay cosas o situaciones fuera de nuestras manos, y la única solución para no volvernos locos, y lo digo de manera literal, es aceptarlas tal cual son, y fluir con ello.

De lo más fuerte que tuve que aceptar en mi vida fue no ser suficiente para mi papá, es decir, suficiente para que él decidiera proporcionarme su tiempo. Así es, a veces se gana y a veces no (pero de todo se aprende). Y aquí tengo rápidamente otra lección importantísima: a veces aferrarnos a la fantasía de que algo sea como lo deseamos nos lastima mucho más que simplemente aceptar y digerir la verdad con valentía.

Tengo un fragmento de una historia que quiero compartir contigo:

Una vez, un niño le preguntó a un sabio que estaba llorando, “sabio, dime ¿quién te ha lastimado tanto para llorar tan fuerte?” a lo que el sabio le contestó “mis expectativas”.

Cuándo uno está bien plantado en su realidad, no tratando de evadirla o maquillarla, uno anticipa los posibles resultados, y cuando llegan esos resultados ―si ya los tenías en tu mente― es menos probable que te encuentren desprevenido y te lastimen tanto. Creo que aquí es donde mucha gente se genera dolor innecesario: cuando no acepta los hechos tal y como son en ese momento.

Traslademos esto que me sucedió con mi papá al caso de una pareja, un amigo, familiar, etc. Todos sabemos que no somos “monedita de oro” para caerle bien a todo el mundo. Cuando uno se da cuenta de esto y deja de fantasear con cambiar, enamorar o generar la aceptación del otro, uno se libera, te liberas de la atadura de tu propia fantasía o mentira. Tal vez esto nos haga sufrir por un momento al aceptar que para esa persona no fuimos lo suficiente para ser “worth keeping”, pero una vez que lo trabajas y asimilas, lo dejas de sufrir y lo ves tal cual es, un hecho objetivo.

Y así como tal vez no fuiste de interés para ese individuo o esos individuos, te puedo jurar que el mundo está bastante poblado y hay miles o millones de personas que amarían y harían lo que fuera para estar a tu lado, así que no te desgastes o limites tu felicidad por querer encajar, no vivas en una fantasía, no disfraces tu realidad ni la maquilles, eso sólo te resta poder y felicidad. Acéptala y, si quieres y puedes, cámbiala. El saber bien en dónde estás parado te ayudará a realizar dicho cambio. Si se trata de esas situaciones que no pueden modificarse, acéptala y ya. No todos los resultados dependen de uno, pero sí el modo en el que enfrentes ese resultado. Y eso cambia mucho la forma de ver la vida, haciendo más fácil el poder disfrutarla.

El mundo entero sabe que la información es poder, que con la información correcta es más fácil tener éxito (en la enseñanza para tus hijos, en el trabajo, en las inversiones, en los negocios, bueno, hasta en las relaciones interpersonales). Teniendo esto en cuenta, imagina el poder que te da (sobre ti mismo) el tener tu información completa, saber tu realidad, tener más detalles de tu consciente y subconsciente. Tener esa clase de datos e información te facilitará cualquier cosa que decidas hacer.

HERRAMIENTA:

Acepta y encuentra tu realidad, en ella están tu poder y tu felicidad. Ya que si algo de tu realidad no te agrada, pero sabes qué es, al tener esta información analizada tendrás herramientas para poder trabajarla y, si se puede, transformarla será más fácil y te prometo que al final, ya sea como consecuencia de aceptarla (si no la puedes cambiar) o de trabajar en el cambio, serás más feliz y pleno. Por el contrario, aferrarte a resultados imposibles y poco realistas es sumamente desgastante y frustrante, generando a tu mente una sensación de impotencia.

La siguiente es una frase de Auguste Comte que es perfecta para este libro:

“Los hombres olvidan siempre que la felicidad humana es una disposición de la mente, y no de las condiciones o de las circunstancias”

Firmemente vivo esa premisa, que la mente de uno mismo es la ÚNICA responsable de nuestra felicidad o desdicha. Recordemos que la felicidad perfecta y constante es prácticamente utópica, o sea, algo irreal. La definición de “felicidad” que pueden explicarte varias personas que se sienten felices sería: la recopilación de muchos momentos plenos, satisfactorios, alegres, y en paz en nuestra vida.

Afortunadamente, si logramos obtener las herramientas o conocimientos adecuados, podremos entrenar a la mente para tener más de esos momentos, para que sea más sencillo convertir cada experiencia en algo pleno o al menos agradable. Lo que le falta a muchas personas son precisamente esas herramientas. El entrenamiento se genera con la práctica constante, con trabajo, esfuerzo y constancia, y como con todo lo nuevo, el inicio suele costar trabajo, pero vamos mejorando poco a poco, hasta lograr que se vuelva nuestro modus operandi sin pensar o sin esfuerzo. Y créeme ¡sí se puede lograr!

Lo que quiero transmitir en este libro es precisamente esto, cosas prácticas, sencillas, que eduquen a tu mente a ver las cosas de diferente ángulo, para poder gozar de momentos con mayor bienestar. Ésta es una guía práctica y rápida para poder ver de diferente punto de vista las cosas, de una manera más sencilla, más natural.

A continuación, empezaremos a detallar a fondo las herramientas o lecciones que he recopilado para lograr desarrollar una conciencia más abierta y poco a poco trabajaremos en la facilidad de ver los diferentes ángulos de las situaciones, las personas y las experiencias. Dentro de todo lo “malo” siempre hay algo bueno que aprender, y, sin querer tapar el sol con un dedo, algún filósofo optimista dijo una vez:

Si te fijas en todo lo que no tienes, no tienes nada; pero si te fijas en todo lo que tienes, lo tienes todo.

¡Lee esta frase varias veces, por favor!

Si te fijas en todo lo que no tienes, no tienes nada; pero si te fijas en todo lo que tienes, lo tienes todo.

Si te fijas en todo lo que no tienes, no tienes nada; pero si te fijas en todo lo que tienes, lo tienes todo.

Si te fijas en todo lo que no tienes, no tienes nada; pero si te fijas en todo lo que tienes, lo tienes todo.

Si te fijas en todo lo que no tienes, no tienes nada; pero si te fijas en todo lo que tienes, lo tienes todo.

Si te fijas en todo lo que no tienes, no tienes nada; pero si te fijas en todo lo que tienes, lo tienes todo.

Ahora, hagamos algunos pequeños cambios:

Si te fijas en todo lo que te hace feliz, eres feliz, pero si te fijas en lo que te enoja o derrota, estarás frustrado.

Si te fijas en todo lo que amas de ti, estarás orgulloso de ti mismo, pero si te fijas en todas tus imperfecciones, estarás insatisfecho con tu persona.

Y así… ¡hay mil ejemplos! sólo cambia las palabras por lo que necesites trabajar, y repítelo muchas veces, muchas veces, para que te des cuenta del gran poder que las palabras tienen en tus emociones y en tu estado de ánimo. Es justo allí donde comienza el cambio. Donde podemos jugar para generar sensación de bienestar.

Cierra los ojos y piensa en todo lo que tienes para ser feliz, en todo lo que tienes para agradecer, en todo lo que haces día a día que te complace, que te hace sentir vivo, en todo lo bueno que hay en tu vida, en la gente que te ama, en la gente que tú amas. Enfócate en eso, trata de que tu vibra y tus emociones sean congruentes. Aún cuando tengas algo que desees cambiar, recuerda la frase y realiza tus mejoras o cambios, pero con ése estado de ánimo de optimismo, felicidad y agradecimiento.

¡Empecemos!



LECCIONES

Sé que en las páginas que acabas de leer comencé a citar algunas de las lecciones que tengo preparadas para este libro; sin embargo, cada herramienta da mucho de qué hablar. Así que, sin ánimo de repetir, empezaremos a revisarlas una por una, vamos a analizarlas desde su lado bueno, el lado no tan convencionalmente bueno; también veremos ejemplos prácticos para aplicarlas, para que te sea muy fácil poner en práctica las lecciones en tu día a día.

Quiero aclarar a qué me refiero con los términos “egoísta” y “no tan convencionalmente bueno”. Me refiero a que, si a alguien de mentalidad no tan abierta le dices que de cada acción siempre saca uno algo de provecho, te va a decir que él no, que él ―a diferencia tuya― sí hace cosas sin esperar nada a cambio. Incluso podrías percibir un tono despectivo en su voz. Y he aquí una gran ventaja tuya sobre estas personas: cuando encuentras ese beneficio “escondido” en tu persona, por el cual realmente estás haciendo las cosas, tu visión de esa actividad cambia radicalmente porque tienes claro tu verdadero motor (uno personal). Tendrás, a diferencia de los demás, un doble motor ( el personal .y el evidente para todas las personas)

Te pongo un ejemplo de una acción tan amorosa y natural como lo es la lactancia. Pareciera que de fondo no es tan fácil ver aquí el lado egoísta del que estamos hablando:

La lactancia, cuando empiezas a darle pecho a tus hijos, créeme que duele, se trata de un dolor soportable, pero intenso. Siempre me ha parecido un acto de amor incondicional de una madre a su hijo. Cuándo empecé a darle pecho a mi hijo, no tenía aún toda esta información ¡claro que me dolía, y mucho! No tuve mucha dirección en cómo hacerlo, mas que la del hospital. Por el tipo de relación que tenía con mi mamá y con mis tías, que son como mis segundas mamás, me daba mucha pena preguntar o que me vieran. Al inicio, me dolía tanto que hasta se me escapaban las lágrimas, y me puse a investigar qué tan viable o benéfico era sustituir la lactancia por leche de fórmula. Como siempre he sido muy auto-analítica y autodidacta, leí muchísimos artículos sobre qué hacer en caso de no poder darle pecho a tu bebé. La conclusión a la que llegué fue:

La leche materna es mejor que la de fórmula, de eso no hay duda. Le da a tu hijo más aportes nutricionales, sin embargo, un niño “de fórmula” también es un niño muy sano, y puede ser feliz sin ese vínculo que se construye al darle pecho.

Con esta información, todo en el proceso de dar pecho cambió en mi mente. Esto había pasado de ser una imposición (aunque fuera solo imposición personal) a ser una decisión mía ¡tenía opciones! Analicé los beneficios de cada una de ellas y tomé una decisión de manera libre. Decidí dar pecho, y desde ese momento lo daba con un amor consciente y no como un amor obligado (había decidido darle pecho por que me hacía sentir buena mamá, por que estaría orgullosa de haber vencido los obstáculos y lograr mi objetivo; además de los beneficios que tenía la leche materna).

La diferencia es poderosa; cuando uno toma una decisión de manera consciente y estudiada, viendo lo bueno y lo malo, a mi parecer es un amor más grande, más real, dado que sabes el “lado oscuro”, o las posibles dificultades de lo que estás eligiendo y aun así te vas por ese camino. De hecho, tenemos más beneficios al hacer esto: las complicaciones no te toman por sorpresa, las anticipas y puedes manejarlas más fácilmente.

Y con esto, queridos lectores, empieza a aparecer algo de magia:

Cambia el “tengo que hacerlo”, por un rotundo: “decido y quiero hacerlo”.

La energía, la sensación, el sentimiento de estas dos opciones es muy diferente; hacer las cosas por elección genera bienestar, satisfacción, empoderamiento y gratificación. Por el contrario, hacer algo por obligación o de manera forzada, genera enojo, irritación, frustración, y pérdida de voluntad.

Con pocos y pequeños cambios de cómo vemos las cosas, la sensación de tu vida en general cambia de manera positiva a una vida que te sientes orgulloso de vivir. Poco a poco te será más sencillo lograr este modus operandi de manera inconsciente en casi cada aspecto de tu vida.

¡Comencemos!




BÚSQUEDA DE LA PERFECCIÓN

Hoy en día, con tanta publicidad y falsas realidades con las que nos bombardean los medios de comunicación, la gente está añorando la perfección en todo momento y en cada aspecto de su vida, dejando de disfrutar la magia que hay dentro de la vida misma, la magia de lo espontáneo, de lo casual. Dejamos de disfrutar lo que es, porque vivimos añorando lo que queremos que sea.

Dejamos de lado nuestra libertad, y obstaculizamos el fluir natural de las cosas o situaciones, las queremos forzar a que sean como nos muestran, como nos hacen creer que “deberían” ser, según las campañas de publicidad, las películas, las series de televisión, etc. Nos esforzamos en todo momento para vivir de acuerdo a una expectativa irreal.

Por citar algunos ejemplos: El cuerpo y el cutis soñado de las modelos, la vida marital según las películas, las relaciones familiares según las series, el apasionado amor que viven los casados, lo fácil que aparentemente es ser padre o madre según los anuncios, la infancia mágica de los niños. Un sin fin de situaciones que están muy lejos de ser realidad.

Éste es un problema que persigue a los jóvenes y a los adultos. Es importante aclarar que este capítulo no busca convertirnos en gente conformista, sino en gente conforme y plena con las condiciones que tiene durante el transcurso del cambio. No queda muy claro ¿verdad? Me refiero a que disfrutes el proceso, en caso de que lo estés haciendo. A que más allá de la meta, aprendamos a disfrutar de los procesos. Así mismo, hay veces que tenemos que ser firmes con nosotros mismos e identificar las aspiraciones imposibles de alcanzar. Ser realistas, pero con mucho amor propio para aceptarnos y querernos tal cual somos.

Un ejemplo en mi día a día, es el no desear envejecer o el querer un cuerpo y cara de modelo perfecta, que lo más probable es que ni la modelo tenga y sólo a base de edición digital y otros trucos consigue verse así. Te cuento cómo yo en mi vida lo manejo. En específico, en este caso de cómo va avanzando la edad y la aspiración del cuerpo perfecto, lo que me propongo es lucir lo mejor que pueda con los recursos que tengo para invertir en mí misma, y con el tiempo que le puedo dedicar al gimnasio o ir a clases de cardio. Siempre quiero más ¡claro! Por eso no dejo de cuidarme dentro de mis posibilidades. Pero hablo de no buscar una perfección impuesta por otra persona, lo que busco es ser MI MEJOR VERSIÓN.

El concepto de perfección según el diccionario es:

1. adj. Que tiene todas las cualidades deseables
2. Que posee el grado máximo de una determinada cualidad o defecto.
(https://es.thefreedictionary.com/perfecto)

Podríamos decir que algo o alguien es perfecto cuando cumple todas las condiciones o características de cierto concepto, molde o patrón.

Y es aquí a donde quería llegar. Cada persona es única e irrepetible ¿cómo puede ser posible que estemos buscando meter en un sólo molde a aproximadamente 7,500,000,000 personas? Estamos de acuerdo con que somos irrepetibles y únicos ¿cómo podemos al mismo tiempo querer ajustarnos a lo que nos imponen? Es completamente ilógico, es más ¡es una locura!

Creo que uno de los objetivos de los humanos debería ser descubrir y crear sus propios patrones y moldes completamente flexibles; y esto únicamente con la finalidad de tener un objetivo, una meta, una guía, pero personal y única, porque así somos: únicos.

Nos encontramos tan sometidos a las reglas del sistema, que muchas veces ni nos preguntamos por qué han sido impuestas, cuando la realidad es que su único objetivo es empequeñecernos, adormilar nuestro cerebro. Nos manipulan y nos hacen creer que sólo existe su verdad o forma de ser; un solo molde al cual ajustarnos, el molde del producto o estilo de vida que desean vendernos. Nos mienten con la promesa de que para poder pertenecer a algo (y para nuestra mente, pertenecer es una necesidad) tenemos que encajar en su molde preestablecido. Cuando seguimos en este camino, cegados porque, en efecto, pertenecemos a un grupo de zombies que no se preguntan por qué piensan así, nos sentimos “felices” por pertenecer, pero nos perdemos en el camino, perdemos de vista nuestra libertad, nuestra voluntad y deseos y, sobretodo, nuestra propia identidad que nos hace diferentes e invaluables.

Aquí es donde la gente convencional podría comentar que estas actitudes son rebeldes, fuera de lo normal; cuando decidimos buscar nuestro propio patrón/molde. Pero más bien le pregunto a esas personas si no es muy aburrido y completamente ilógico querer ser del molde de todos. Es frustrante pensar que alguien que tiene una manera diferente de ver las cosas, de sentir las situaciones; y por ende otros objetivos, tenga que encajar en lo mismo que las personas convencionales para poder ser aceptado.

Según Einstein, si quieres vivir una vida feliz, debes atarla a metas, no a personas ni objetos. A mi gusto, a Einstein le faltó aclarar que la meta debe ser personal, no la misma meta que tiene el resto del mundo.

Analicemos ahora el término de “mejor versión”; su definición es:

Hacer lo mejor que puedas en todo los aspectos. En tu persona, en tus pensamientos, acciones, sentimientos, relaciones, aprendizajes, etc. Que en cada actividad que realizas, cualquiera que ésta sea, no te quedes con la sensación de que pudiste dar más de ti.

Ser tu mejor versión es un camino de superación, te forza a salir de tu zona de confort para dar más de ti.

Ser la mejor mamá que puedes ser, ser la mejor esposa que puedas. Tener el mejor cuerpo que puedas según tu fisionomía y tu tiempo libre. Sacar lo mejor de ti en el trabajo, con tu familia, amigos, etc.

Si te fijas, es una actividad de esfuerzo, compromiso y dedicación, y muchas veces nos cuesta trabajo empezar a aplicarlo. Te recomiendo que si realmente lo deseas, empieces sin desesperarte, que lo hagas paso a paso: no podemos exigir a la mente un cambio radical y tan de prisa. Ve a tu ritmo, pero siempre hacia delante, a ser día a día mejor que ayer.

Muchas veces los ritmos de la vida son tan ajetreados que hacemos cosas sin pensar, es decir, en modo “piloto automático”. Ser la mejor versión de uno mismo en un principio implica ser más consciente de tu presente, analizar u observar qué necesita la cuestión en sí de ti, para que de manera consciente tengas la información completa. Y con esa información puedes tener más claros los pasos a seguir, y así hacer ese esfuerzo para realizarlo de la mejor manera que te sea posible.

Pero para nuestra tranquilidad, los humanos somos máquinas perfectas ¡mágicas! En un principio tal vez te cueste un poco de trabajo, de esfuerzo, pero te aseguro que con práctica y con el paso del tiempo cada vez será más sencillo sacar tu mejor versión en casi cualquier área de tu vida. Y un día será tu manera natural de hacer las cosas ( haciendo lo mejor de acuerdo a ti y para ti).

Cómo con cualquier meta, tener un plan a seguir es la manera de hacerlo mucho más fácil. Así que ¡manos a la obra! Te sugiero tomar cuaderno y lápiz y escribir cinco cosas en las que deseas poner más atención y desees mejorar. Sólo cinco, a mí se me ocurren quince cosas en las que desearía ser mejor, pero es importante no querer abarcar mucho. No me gusta especialmente este dicho, pero aplica perfecto: el que abarca mucho, poco aprieta. Así que, si te vienen quince cosas como a mí, ordénalas de mayor a menor nivel de satisfacción, y concéntrate en esas cinco primeras.

Por ejemplo, éstos son mis puntos a mejorar:

1.Tener más orden en mi agenda de actividades, no postergar. Ser mejor hecha en mis pendientes laborales.
2.Ser mejor líder con mi personal.
3.Tener más empatía y apapacho conmigo misma.
4.Ser mejor esposa y mamá.
5.Ver más a mi familia.

La mente del ser humano es una máquina de buscar y proporcionar respuestas, por eso es importante cómo le hablas. Por ejemplo, en mi punto número uno, en lugar de lamentarme porque no soy bien hecha y decir cosas como “es que soy muy desordenada” o “muy irresponsable”, a mi cerebro le arrojo éstas preguntas:

- ¿Qué puedo hacer para ser mejor hecha?
- ¿Qué cambios necesito para ser más organizada?
- Creo que tengo todo lo necesario para ser mejor, sólo tengo que tener claro qué se necesita, ¡y hacerlo!

Cuándo convences a tu mente de lo que es capaz, y crees que tienes las herramientas suficientes para lograr algo, ésta empieza a estar más alerta e identifica más fácil las oportunidades que se te presentan para lograr lo que te propones, por que empieza a poner atención en eso. Podría decir que es como magia, porque en verdad empiezas a ver cosas que siempre estuvieron frente a tus ojos, pero al no estar atento, nunca las notaste. Empiezas a ver los cambios: al principio son forzados o te cuestan trabajo, pero con el paso del tiempo te harás un experto y las identificarás en piloto automático, sin esfuerzo. Como bien diría mi maestra de reiki, primero hazlo por conveniencia, y luego aparece la convicción (el hábito).

Escribe en tu cuaderno qué acciones particulares necesitas llevar a cabo para ser mejor en cada uno de los puntos que mencionaste en el paso número uno.

● Organizar mi agenda desde el domingo, notificando con anticipación a las personas que están involucradas en la realización de mis actividades.
● No saturar mi agenda, porque si algo requiere más tiempo, o hay algún imprevisto, una o varias de las cosas organizadas se quedarán sin realizar.
● Evitar los tiempos muertos y las distracciones, como las redes sociales
● Acabando mi día, juntar todas las cosas que necesito para llevar a cabo las actividades del día siguiente.
● Empezar mi día con las actividades más importantes y difíciles, porque si las dejo para el final, tal vez me dé más flojera que si dejo las cosas sencillas al último.
● Levantarme más temprano. Millones de artículos para ser más exitoso, productivo y eficiente indican: levantarte mínimo una hora y media antes de lo habitual.

Cuando empezamos a dar lo mejor de nosotros mismos, viene una sensación de responsabilidad y empoderamiento. Empoderamiento porque no necesitas de alguien o algo para obtener un resultado diferente y mejor, sólo necesitas de ti mismo. Sí, escuchaste bien, sólo tú eres el responsable de tu realidad, de tu situación. Siendo y sacando lo mejor de uno, lo demás termina por acomodarse mejor en todos los sentidos. Y no es metafísica, son resultados de tus procesos, es la ley física de la consecuencia.

Así que manos a la obra, y ve paso a paso, pero sin marcha atrás. Ve siempre hacia delante y verás que cada vez los pasos serán más sencillos, largos y rápidos. Mucha gente puede, tú ¿por qué no podrías?

Recuerda que lo importante no es la meta, sino que disfrutes todo el proceso. Lo hemos oído mil veces, pero en verdad tiene todo el sentido. Analicemos el ejemplo de una carrera de triatlón para ver que esto tiene mucha sabiduría.

El objetivo: Acabarlo y cruzar la meta

El proceso: el entrenamiento, dormir y comer bien, “el coaching” mental para prepárate y acabar el maratón, el maratón en sí, los kilómetros que recorres para llegar a la meta, tus compañeros o profesores durante los entrenamientos, tus mejoras en cada entrenamiento, entre otros.

Compara y observa la cantidad de alegría que da el solo disfrutar ese cruzar la meta a la cantidad de alegría que sería si todo el proceso lo disfrutas. Disfruta tus procesos, disfruta el empoderamiento que te brinda el tú estar creando tus resultados.

¡Crea tus propias metas y disfruta el camino que te acerca cada vez más a ellas!



IDENTIDAD Y DESTINO

Tuve una época en la que estaba muy confundida con respecto a quién era; literalmente sentía que no me conocía en absoluto. Fue una época donde tenía tantas dudas que no podía asegurar a qué me quería dedicar, o cual era mi trabajo ideal, o como me imaginaba de grande. No podía responder ni siquiera preguntas como esa. Dicha situación me generó ansiedad y temor de que en el proceso de crecer y volverme un adulto había perdido mi identidad. Incluso pensé que el culpable era mi matrimonio. ¡Claro! me casé muy joven, y mi esposo, que es de carácter fuerte, me había convertido en todo lo que él quería, había hecho de mí la esposa ideal para él. Y yo era una dócil jovencita que había sufrido esa transformación sin darse cuenta. Jajajaja. No paro de reírme al escribir esto, en verdad ¡cómo somos los humanos para hacernos los(as) sufridos(as)! ¿en verdad me creo tan tonta como para que me estuviera pasando eso? Obviamente ni mi matrimonio ni nadie podía ser culpable de esta confusión, más que yo misma.

Lo que pasa, o lo que a mí me pasó en esa época, es que me dejé apantallar, o sea, se me metió en el subconsciente el mensaje de la publicidad, o la opinión de los amigos, o las películas que te dicen que debes buscar tu identidad, el motivo por el cuál estás en esta tierra, tu destino. Que encontrar ese sentido era lo más importante en la vida, sin ellos lo demás carecería de valor.

Pero ¿y si no lo encuentras? ¿y si no encuentras la razón por la que viniste a este mundo? Y... ¿si vine sin plan? ¿se le habrá olvidado al Universo/Dios/vida darme mi plan? La búsqueda de este plan y de mi identidad me estaban volviendo loca, frustrada y con ansiedad, y confundida al 100%.

Me generaba mucha angustia pensar que al convertirme en adulto debería de tener claros mis objetivos ¿quién era en realidad Elisa Uranga Vázquez? Y entre más buscaba, más me perdía.

Busqué libros e incluso empecé a realizar tests para conocerme más, aunque suene así de ridículo y absurdo. Realicé varios de ellos, leí muchos libros y artículos. Hasta que un día llegué a la siguiente conclusión que me liberó de muchas angustias y miedos: nunca voy a llegar a conocerme al 100%. Al menos, espero que nunca llegue ese día. El conocerte al 100% significaría que ya no hay cambios, que no estás en constante crecimiento, y eso no lo puedo evitar, corrijo: NO lo quiero evitar. Quiero cambiar y cambiar, porque eso significa que cuestiono casi todo, que no me encajono ni en mi propio molde. Significa que estoy progresando constantemente, soy dinámica, justo como es la vida, la naturaleza, el universo en sí.

Y si de algo estoy segura, sé que es momentáneo, porque en cualquier instante la vida me puede dar sorpresas y con éstas cambiar mi postura. En esencia sí sé quién soy, y este autoconocimiento es más sencillo de lo que algunos libros expresan, simplemente “ES” (valga la redundancia) así de fácil.

El filósofo Martin Heidegger dice que las personas no se definen por cómo “SON”, sino por cómo están “SIENDO”.

Aclaremos un poco esta oración, porque podemos confundirnos más de lo que estábamos.

El concepto de “SER” te define, te etiqueta, te encapsula a algo. Nos invita a quedarnos ahí, no nos deja movimiento alguno, es constante y rígido.

El concepto de “SIENDO” es todo lo contrario, es momentáneo y nos invita a cambiar, nos abre el panorama a miles de otras opciones de “ser”.

Un ejemplo de estas palabras en específico me pasó con mi sobrina. Un día fuimos al cine, íbamos con varios niños, cada quien pidió lo que quiso de la tienda de dulces y palomitas. Nos sentamos juntas, de un lado mi sobrina y del otro lado mi sobrino. A media película, a mi sobrino se le acabaron las palomitas y le pidió de las suyas a su hermana, a lo que ella contestó tajantemente “No”. Después de unos minutos, mi sobrina se acercó y me preguntó: “tía ¿soy egoísta?”, a lo que le contesté: “No, no lo eres, tu comportamiento con tu hermano está siendo egoísta, pero cuando te vuelvan a preguntar si les das de algo que tienes, puedes decidir dar o no”.

Cuando quitamos las etiquetas a las personas (y a nosotros mismos) y se las ponemos sólo a las acciones, experimentamos un gran cambio. Esto nos va a generar una sensación de bienestar, de posibilidades, nos quitamos un peso que traíamos encima y que era innecesario, dejamos de juzgarnos como personas y empezamos solo a juzgar las acciones que hicimos.

¡Hagamos un ejercicio para conocernos de una manera muy fácil!

Te va a tomar alrededor de quince minutos. Para poder hacerlo prepara una hoja, una pluma, un área de silencio sin interrupciones y un lugar para sentarte cómodamente (Sentada, no acostada, no queremos terminar en una “power nap”).

1. Cierra tus ojos, toma diez respiraciones profundas, pensando en nada. Cada vez que te venga algo a la mente, empezarás de nuevo con la respiración número uno, y terminarás este paso únicamente hasta que logres diez respiraciones muy profundas con la mente en blanco. Tu mente merece un descanso, al igual que cada músculo de tu cuerpo, sólo que ella no sabe cómo; necesitas ayudarla para que tenga diez minutos de paz, de relajación y descanso.

2. Una vez que lo lograste, empieza a verte a través de tu mente; observa la persona que eres físicamente, visualiza tu cara, tu cuerpo, tu cabello, tu piel. Una vez que tienes en tu mente quién eres físicamente, hazte la pregunta durante diez respiraciones profundas ¿quién soy? ¿quién es (tu nombre)? ¿quién soy?

3. Abre tus ojos, toma tu cuaderno y empieza a escribir todo lo que te dicte tu cabeza, tal vez salga algo de lo que no eras consciente. Si es así, tu cerebro o mente desea hacerte saber algo de tu persona, un deseo, o simplemente algo que te está haciendo ruido en la cabeza y vale la pena conocerlo para saber mas de ti mismo/a. Tu cerebro, cuando tiene ese lapso de quietud y le haces una pregunta que es tan fácil para tu propia mente, te va a dar la respuesta de manera fluida ¡Inténtalo!

Nota: La mente humana está hecha para contestar preguntas, no le puedes hacer una y que la mente haga caso omiso. Es algo meramente mecánico

Mi respuesta: Yo soy una mujer, soy mamá, empresaria, me encanta el deporte y los retos de mejorar. Me fascina bailar, estudiar y aprender cosas diferentes, pues así como aprendí a tejer, un día deseo aprender a surfear, y a cantar. Tengo sentimientos nobles, no me gusta hacer sentir mal a las personas, me pongo hasta nerviosa cuando tengo que defenderme (eso lo quisiera cambiar). Me gusta divertirme y gozar de la actividad que esté haciendo en el momento, sea lo que sea. Me gusta siempre dar lo mejor dentro de mis posibilidades. Soy alguien perfeccionista, ordenada y muy apasionada con las cosas que me interesan. A veces soy intensa, pero sólo con lo que me gusta, soy muy responsable y trato de ser muy educada (chapada a la antigua , debe ser por haber vivido con mi abuela). Soy una persona que tiene muchas inseguridades, pero las tengo identificadas y en proceso de mejorar. No me creo superior ni inferior a nadie, siento que todos somos iguales, simplemente con diferentes gustos, dirección y herramientas. Soy enojona, pero al mismo tiempo muy dulce.

Si me preguntas, ¿A qué me quiero dedicar en la vida? aún no lo descubro, no tengo algo en específico que me gustaría hacer de manera exclusiva, he tenido a lo largo de mi vida diferentes negocios, y en cada uno siempre me he divertido, entrego lo mejor de mi, y me encanta ver la manera en la que se van creando y creciendo los emprendimientos. Es más, si me preguntas cuál es mi color favorito, o mi bebida predilecta, o si prefiero el día o la noche, la playa o el bosque, no lo sé. Esas cosas para mí son circunstanciales, poco importantes; me adecúo a las condiciones que tenga y sea lo que sea, trato de pasarla lo mejor y disfrutar de lo que haya en mi vida día a día.

Para mí, el cambio, el movimiento, son sinónimo de vida. El que un día llegue a un molde perfecto, según los estándares de 7,500 millones de personas, significaría que ya no queda nada, no habría qué mejorar. Y si no hay algo mejor ¿en qué baso mis días si ya no hay qué buscar, algo que me motive a superar o a buscar?

Los estándares de perfeccionamiento deberían ser sustituidos por pasos o etapas de progreso, de avance, y como ya mencioné, personales y únicas.

Bajo mi perspectiva; las personas no venimos a buscar/descubrir quiénes somos ¡venimos a crearnos, transformarnos, evolucionar y expandir nuestra conciencia día a día! Y sobre todo ¡viniste a ser feliz!

Hablemos un poquito de un tema que da mucho para debatir: ¿la gente puede cambiar, o no?

Muchísima gente afirma que es imposible, que la naturaleza de las personas jamás podrá cambiar, sin importar qué experiencias o situaciones tengan que atravesar.

Por el contrario, yo digo que sí, un sí rotundo. Una de las características más fabulosas del cerebro es su plasticidad. La plasticidad del cerebro se refiere a su capacidad para moldearse, para modificarse y para adaptarse. Una vez leí esta metáfora y es perfecta: imagina que tu mente es como una montaña de nieve, y que tú estás en la cima con un trineo. Si siempre bajas de la montaña por la misma ruta, dicha ruta tendrá marcada la bajada y será más sencillo tu descenso. Pero eso no significa que sea la única manera de bajar. Si un día decides bajar por otra ruta, será más complicado y estarás tentado a modificar tu ruta nueva e irte por la conocida, pero conforme vayas repitiendo esta nueva ruta empezarán a marcarse en la nieve las huellas y será cada vez más sencillo. Algo muy similar pasa en nuestra mente.

Nuestras conductas se definen por nuestras conexiones neuronales; por otro lado, el cerebro siempre va a seguir la ley del mínimo esfuerzo (porque así está diseñado), dando como resultado que nuestras reacciones sean las mismas ante las situaciones. Aquí es donde la plasticidad nos ayuda a crear nuevas conexiones, no es sencillo crear un cambio, pero claro que es posible.

Por lo tanto, el cambio de las actitudes o manera de pensar de las personas yo lo interpreto como evolución, una expansión de nuestro conocimiento y conciencia.

Me gustaría hacer una aclaración: me parece que es fenomenal que también haya gente que ya tuvo la suerte de encontrarse, o que tiene muy claro a qué vino a este planeta. Podría decir que hasta les tengo un poco de envidia de la buena. Se trata de algo que muchas personas o la mayoría no encontramos tan fácil o en toda una vida.

En mi muy humilde opinión, todos los seres humanos venimos a este mundo a ser felices, a aprender a sacar lo mejor de nosotros mismos (estar orgullosos de nuestra persona), a aprender todo lo que se nos antoje (una actividad, un idioma, un hobbie, cómo superar algo, o hasta aprender a fluir y a superar la adversidad).

Me es difícil creer que una persona se llegue a conocer al 100%, porque somos dinámicos, cada día estamos experimentando miles de cosas nuevas, o simplemente hay algo que puede parecer muy chiquito/insignificante y hace que cambien algunas cosas a cómo las veías con anterioridad. Entonces, si día día le vamos agregando a nuestra vida más experiencias, más conocimiento, más emociones ¿cómo nos vamos a quedar siendo de una sola forma en específico? ¿cómo es que esos cambios no van a afectar (de manera positiva o negativa) nuestra forma de ser?

Tengo una frase que me repito mucho cuando me encuentro gente hasta cierto punto “mala”:

La gente actúa de acuerdo a quien es, a sus circunstancias y a lo que tiene.

Esto me repito para no juzgar a alguien de manera perpetua. Sé que no “ES” una personas de cierta manera, más bien, está “SIENDO” de una manera de acuerdo a su actual mundo y límites mentales, emocionales y sus circunstancias.

Por ejemplo:

Un empleado (me ha sucedido en repetidas ocasiones) puede ser una excelente persona; honesta, bien hecha, pero si le ofrecen un súper trabajo, el trabajo de sus sueños, y este nuevo empleador le exige trabajar de inmediato o pierde la oportunidad de conseguir la plaza, el empleado va a terminar “botando” su trabajo actual, sin previo aviso y sin entregar los reportes pendientes. Aquí la persona está actuando de acuerdo a sus circunstancias. Está “siendo”, no “es”.

No debemos juzgar o etiquetar de manera “perpetua” a las personas ¡NI A NOSOTROS MISMOS! Siempre detrás de una decisión o una acción (“mala” o “buena”) hay una historia, un motivo, una acción ejecutada por el inconsciente. Para conocer esa historia (nuestra o de otra persona) debemos buscar a fondo y esto se debe de hacer sin prejuicios y sin adjetivos para realmente llegar a conocernos o conocer a la persona.

Esta frase (“La gente actúa de acuerdo a quien es, a sus circunstancias y a lo que tiene.“) supone que la gente cambia en todo momento. Una vez, una amiga mía, que empezó siendo mi terapeuta, me dijo que, según la corriente de Freud, la identidad de las personas es como una colcha hecha por partes, de esas en las que se tejen los cuadros por separado y luego se unen. Bueno, siguiendo con la metáfora, la colcha representa quiénes somos, dentro de cada cuadro está una parte de nuestra identidad, y vamos agregando o modificando los cuadros de acuerdo a lo que vamos viviendo y experimentando. Somos un cuadro en específico (de la colcha) y al mismo tiempo somos la colcha completa!

Cada experiencia y momento de tu vida te enseña algo, cambia algo en tu forma de ser. De acuerdo a esta teoría, tu mente genera o modifica uno de los cuadros, y éste se incorpora a tu gran “colcha de identidad”; los cuadros continuamente los vas moldeando o creando nuevos.

El objetivo de saber esto es que, cuando desmenuzas cualquier problema o situación, es más fácil observarla, analizarla y, en caso de querer hacer alguna modificación, hacerlo.

Por ejemplo, supongamos que hay alguien que es agresivo bajo ciertas circunstancias. Si esta persona está tratando de descubrir las razones por las cuales es de esa manera o por qué reacciona así, y no logra identificar bien cuáles son los momentos que detonan su agresividad, va a ser complicado que en un panorama tan general encuentre los motivos de dichas reacciones. Por otro lado, si esta persona logra separar sus “cuadros” e identificar qué desea analizar, podrá encontrar más fácil un patrón de comportamiento que le provoca esas reacciones.

Cuándo encuentras algo no agradable (de acuerdo a tus reglas sociales) puedes decidir afrontarlo, pero nunca trates de negarlo. Negar esa parte tuya lo único que genera es hacerte sentir frustración y negación hacia ti mismo, no sentirte orgulloso o feliz con quien eres. Es mucho mejor aceptarlo y si deseas cambiar, hacer un plan de acción, entender por qué actúas así. Muchas veces cuando entiendes el motivo por el cual actúas, al concientizarlo, generas un cambio casi de manera inmediata, observándolo y observándote. Inténtalo, no hay nada más gratificante y aventurero que conocerte a profundidad, ver todos tus matices, blancos, grises y hasta oscuros que hay dentro de ti al igual que en todos.

Muchas veces el miedo de conocernos a fondo es el de enfrentar que no somos como el mundo desearía que fuéramos, o como nuestros padres nos enseñaron o nos dijeron que deberíamos de ser. Por ende, para ser aceptados por ellos y por el mundo negamos nuestra verdadera naturaleza, nos forzamos a encajar dejando a un lado nuestra identidad, hacemos un pacto subconsciente que muchas veces es muy difícil de romper.

Una de las consecuencias que más agradezco de vivir fuera de un ambiente familiar ideal, o ser distante de mi papá y mi mamá, es que soy libre de expectativas impuestas. Sí, me refiero a una libertad mental, emocional y psicológica de ellos. Tal vez no esté siendo clara, me explico:

Todos los papás ―lo entiendo ahora que soy madre― le decimos a los niños: “tú vas a ser un excelente futbolista, o doctor o empresario, eres muy inteligente hijo; seguro vas a sobresalir”. “Sé bueno con las personas; la gente debe ser buena con todo el mundo. No te enojes con esa persona que te molestó, habla con ella y trata de arreglar las cosas de manera inteligente”, y un largo etc…

Poco a poco estas frases ―aunque no sea de manera consciente― se quedan grabadas en las mentes de los niños, y estos sienten cierta “obligación” o presión para lograrlas o ser de cierta manera, para hacer que sus padres se sientan orgullosos y felices. Nos esforzamos en alcanzarlas para ser aceptados y amados por ellos.

Al no estar tan cerca de mis padres, no tuve quién me las dijera, no tuve que llenar las expectativas de nadie, no tuve que cumplir los sueños de nadie. Sólo los míos, solo tenía que ser yo. No te puedo explicar la libertad que eso genera; la libertad de ser yo, únicamente yo. Sin que nadie me etiquetara, sin que nadie me catalogara, aunque también podríamos decir que sin tanta guía. Nadie me dijo qué se esperaba de mí, nadie puso expectativas en mí, mis metas y mis sueños son únicamente mías.

Cuando he trabajado con mi terapeuta este aspecto, claro que hay una cierta nostalgia por esa falta de “pilar” en mi vida, pero al mismo tiempo veo a muchas personas cercanas que son muy unidas con su familia, y eso les ha generado ciertos “pactos inconscientes”. Y más allá de poder hacer lo que desean, su destino está ligado no a su persona, sino a personas ajenas a ellos, y peor aún; sin saberlo.

Una de mis metas más grandes con mi hijo o hijos, es lograr ser un pilar, una guía, pero de acuerdo con los gustos de cada uno, con su personalidad. Trato de no imaginar, y mucho menos de expresarle a mi hijo Max lo que sueño para él, que no tenga ni una ligera idea, que sus sueños sean siempre independientes de los míos, auténticos y leales sólo él mismo. Espero con todo mi corazón lograrlo porque es una sensación exquisita y que muy pocos podemos tener.

Así que la vida hay que vivirla, hay que experimentar, hay veces que hay que jugársela para ganar y más allá del premio, hay que jugar para vivir. No importa el premio, si tienes una cosquilla de que deberías estar haciendo algo diferente a lo que estás haciendo. Inténtalo, investiga cómo lograrlo, atrévete, lánzate y sobretodo ¡disfruta tu viaje a donde sea que te lleve!



BUSCA TU PREMIO

¡Esta lección es de mis favoritas! La que más me cambia el chip de cómo veo las cosas, o más bien, me cambia el chip para poder disfrutar las cosas que hago. Y cuando uno está disfrutando las cosas, se encuentra más receptivo, positivo, atrayendo situaciones y oportunidades, o más bien abriendo los ojos para poder disfrutar de situaciones que te hagan gozar más de la vida.

Se trata de lo siguiente: por cada acción/tarea realizada o por realizar, revisa bien qué motor interno está trabajando (sí, hablo del ego), lo que te está moviendo, la razón inicial por la que accediste a emprender esta o estas acciones/tareas, ya que cuando uno trae a conciencia ese motor, las cosas cambian, empiezas a hacer todo con más ganas, más motivado. Y es porque en esa tarea estás teniendo a la vez un premio para ti.

Tal vez esto se pueda malinterpretar como egoísmo, pero no, no es mi intención que pienses que todas las acciones que realizamos deben estar basadas, en primera instancia, en algún interés personal. Pero siempre hay de fondo una meta/premio que también tú recibes al estar haciendo una labor para otro. Te pongo un ejemplo para ser más clara:

Llevar todos los días a mi hijo a la escuela, claro que es pesado, claro que uno a veces se cansa de todas las responsabilidad que conlleva tener un hijo, o al menos a mí, en ocasiones se me hace pesado. Cuando uno se da cuenta que no solo lleva a su hijo como una responsabilidad , sino que en el fondo lo haces porque deseas o tienes como meta que tus hijos sean personas felices, personas desarrollando su potencial, cambia el panorama. Tus hijos lo necesitan, sí, la sociedad te lo marca como una responsabilidad hacia tus hijos, sí, pero cuando te das cuenta que tú ganas en el fondo el sentirte como una mamá que está formando a sus hijos, cambia la sensación de “tener que”, a desear hacerlo, incluso te hace sentir bien esa tarea.

Haciendo este tipo de introspecciones empiezas a cambiar y a disfrutar de las rutinas o tareas que a veces uno piensa que son como obligación. Existen algunas, pero muy pocas son las actividades que tenemos que hacer a la fuerza y no logramos ver el premio que obtenemos; pero te aseguro que con práctica, atención y observación empiezas a ver estos “premios personales” más fácilmente y en cada tarea que sientes como “obligada”.

Y todo cambia cuando:

“EN LUGAR DE TENER QUE HACER ALGO, SE CAMBIA POR DECIDO Y QUIERO HACER DICHA ACTIVIDAD”

Podríamos decir que por arte de magia cambia la sensación de tus actividades: te vuelves alguien que agradece las cosas que hace, te conviertes en alguien más positivo y con sensación de poder.

LECCIÓN:

Cuando tengas algo que “debas” hacer a la fuerza, busca en el fondo ¡analízate! Averigua tus motores internos. Todas las personas somos lo suficientemente inteligentes (solo que muchas no “se lo creen”) para ver que cuando aceptamos una responsabilidad, en el fondo siempre hay una ganancia personal, un premio. Búscala, encuéntrala y una vez que la tengas a conciencia, vuelve a observar la responsabilidad pero con los ojos en tu premio, y date cuenta de que ésta obligación se ha vuelto una decisión personal, y con esto se habrá convertido en una actividad satisfactoria, y la empezarás a disfrutar más y más ¡y con ello tu vida se vuelve más plena!

No es común, pero tal vez encuentres una o varias tareas que estás forzado realizar (aunque quien te force realmente seas tú mismo, o las circunstancias te han llevado a tener esas tareas) ¿qué hacer cuándo pasa esto? ¿cómo lidiar con estas cosas?

El ser humano, en condiciones normales (y con esto me refiero a no estar en situaciones de violencia, secuestro o guerra) tiene la libertad de decidir qué hacer y qué no. Tal vez no veas tan clara esa libertad, pero sé que si tú decidieras no hacer algo, podrías dejarlo de hacer.

Ejemplos fáciles: llevar a los niños a la escuela es tu obligación, eso es un hecho; pero podrías decidir no hacerlo. Ejemplo dos: Una medicina que te salva la vida (así de drástico y dramático) tienes que tomártela por indicaciones del doctor, pero cuando tienes la pastilla en tu mano, puedes decidir no tomártela.

En resumen; no hay nada a lo que estemos obligados ¡somos libres! Si te encuentras en una situación donde estás “obligado”, a la cual no le ves el beneficio y no deseas continuar con las tareas ¡ponles pausa! Sí; ponle pausa y detente un momento para ver si las consecuencias de dejar de hacerlo te dan más satisfacción que hacerlo. Si tu respuesta es “prefiero no hacerlas” hay dos opciones:

- Una sería ingeniártelas para lograr que alguien más las haga, o ver si consigues apoyo para que se reparta la tarea entre más personas y te sea más sencilla la actividad.
- La otra opción es más inmediata, déjala de hacer, sí, tal cual así, si no te da beneficios y sientes más tranquilidad y te sientes más asertivo dejándola de hacer, simple ¡ya no lo hagas!

Hacer las cosas de manera obligada o forzadas sólo nos lleva a sentir frustración, enojo, impotencia, tristeza y decepción de nuestro poder de decisión. Tal vez tardes un poco en lograrlo, pero te aseguro que en esta vida, con intención, disciplina y constancia se pueden lograr muchas más cosas de las que uno cree que es capaz.

La descripción o resumen de los pasos a seguir sería:

1.Observa las actividades que no estás disfrutando hacer, analízalas y detalla cuál es la situación ¿qué te hace sentir, cómo empezó o qué te hizo involucrarte en dicha actividad?

2.Recuerda el día que empezaste ¿cuál fue el motivo o lo que buscabas como resultado? ¿qué meta querías conseguir cuando empezaste a programar estas actividades?

3.¿Ya lograste el resultado o llegaste a la meta? ¿Es necesario seguir con las actividades?

4.Si la respuesta es “ya llegue”, no es necesario seguir ¡deja de hacerlo! Sólo estás actuando en modo piloto automático.

5.Si la respuesta es “no he logrado llegar a la meta, pero sí deseo seguir intentado y sé que lo voy a lograr”, entonces sigue, no te detengas, tal vez veas incómoda la situación pero recuerda que esta vez las tareas las haces de manera consciente, no te están forzando, tú eres quien ha decidido hacerlo. Trata de disfrutar ese gran poder que tienes y de poner los ojos en la meta a la que te acercas cada vez más.

6.Y si tu respuesta a todo fue “ya no quiero hacer esta actividad” teniendo en cuenta las consecuencias. Notifica a las personas que se verán afectadas por desistir de esas actividades, y deja de hacerlas, o ingéniatelas como lo mencionamos arriba para poco a poco dejarlas de hacer.

El secreto de este capítulo reside en que estés enterado que tienes un inmenso poder en tus manos, o sea, en tus decisiones para dirigir tu vida como tú quieras. El hacer o no hacer algo es una decisión, la magia es hacer consciente ese poder y no pensar que la vida te lleva a donde ella quiera todo el tiempo. Como diría el capitán de un barco: tu embarcación puede depender de los vientos que mande el cielo ¡pero en ti está el poder de dirigir las velas para llegar al destino que deseas!

Haz consciencia de tus motores internos al hacer cualquier tipo de actividad y así podrás disfrutar cada día de tu vida un poco más.

Hagamos un ejercicio sencillo y rápido:

1. Haz una lista de las actividades programadas o repetitivas que menos gozas. Por ejemplo, si una vez al año tienes que hacer tu papanicolau, pues… cómodo no es, pero el hecho de hacerlo una o dos veces al año no te dará ni te quitará felicidad.

Ejemplos:
- Llevar a mi hijo a la escuela diario
- Algunas veces mi trabajo es algo monótono
- La dieta que llevo no me gusta
- Revisar los estados de cuenta de mis tarjetas de crédito

2. Analiza por qué empezaste a hacer todo eso. ¿Cuando comenzaste estas actividades te llenaban de optimismo? ¿cuáles eran las razones por las que empezaste a incorporarlas a tu vida? ¿logras ver que el motor para seguir haciéndolas es un beneficio tuyo, una satisfacción personal?

3. Si con este pequeño y rápido ejercicio has recuperado las ganas y el optimismo de hacer las cosas que sentías como obligación ¡qué bien! Lo único que hacía falta era hacer una pequeña pausa, y concientizar tu motor interno. No es malo verlo, no te sientas o te etiquetes como egoísta, etiquétate como alguien pensante, alguien analítico, alguien con ¡inteligencia emocional!

Si por el contrario en el punto de arriba las razones que hay no son del peso suficiente para seguir realizando las actividades y sientes que te están drenando mucha energía, valora las consecuencias de dejarlas de hacer, hazle saber a los posibles afectados para que juntos encuentren una persona diferente que las realice. ¡Y deja de hacerlas! Si es cierto que sólo se vive una vez ¿vale la pena vivir haciendo cosas que no te gustan? No ¡para nada! Haz sólo las cosas que te hagan feliz.

Éste es un capítulo que recomiendo leerlo y re-leerlo. Sí, es de los más importantes ya que me he topado con muchísima gente que vive de manera “zombi”, porque se encajona en sus rutinas diarias y deja de lado la pasión de la vida. Éstas actividades que sienten como forzadas le drenan tanta energía. No ve, ni se da cuenta del inmenso poder interno que tenemos todos; hablo del poder de la decisión. Y ese todas y cada una de las personas (sanas y libres) lo tenemos.

La vida es mucho más sencilla de lo que la mente nos hace creer. Si nos enfocáramos más en ser personas sanas; felices; orgullosas de nosotras mismas; de estudiar nuestra mente; entenderla y permitirnos sentir y sacar las emociones que tenemos dentro, sería un mundo mucho más tranquilo y con gente más plena. Las dificultades se presentan cuando no tenemos el temple o la mente educada para tratarlas y afrontarlas sin sufrirlas tanto. No podemos evitar que nos pasen cosas negativas o dolorosas, pero sí podemos sufrirlas menos tiempo y obtener una enseñanza, o simplemente agradecer por el ciclo que se cerró y pudimos disfrutar y vivirlo mientras duró.

Desgraciadamente, el trabajo duro que hacemos, los planes que tanto seguimos y los pasos que damos para acercarnos a nuestros objetivos, no nos garantizan nuestro éxito; no hay nada que esté garantizado. Pero es justamente esta parte de misterio e incertidumbre de la vida lo que la hace tan excitante y nunca aburrida.

Dejemos de tener miedo y de postergar el análisis de nuestra mente. ¡Toma las riendas y dirige tu propio camino hacia la felicidad!



PAUSA

Hay momentos en los cuales lo que necesitamos es tomar una pausa, sí, un respiro de la vida misma, un “break” de las exigencias que nos hemos impuesto, y así poder observar en retrospectiva y aplaudirnos el gran camino que llevamos recorrido; felicitarnos por el valor que hemos tenido en las épocas difíciles. Una pausa para valorar lo que hemos superado, agradecer lo que tenemos y ¿por qué no? agradecer lo que no fue. Otras veces, simplemente es bueno tomar un momento para mirar todas las cosas positivas para poder disfrutarlas y gozarlas.

Ésta pausa aplica también para los proyectos personales. A veces hay emprendimientos que necesitan ese respiro para que se empiecen a ver los resultados de nuestro trabajo. Debemos tener paciencia para respetar los tiempos naturales de las situaciones.

¿Alguna vez has comido tan de prisa que no te das cuenta si estuvo realmente rica la comida? ¿has notado la diferencia que hace el comer con calma? ¿el saborear con consciencia los diferentes sabores que te ofrece tu plato? Cambia mucho la experiencia de comer de una manera y otra. Es lo mismo con la vida; a veces estás corriendo tanto que no te das el “permiso” de relajarte y disfrutar. Si eres una persona que no tiene esa calma, por más que tengas los mejores platillos en tu mesa, no los disfrutarás. Este capítulo es muy breve y fácil, porque es simplemente eso: hacer una pausa y disfrutar. A veces lo difícil es identificar cuando ya no hay más por hacer y lo único que corresponde de nuestra parte en ese momento es dejar fluir las cosas de forma natural.

Ésta pausa en ciertas ocasiones es obligatoria: existen situaciones donde uno ya hizo todo lo posible, y lo que el proceso en concreto necesita es “dejar de hacer”, es decir, esperar a que den resultados nuestras acciones.

Para las personas que somos dinámicas o impacientes, que tenemos la necesidad de todo el tiempo estar haciendo algo, representa un gran desafío lograr esto. Para mí, ha sido un gran reto lograrlo, pero tengo claro que todo tiene sus ritmos: las emociones, el cuerpo, las personas, los días, etc. Dentro de nuestro planeta, no hay nada más inteligente y poderoso al mismo tiempo que la naturaleza. Somos parte de ella, y vivimos bajo sus ritmos. Aprendamos de ella.

Hay procesos en la vida que tienen sus propios tiempos y no se pueden forzar, por ejemplo, el embarazo. No porque tu bebé esté 100% formado a los siete meses, y por la impaciencia de conocerlo, lo haces salir antes de tiempo de tu cuerpo. Ni un pastel que requiere treinta minutos en el horno lo sacas diez minutos antes para probarlo. Muchas veces no dejar que el tiempo se cumpla, por impaciencia nuestra, decidiendo acortar la espera, hace que el resultado no sea tan favorable como si hubiéramos esperado o incluso puede resultar perjudicial.

Ésta pausa también aplica a muchas cosas, tanto en cuestiones laborales (como esperar a que se note tu talento para ser ascendido), como el mundo empresarial (esperar que la gente conozca lo que ofrece tu empresa), y hasta en las relaciones afectivas (esperar a que el afecto se consolide antes de dar el siguiente paso).

¡Aprendamos a ser pacientes!

Ahora veamos qué sucede en nuestra mente cuando estamos impacientes por la espera de un resultado. Cuando estamos con algún pendiente que no dejamos descansar, no le damos un respiro a nuestro cerebro, no nos salimos del acelerado e impaciente ritmo, y a veces eso alenta más las cosas, porque podemos entorpecer algo del proceso por estar con la mente no enfocada; o a veces este comportamiento no nos deja ver algunas oportunidades que están en nuestras narices, que nos aportarían o ayudarían a los resultados.

El cuerpo humano ―al igual que las ideas― necesita descansar para oxigenarse y revitalizarse. Si deseas tener un buen resultado en cualquier área de tu vida, y además disfrutar el proceso que tu trabajo conlleva, es necesario hacer pausas, estar descansado, respetar los tiempos de proceso-resultado.

La idea de que debemos esperar mucho tiempo para obtener un resultado, es la que nos hace sufrir. Si, por el contrario, entendiéramos que los tiempos de “Dios” son perfectos e inamovibles para la ejecución ideal de los procesos, dejaríamos de sufrir, dejaríamos de ansiar y de estresarnos. El ritmo y tiempo del proceso no son los que están mal, el proceso no tiene prisa, el que tiene el acelere e impaciencia es uno. Eres tú el que se quiere saltar los ritmos. Eres tú el que desea acelerar el resultado.

Empecemos a practicar más la paciencia, y a disfrutar más los tiempos de descanso. Aprendamos a bajarnos del tren acelerado que el mundo en diferentes modos nos ha hecho creer que se necesita para ser exitosos o felices, estar todo el tiempo haciendo algo, pensando, generando, actuando. A la vida venimos a disfrutar los procesos, no sólo los resultados. Si logramos disfrutar eso, tenemos mucho camino recorrido para llegar a nuestro objetivo perseguido en este libro.

Empecemos a encontrar placer en el hacer y también en no hacer nada ¿recuerdas que ambas son decisiones tuyas? ¡disfrútalas!

Hay algo que está “escondido” detrás de la paciencia, y es la confianza. Confianza de que sucederá lo que estamos esperando al finalizar el proceso. A su vez va de la mano con una pizca de suerte. Esta pizca es la que le añade a la vida un sazón único y que la convierte en un inigualable misterio. Muchas veces lo que nos queda es simplemente saber que hemos hecho todo lo que está en nuestras manos y solo queda confiar en que el resultado represente nuestro árduo trabajo previo sacando el mejor resultado posible.

Por ejemplo; en la enfermedad de un ser querido, saber que estamos haciendo todo al alcance de nuestras manos para que se recupere. En la educación que le damos a nuestros hijos, saber que estamos aprovechando todos los recursos disponibles para formar personas de bien, exitosas y felices. En un libro que escribes, saber que estás poniendo todo el esfuerzo para que sea del agrado y le aporte a la gente lo que uno espera.

Deseo recalcar que confiar no significa “esperar con los brazos cruzados” ¡para nada! Se trata de hacer todo lo que está en tus manos, sacar lo mejor de ti que puedas aportar en este proceso y una vez que no quede algo por hacer, esperar el resultado, permitir que el pastel termine su cocción en el horno antes de poder disfrutarlo.

Si eres una persona de fe, es más sencilla esta pausa. Como mencioné arriba, el disfrute de la pausa va de la mano con la confianza. Pero hay veces que no logramos tener esa fe que nos deje estar en pausa con calma y tranquilidad. Allí queridos lectores, debemos recordar que hay algo que se llama “la ley de la consecuencia”, y no tiene nada que ver con las creencias religiosas, sino que corresponde a las leyes físicas; es algo elemental. Si uno da ciertos pasos para dirigirse a un punto, por meras leyes físicas es inevitable que cada vez esté más cerca. Así que esto involucra, más que la fe en algo externo, esotérico o divino, ¡fe en uno mismo! y en la convicción del curso natural de nuestras acciones. Saber que se hizo lo necesario y que sin duda alguna el resultado nos llevará o acercará a donde estamos fijando nuestra meta, sacando nuestro máximo potencial.

Yo soy una persona que tiene ambas clases de fe, por así decirlo. Me gusta dejar las cosas lo mejor posible, y al mismo tiempo creo en que uno atrae las cosas en las que tiene focalizada su mente.

Recordemos que en todos los aspectos de la vida siempre es importante tener un equilibrio. A veces, como todos sabemos, nos dejamos absorber por ritmos demasiado rápidos. Dejamos de disfrutar actividades que antes sí nos gustaban, sobre todo cuando éramos niños, dejamos de ver la increíble “magia” que esconde un día nuevo, las infinitas posibilidades que se abren ante nosotros y que tenemos el control de hacer algo o decidir no hacerlo. Dejamos de ser conscientes de nuestro cuerpo, mente y espíritu. Y con la falta de atención, esta parte de nuestra vida se queda relegada y va perdiendo poco a poco su sentido y fuerza. Empieza por reconocer tu potencial, tu poder, tu seguridad en que puedes conseguir lo que te propongas.

Con frecuencia se habla de cuidar tu relación de pareja a partir de encontrar momentos para pasar tiempo de calidad juntos (algo muy importante para que la relación se conserve). También se habla de darle a la familia lo mejor de nosotros para fortalecer los vínculos y la confianza. Tenemos que pasar al menos ocho horas en el trabajo, encontrar tiempo para ejercitarnos y alimentarnos de forma saludable, y un largo etc. Se habla de un mínimo de una hora para atender a nuestros hijos al 100%, dándoles tiempo de calidad. ¿En qué momento nos hacemos un cachito de tiempo para nosotros, para hacer lo que nos gusta y conocernos mejor? ¿Dónde puedo comprar más horas, jajajaja? Sea para leer, tomarnos una rica taza de café pensando o imaginando cosas, salir a las tiendas que nos gustan, o simplemente ir a caminar y tener la mente en blanco.

Cuidarnos, amarnos, apapacharnos a nosotros mismos y darnos la importancia que nos merecemos es igual o incluso más importante que el resto de nuestras actividades diarias. Es de suma importancia darle el peso que se merece. Si nosotros no estamos bien, es difícil que logremos estar bien en las demás áreas de la vida. De la misma manera que en el avión te dicen primero ponte la máscara de oxígeno ¡tú!, para que luego puedas ayudar a los demás; es un ejemplo perfecto para demostrar que para poder ayudar, o realizarte en otras áreas de la vida; es vital atenderte en primera instancia a ti

En mi vida, el día a día está lleno de retos: responsabilidades como mamá, mi trabajo, actividades como esposa, y demás. Muchas veces no logro tener el tiempo para dedicarme a mi; sin embargo prefiero quitarle una hora a mi trabajo y otra a mi sueño para hacer diario algo que me gusta, algo para mí, hacer al menos una cosa que haga mi día más agradable.

Decían los filósofos de Alejandría que sólo las personas irracionales están agitadas, y, por el contrario, los sabios son los que saben descansar la mente.

Existen varios estudios que han llegado a la conclusión de que una mente tranquila y en paz es mucho más productiva y creativa. Qué incluso una mente tranquila es necesaria para llevar una vida plena. Hablando de creatividad, ¡Yo soy matemática! ¿a mí para qué me sirve ser creativa? Pues para un millón de cosas, como solucionar los problemas personales, ver las cosas de diferente manera y poder sacarle provecho a las situaciones que la vida me presenta, para poder darle un toque diferente a tus días, a la relación con tu hijo, a las actividades con tu pareja. Más bien, la pregunta sería en qué aspecto de la vida no sirve.

Dejemos de posponer el atendernos a nosotros mismos, pongámonos en el número uno de nuestra lista de pendientes. Créeme que una persona sana, feliz y tranquila es mucho más exitosa (en lo laboral, personal y en lo emocional) que una que nunca está en paz.

En mi vida he tenido que aplicar pausas en muchas situaciones. Para mí, uno de los momentos más difíciles en pausa, únicamente esperando a que se cumpliera el plazo, fue mi embarazo. Antes de Maximiliano, mi esposo y yo pasamos por otro embarazo que desgraciadamente no llegó a término.

Mi ginecólogo me dijo que en situaciones donde el bebé muere sin razón específica, lo más probable es que viniera con alguna malformación o problema que no se había detectado, y que diéramos gracias a Dios porque no habíamos tenido que tomar una decisión acerca de qué hacer si venía mal el bebé. Que algunas veces el bebé no muere y los papás, al detectar el problema, deben platicar y tomar una muy fuerte resolución.

Obviamente este hecho me partió mi corazón, me dolió como no tienes idea esta situación. Tenía tantas esperanzas de formar por fin la familia unida y amorosa que yo no había podido gozar de chica. Mi plan de vida, las expectativas de mis años próximos y mis ilusiones habían quedado rotos. Traté de ser una persona muy fuerte y no acepté que me apapachara nadie, juré que estaba bien y que no me estaba afectando. Me comprometí en varios proyectos que se me presentaron en ese momento y me negué a tomar una pausa para asimilar todo lo que había pasado. No quise hacerle caso a mi mente, ni a mis emociones, y al cabo de unos pocos meses….. ¡ataque de pánico! sí, así como lo escuchas. Mi cuerpo no podía esperar más a sacar todo lo que tenía adentro y me forzó de manera literal a tomar un pausa en mi vida, y creo que por haberla postergado fue mucho más grave de lo que hubiera sido de haberme permitido sentir mi duelo.

Quienes han tenido ataques de pánico seguro saben que es una sensación horrible, y muchas veces no es sólo un episodio y se acaba el tema, sino que se repiten y se magnifican, hasta que logras descubrir qué es verdaderamente lo que los está causando, lo analizas y lo dominas. Es una sensación de pérdida de control de tus pensamientos, de tus emociones, y a veces hasta de tus acciones. Y tienen efectos colaterales. Yo me sentía muy defraudada de mí misma, vencida por el miedo, derrotada. Sentía que yo no tenía poder, ni voz, ni nada. La imagen de mí misma que me mostraba mi mente en ese momento, era la de una mujer débil, vulnerable y con mucho miedo.

Decidí buscar ayuda de un tercero, y gracias a esto y al apoyo y la paciencia de mi esposo, mis tías y mi mejor amiga Sonia, pude superar esta difícil etapa. De hecho, no era la primera vez que me pasaba, la primera vez fue cuando estaba en la secundaria y no quería seguir viviendo con mi mamá. Pero de esa “desagradable” experiencia previa aprendí que los ataques de pánico no duran para siempre, hasta esos días tan feos y oscuros tienen un fin, y eso me ayudó a tener fe, en mí, en los ritmos y tiempos de los procesos (no solo de los buenos) y en mi trabajo personal. Así como paciencia en los tiempos y plazos de los procesos de sanación (física, emocional y mental). Si estás atravesando por algo similar, te prometo que va a pasar, no es para siempre. ¡Ánimo, en primer lugar no estás solo y en segundo lugar cada día estás más cerca de tu meta! ¡Todo tiene un inicio y un fin, TODO!

Incluso, de esos días negros logré aprender algo: aprendí a ver el potencial que tenemos los seres humanos para superar situaciones difíciles, tu mente se vuelve poderosa y logras ver ese potencial cuando las vences. Hay una segunda ventaja; cuando termina esa época, la vida te parece mil veces mas bonita, los colores más brillantes, el cielo mas inmenso. Recuerdas el valor de tu familia como lo más importante en el mundo, y amas con más intensidad. Esta etapa nos ayuda a valorar como casi nadie las cosas más lindas e importantes en el mundo: el amor, la amistad, el lugar donde vivimos, la naturaleza. Es una sensación como de renacimiento, donde todo está lleno de nuevas posibilidades, de sensaciones placenteras.

Pasaron los seis meses, que me sugería el ginecólogo, y una vez más tranquilos, decidimos buscar de nuevo un bebé. Y con mucha ilusión ―y con mucho miedo a que se repitiera lo pasado― llegó Maximiliano. La espera fue pesada, tuve que controlar mucho mis emociones y pensamientos para que mi bebé estuviera tranquilo adentro de mi panza. Pero lo logré; sabía que estaba haciendo todo lo necesario para que saliera todo bien ¡ahora solo me tocaba esperar a que mi bebe se formara y decidiera salir!

Quiero recalcar que tomar una pausa no es solo para logra metas, o disfrutar la vida. Las pausas más importantes en la vida son las que tu cuerpo te pide, debemos hacerle caso a nuestro cuerpo y estar atentos a lo que nos quiere decir, ya que si no lo hacemos, el cuerpo tendrá la necesidad de hacer algo para que lo escuches (una enfermedad, un desequilibrio hormonal, una depresión o ataques de ansiedad, etc.) El ser humano está lleno de procesos biológicos, químicos, hormonales, mentales, emocionales, ¡uff! un sin número de cosas que deben trabajar en equilibrio. Somos seres multidisciplinarios, multitareas, multiprocesos. Trata a tu cuerpo y mente con la responsabilidad y el cariño que se merecen, Date cuenta de que sin ellos, ¡no podrías vivir! Toma las pausas que requieras sin sentirte culpable o débil. Ámate sin límites, apapáchate y sobre todo, escúchate.



SÉ FLEXIBLE, SOBRE TODO !MENTALMENTE!

Fluir con la vida y con las circunstancias que son ajenas a nosotros; ser flexibles; no tomar todas las cosas tan en serio; ser prácticos y espontáneos son algunas de las características que hacen la diferencia entre quienes son plenos y quienes no lo son.

Según las enseñanzas de Deepak Chopra, la felicidad se puede obtener mediante una mezcla de: la re-disposición (entrenamiento de la mente), las condiciones de la vida (triste pero cierto, no podemos pedir una consciencia elevada a personas en situaciones de grave peligro o riesgo, ya que el ser está completamente enfocado en sobrevivir) y tus propias acciones (decisiones hechas voluntaria o involuntariamente).

Esto mismo puede expresarse con la siguiente fórmula:

Felicidad= re-disposición de la mente + condiciones de vida adecuadas + acciones individuales

Desmenucemos esto un poquito más.


LA DISPOSICIÓN DE LA MENTE

La disposición de la mente hace referencia a qué tan dispuesta y predispuesta está tu mente ante la vida misma. Una excelente noticia es que esta respuesta se puede entrenar, pero ¿qué tiene que ver ello con estar pleno y tener una vida más feliz?

La vida está llena de momentos presentes, pero en la mayoría de ellos, estamos pensando en un momento del futuro o del pasado. Los pensamientos que hay en nuestra mente son los responsables de lo que sentimos y de las emociones que tenemos, y esas emociones son responsables de lo que pensamos nuevamente, y así continúa un círculo que no termina.

Éste círculo podría resumirse en:

?? Lo que mi mente PIENSA
?? Lo que SIENTO
?? Lo que HAGO
?? Los RESULTADOS en mi vida

Este tipo de círculos pueden ser negativos o positivos, veamos un ejemplo de cada uno:

CÍRCULO POSITIVO

?? Mi mente piensa que voy por buen camino a tener un cuerpo más sano y atlético, un cuerpo que me agrada a mí misma.
?? Me siento contenta con los cambios y las acciones que he tomado para lograr mi objetivo.
?? Realizo más acciones que me acercan a mi meta, estoy motivada y las hago con más gusto.
?? Genero en mi vida resultados acordes a lo que estoy haciendo y trabajando, es decir, un cuerpo más sano y atlético.
?? Pienso que estoy haciendo todo lo que puedo para llegar a mi meta.
?? Mi mente se siente más contenta y satisfecha con mis avances, me siento orgullosa de mí misma.
?? Y así sucesivamente




CÍRCULO NEGATIVO

?? Mi mente piensa que no estoy hecha para tener una relación estable y sana.
?? Me siento triste, enojada y defraudada de ver cómo no tengo lo que busco en una pareja.
?? Realizo ajustes tratando de hacer que esto cambie, pero al estar tan enfocado en lo negativo, no logro ver las oportunidades que hay para cambiar mi situación, o simplemente no me creo capaz de hacer lo suficiente.
?? No me valoro, provocando que las personas con quienes me relaciono no vean el valor que tengo y ni yo mismo lo veo impidiendo mostrarlo.
??Genero en mi vida, relaciones que no me agradan, relaciones que me tratan como yo misma me trato.
?? Mi mente piensa que no funciono, cada vez está más convencida de ello.
?? Mi mente se siente aún más triste y defraudada por los resultados que tengo.
?? Y así sucesivamente.

Los pensamientos que genera nuestra mente son muy importantes, no sólo se quedan en la mente y se acabó. Los pensamientos ―no me refiero a cómo lo manejan en esoterismo― crean y modifican nuestra realidad, son los responsables de cómo nos sentimos, y cómo reaccionamos. Y el cómo reaccionamos desencadena lo que hacemos o dejamos de hacer ante situaciones de la vida, llevándonos a un resultado en la vida misma.

Debemos aprender a controlar lo que pensamos, ¿quién domina a quién, la mente al cerebro, o el cerebro a la mente? Te diré; hay casos donde el cerebro y otros casos donde la mente. Las personas que tienen dominado su cerebro, son las personas que logran tener una predisposición positiva ante la vida.

Otro tipo de predisposición de la mente es cuando estás por atravesar alguna situación en tu vida y antes de generar la acción o de que llegues a determinada situación, tu mente ya te envió (ya vivió) de manera “imaginaría” al suceso en cuestión. Éste tipo de predisposición te ayuda adelantarte a posibles escenarios y tomar decisiones rápidas en el momento, teniéndolas ya pensada previamente desde tu imaginación.

Sin embargo hay otro posible resultado de esta predisposición, cuando estamos ante una situación no muy agradable por suceder próximamente (un estudio médico, una cirugía, etc.) , teniendo dos posibles escenarios:

A) Puedes pasarla bien antes de llegar a la situación en concreto y tener más oportunidades para llenar tu “frasco de felicidad”. Dejando el fluir de las situaciones.

B) O por el contrario, podemos empezar a sufrir desde antes, con simplemente darle vueltas a lo que estás por vivir. Una cosa es tener en cuenta lo que vas a hacer y los posibles resultados, y otra muy distinta es estar piense y piense, sufre que sufre por algo que te preocupa. De hecho, está comprobado que la imaginación tiende a generar escenarios mucho más terribles de lo que resulta la realidad.

Así que no te tortures anticipando cosas negativas o sufriendo en tu mente; prepárate y haz esa pausa de la que habíamos hablado, y deja que el plazo llegue a ti sin que te atormentes cada minuto.

Ejemplo: Vas a una consulta por dolores en la espalda baja y sales con el diagnóstico de piedras en los riñones. El doctor sugiere que lo mejor es operarte. Entre los análisis preoperatorios y demás cuestiones, se programa la intervención para dentro de diez días. Tienes dos alternativas. Puede ser que desde el día uno estés pensando en todo lo que podría salir mal, en las complicaciones, en el dolor de la recuperación, etc. ¿Crees que esto es lo más inteligente? Pues no. Estás sufriendo sólo por las ideas e imágenes que corren por tu mente. Sabes que vas a pasar por una operación y que podrías tener un resultado no tan bueno; pero lo más probable es que sea todo lo contrario. Lo mejor es enfocarte en tener todo resuelto por si las cosas no salen como lo planeas y despejar de compromisos el tiempo que necesitarás para tu recuperación. Es prácticamente imposible no sentirte nervioso o sensible por lo que estás por vivir, pero, piénsalo ¿tiene caso sentirte fatal diez días seguidos por lo que va a pasar? Difícil no pensar en eso, sí, pero creeme, es posible. En momentos de mayor vulnerabilidad como este es cuando el entrenamiento de la mente debe entrar con todo. Cada vez que te llegue la ansiedad anticipatoria, cambia el chip a pensar en lo bien que vas a sentirte después de pasar “el trago amargo” y en todo lo que vas a poder hacer una vez que te recuperes. No le dediques mucho tiempo, sólo unos minutos para quedarte con una sensación diferente al miedo y cambia de actividad, algo que requiera de tu mente ocupada para que deje de pensar en eso.

La segunda desventaja de enfocarte sólo en lo negativo, es que muchas veces no logras ver posibles oportunidades para cambiar tu situación: estás en modo “auto-sabotaje”. Te voy a enseñar un ejercicio que una vez compartieron conmigo y me sorprendió mucho el poder de la mente con las cosas a las que uno está predispuesto. Necesitarás la ayuda de alguien para que te vaya leyendo paso a paso las instrucciones; te pido que no lo hagas tú solo, literalmente sáltate este capítulo hasta que alguien pueda ayudarte con este ejercicio.

¿Ya encontraste a tu asistente? Espero que sí. ¡Hola amigo de mi lector! Gracias por ayudarnos a ejecutar este ejercicio. Te pido que leas los siguientes pasos con atención para que los resultados sean auténticos.

¿No eres el asistente? ¿Eres tú y te está ganando la curiosidad? No sigas: te prometo que necesitas a alguien que te ayude, y para que te asombres del inmenso poder que tenemos cuando estamos predispuestos a algo. Si no tienes a una persona en estos momentos, ten paciencia y regresa una vez que tengas a la persona leyéndote el ejercicio.

PASOS PARA EL ASISTENTE: lee en voz alta y pídele a tu amigo que siga estas instrucciones. Tendrás que estar en un lugar con cosas, no en un cuarto sin detalles, entre más detalles, mejor el resultado. Si el cuarto en donde se encuentran está más vacío que lleno, salgan a la calle y párense en una esquina. Va a necesitar papel y lápiz para apuntar, o su celular. Leele las siguientes instrucciones:

1.- Siéntate o párate derecha(o). Cierra los ojos, respira y ábrelos, voltea a observar a tu alrededor y por favor cuenta cuántas cosas rojas puedes ver, sin moverte de lugar. Observa bien, busca a fondo todas esas cosas rojas que están al alcance de tu vista y anótalas en un papel o en tu celular. Cierra los ojos.

2.- Abre tus ojos, vuelve a girar todo tu cuerpo para ver cuántas cosas amarillas puedes ver, presta atención en todas y cuéntalas muy bien. Anótalas de nuevo y cierra tus ojos.

3.- Una vez más, siéntate o párate derecho y ahora por favor observa y cuenta todas las cosas negras, gira de nuevo para ver que no te esté faltando ninguna. Presta atención a todo tu alrededor, trata de ver más allá de lo evidente. Anótalas nuevamente en tu papel o celular.

4.- Vuelve a sentarte o pararte derecho y cierra tus ojos, no los abras. Ahora dime ¿cuántas cosas moradas viste? ¡No los abras! Visualiza muy bien tu entorno, ya estuviste observando y analizando mucho lo que te rodeaba, fuiste muy meticuloso al buscar los otros colores pero, ¿cuántas cosas son moradas? Anota el número de cosas moradas nuevamente y ahora con los ojos abiertos observa girando tu cuerpo y ve si coincide el número que tienes anotado.

Normalmente no logramos contar correctamente todas esas cosas moradas que están a nuestro alrededor. Si fuiste de los que pudiste contar exactamente cuántas cosas ¡felicidades! eres alguien superdotado, pero la mayoría de las personas experimentan muchas dificultades para recordarlas o incluso verlas/notarlas.

Del mismo modo que con este ejercicio, cuando estamos enfocados en las cosas negativas, autodestructivas, autosabotajes, etc, no nos podemos dar cuenta de todas las posibles oportunidades o soluciones (color morado) que están justo ahí, frente a nosotros, pero por estar enfocados en otros colores ¡no logramos verlas!

Es importantísimo practicar para tener una mente más abierta y despierta, no sólo andar por la vida en modo automático, y esto se logra con mucha práctica. La mayoría de nuestras acciones están dictadas o dirigidas a través del subconsciente. Más del 60% de nuestras “respuestas automáticas” son ejecutadas por el subconsciente. La clave para descifrar esa parte de la mente es la auto-observación.

Cuando nos volvemos personas que saben que todo puede ser diferente y/o mejor, entrenamos a la mente para estar en constante aprendizaje, en observación, en búsqueda. Estamos expandiendo o moviendo nuestros propios moldes ¡nos volvemos más flexibles!

Al contrario, cuando crees que eres experto o perfecto en algo, dejas de estar en búsqueda o abierto a encontrar formas diferentes de ser y de hacer. Esto crea cierta ineptitud de ver cosas nuevas. De ver las cosas moradas/oportunidades de la vida. No logras ver cómo mejorar.

Éste ejercicio me encanta pues me parece que tiene cierta magia. Empieza a tener sentido el dicho que dice “eres en lo que te enfocas”, ya solo ves y logras resultados hacia donde tu mente te dirige la mirada.


CONDICIONES DE VIDA

Esto es algo muy sencillo y lógico. Según el neurocientífico Paul MacLean, el cerebro está dividido en niveles de consciencia o prioridades de concientizar. Podríamos decir que no podemos avanzar al nivel superior sin tener atendidas y cubiertas las necesidades del nivel previo.

El primer cerebro es el reptiliano; el más primitivo. Este nos ayuda a la supervivencia, reproducción y conservación de la especie. Hasta que nuestra mente sienta que tiene esto resuelto, podrá evolucionar al siguiente nivel; si no lo tiene, no podrá pensar más allá de su supervivencia.

El siguiente nivel es el límbico, este se enfrenta a resolver temas emocionales, sociales y de autoestima entre otros de este estilo. Resolver o concientizar en estos temas es posible sólo hasta que tu cerebro sienta que está seguro y sin riesgos de supervivencia (necesidades básicas).

Una vez que las necesidades emocionales del sistema límbico están cubiertas, entras en el tercer nivel, que se llama neocortex. El cerebro neocortex es en el que se trabaja el reto, el amor por la vida, el espíritu, el altruismo, etc.

Basándonos en esta teoría, es sencillo entender por qué las condiciones de tu vida pueden definir tus capacidades para disfrutar de la vida, una mente que se cuestiona, que se estudia a sí misma, que se conoce, tendrá más herramientas para que la vida le sea más sencilla y plena.

Me imagino, que en tu caso y el de casi todos los lectores, tienen cubierto los primeros dos niveles, dándonos la oportunidad de atender el tercer nivel.

TUS PROPIAS ACCIONES

Aquí entran en juego varias cosas: tanto las decisiones hechas conscientemente como aquellas de las que no nos damos cuenta. Hay que analizar sobre todo las que se hacen en modo “zombi” (uso ese término ya que a veces las hacemos tan “en automático” que no prestamos atención al subconsciente que nos está llevando a dicha operación, lo hacemos “brainless”).

Más del 90% de las decisiones que tomamos día a día se generan y se gestan en el subconsciente, según el estudio del Dr. A.K. Pradeep.

Como aprendimos en la sección anterior, nuestras acciones están extremadamente ligadas a nuestras predisposiciones; tenemos que trabajar para poder ampliar nuestro panorama, convirtiéndonos en observadores más conscientes, y así podremos identificar todas las soluciones y oportunidades que antes pasamos por alto. Si realizas una acción y no te gusta el resultado que obtuviste, analiza tus actos sin juzgar (¿recuerdas que no deberíamos colocar etiquetas?). Cuando comprendes por qué estás reaccionando de cierta manera que no te gusta, logras identificar si ésta fue una reacción involuntaria, una incapacidad de ver más posibles opciones, o un mecanismo de autodefensa. Solo estando consciente podrás pasar al siguiente nivel de preguntarte ¿por qué y para qué?.

Ahora ¿llegaste a la conclusión de que se trató de una respuesta involuntaria? Entonces visualiza cómo podrías reaccionar en una situación similar, qué harías diferente, cómo se siente hacerlo así. Genera varias veces en tu mente la imagen de esa respuesta diferente, vive ese sentimiento nuevo que te provoca. Repite varias veces esta visualización, para que cuando se te presente una experiencia similar, tengas clara tu mente en que hay más opciones para reaccionar que simplemente las involuntarias, y las puedas buscar y usar a tu favor.

¿No has podido ver más opciones? Imagina de nuevo la situación que estás analizando, imagina que todo es posible, menos la acción con la que respondiste. Todo es posible menos eso. ¿Qué harías? Te puedo asegurar que tienes la capacidad para ingeniártelas y hacer algo diferente, tienes que forzarte a buscar más opciones, más posibilidades. Inicia tu modus creativo, así que busca no una, no dos, sino mínimo tres formas distintas. ¿Qué se siente? y no me refiero a la acción en sí, sino al poder que tienes de buscar más allá de sólo una respuesta.

La creatividad es una capacidad, una habilidad, una herramienta, un don. Todos nacemos con potencial creativo, pero quienes no lo ejercitan provocan que termine por “apagarse”. Otras personas, orilladas por las circunstancias, tuvieron que desarrollar su potencial creativo al máximo.

Solemos creer que a las personas creativas les surgen ideas de la nada, espontáneamente. Y la realidad es que no es cierto, por lo menos en general no es así; la creatividad debe ser intencionada y dirigida. Le damos vueltas y vueltas a un asunto y de repente se nos ocurre algo nuevo, pero sólo después de ver las cosas por arriba; por abajo; por en medio ¡por todos lados y repetidas ocasiones!

La creatividad para solucionar cualquier cosa va de la mano con la seguridad en uno mismo. Tener la confianza de que, si una puerta no abre, tienes veinte opciones más. Esto inevitablemente te llena de bienestar, de poder, de seguridad en ti.

Repite el ejercicio de ver diferentes soluciones a una situación que ya viviste, analiza las opciones y ve las posibles modificaciones que podría tener, vuelve conscientes las emociones que se desencadenan.

Cuando realizas una introspección y encuentras la razón por la que estabas haciendo o sintiendo cosas que no entendías, te genera una gran satisfacción porque ahora puedes analizar dicha razón y decidir si sigues o no con esa reacción. La estás estudiando, te estás volviendo alguien flexible al tratar de ver el porqué de una situación-reacción y dejando de ser de las personas que suelen decir simplemente: “así son las cosas” “¿por qué a mí?”, “no puedo hacer nada para cambiarlo”, etc, para volverte alguien que se dice: “¿qué más puedo hacer?”, “¿cómo lo puedo mejorar?”, “tengo todo para buscar más opciones, ¡lo sé y con ello lo lograré!”.

Cuando estás abierto a respuestas, pones tu mente en modo observador, atento, alerta. Te vuelves una persona flexible, una persona exploradora y en búsqueda de respuestas. Podría ser que tu respuesta no te guste, pero acaso, aunque así fuera ¿no es mejor saber qué te pasa, y si quieres, poderlo cambiar? ¿o simplemente tener la información para poder anticiparte y aprovechar algunas situaciones sacando lo mejor de éstas y de ti? Claro, la respuesta es siempre ¡sí! La información es poder.

Según expertos en psicología, cuando a la mente en lugar de decirle “no puedo”, le preguntas “¿cómo lo puedo lograr?”, detonas procesos químicos y estructurales muy distintos. El cerebro humano está diseñado para responder preguntas, para resolver situaciones. Pero si das por sentado que algo no se puede, tu cerebro no se desgasta en buscar ni en resolver. Tenemos que invitarlo a que se expanda, a ejercitarse, a que no se estanque en respuestas automáticas.

A mi esposo siempre le he dicho que todo se le acomoda para que le sean más sencillas sus tareas ¡siempre! Por ejemplo, si le toca llevar el viernes a Max a la escuela porque yo tengo una junta de trabajo, y él tiene que cancelar su partido de golf con sus amigos, de repente alguien le llama y le ofrece llevar a Max a la escuela, y así él puede ir a su partido de golf. En serio, pareciera magia, siempre se le resuelven y facilitan sus tareas. Pero lo que pasa no es exclusivamente magia, es que él está acostumbrado a eso, por lo que está atento a las oportunidades que hay, y termina por encontrar una alternativa; en el mismo escenario, tal vez a mí me lo ofrecerían, pero por no estar atenta, no la escucho o no le hago caso. Él está abierto y en observación siempre, de ese modo, le es más sencillo y por ende, aprovecha mejor cosas que otros no pueden ver.

Tú no eres alguien estático ¡eres vida! Eres cambio y movimiento, eres energía y procesos. ¡Vuélvete flexible! Flexible para siempre estar a la expectativa de aprender algo y con ello generar una versión más completa y mejorada de ti mismo!



RECONOCE TU VALOR


Hay una frase que una vez leí y me la repito con mucha frecuencia, tantas veces como me acuerde de ella:

No hay nada que te empodere más, que saber que tienes el control y la manera de cambiar lo que quieras.

Diciendo lo mismo, pero en su antítesis:

No hay nada que te desempodere más, que depender de alguien o a algo para que arregle tu situación o problema.

En verdad ¡cómo amo esta frase! ¿No te parece que es sumamente fuerte y cierta? Es como una cubeta de agua fría para despertar y dejar de lamentarte o culpar a otros por tus problemas, por la gente con la que estás o no estás, por tu cuerpo, por tu situación financiera, por las relaciones familiares, de pareja, con tus hijos ¡en todo aplica!

No tiene nada de malo sentirse respaldado; es más, es muy gratificante a la edad que sea saber que tienes a una o a varias personas en quienes encontrar apoyo y a veces hasta un respiro. No hay nada que se compare con esa sensación de saber que no estás solo, y que si algo te sucede, alguien te dará una mano.

De hecho, cuando somos niños y adolescentes este soporte es vital para cultivar la confianza de aventurarnos a tratar nuevas cosas; a lograr diferentes metas; a volar alto sin que el temor a caernos nos paralice. Muchos papás cometemos el error de dar este soporte, pero en una medida tan grande que no generamos en nuestros hijos esa confianza; sino que en lugar de esa valentía y empoderamiento, los hacemos dependientes de nosotros para lograr sus metas. Esto en última instancia tiene repercusiones negativas en su valor de empoderamiento personal.

Un hijo que no logre ser independiente ni salir de la protección maternal o paternal de su familia, no logra su realización personal. Una persona sólo alcanza su realización al elegir sus propios caminos, sus metas, sus objetivos de vida, su vida misma. Es tarea de nosotros, como padres, enseñarle a nuestros hijos cómo tomar buenas decisiones, cómo analizar y valorar las diferentes opciones que la vida presenta; que las tome de manera consciente, que anticipe y prevea las consecuencias y, más que nada, hacerlos responsables de sus actos y de las consecuencias, sean buenas, malas o regulares. Una persona dependiente de alguien jamás logrará entender su valor como individuo, ni podrá explorar su gran potencial.

Cuándo te das cuenta de adulto que en ti está el poder de hacer algo o no, reparar algo o no, capacitarte en algo o no, ser feliz o no, luchar por una meta o no, te das cuenta de que no hacer también es una decisión ¡y todas las decisiones que tomamos tienen consecuencias! Pero cada decisión de tu vida está en tus manos. ¿Acaso esto no te genera la sensación de ser el dueño y amo de tu existencia? ¿y al mismo tiempo, ser el único responsable de los resultados que alcances? En ti está ese poder, en ti está ésa decisión de realizar el trabajo necesario para lograr el resultado que quieras u objetivo que buscas.

Obviamente, el ver y sentir ese poder y valor interno, está completamente relacionado con nuestra autoestima. Una persona con autoestima alta siempre se va a ver como alguien orgulloso de sí mismo, con valor en su persona, capaz de lograr sus metas, alguien con mucho que ofrecerle a los demás y por lo tanto, aceptado y querido. Por el contrario, una persona de baja autoestima será alguien que no se sienta orgulloso de sí mismo, alguien que se cree incapaz de lograr lo que desea. Alguien que no alcanza a ver que tiene el suficiente valor para ser estimado y querido por otros.

Hay gente que es súper sociable y parece tener una gran autoestima. Sin embargo, cuando la tratas más a fondo y ellos empiezan a verte como alguien que sí se siente con mucho valor, en automático tratan de minimizarte para bajarte a su altura de autoestima. Se sienten cómodos únicamente con gente que consideran “en su mismo nivel” o en un nivel inferior. No te sientas mal, no te dejes engañar por sus comentarios; tampoco los juzgues, simplemente, si no están al mismo nivel, la vida solita te enseñará que no es el momento para estar con esas personas. No trates de cambiarlas y mucho menos trates de cambiar tú para incorporarte a una relación.

No hay nada más importante en el mundo que ser feliz con la persona que eres. Si tienes esa sensación, ese amor a ti mismo, cultívalo, enfócate en lo bien que se siente para que el día que algo en tu persona no te agrade y sea diferente la forma en la que te ves, trabajes con todas tus fuerzas para lograr de nuevo esa paz y amor interno.

Hay gente que se quiere sentir superior a otros, pero en el fondo también hay un sentimiento de inferioridad, y esto debido a un aspecto meramente lógico y matemático.

Cualquier persona, cosa o situación que pueda decirse “mejor que” siempre tendrá a la par el: “peor que”.

Lo único que no tiene un “mejor que” o “peor que” son las características, personas, o cosas ÚNICAS. Ya que no tienen con qué compararse, y así somos las personas, ÚNICAS.

Contrario a esta gente, las personas con buena autoestima no ven a nadie hacia arriba, ni hacia abajo, ven a todos por igual y de manera única; simplemente reconocen que las personas nos encontramos en momentos y situaciones particulares y diferentes.

A mi manera de ver las cosas, todos somos iguales; lo que nos diferencia es el momento que estamos viviendo, las enseñanzas que tenemos a nuestro alcance, las metas que tenemos y el trabajo individual que hemos invertido en nuestra persona.

Recuerda: toda la gente suma, si alguien te resta o tú mismo te restas ¡es por falta de autoestima! Trabaja en ella para sentirte mejor y más feliz contigo mismo.

Las personas que tienen una mala autoestima tienden a soltar juicios o críticas demasiado duras hacia ellos mismos y hacia los demás; adjetivos que no tiene caso estarlos recalcando. Si algo de ti no te gusta, no lo vas a cambiar criticándote y juzgándote; se cambia desde la consciencia. Saber y admitir que tienes un área de oportunidad es el paso número uno, pero ahí no acaba el trabajo, desde luego es importante ser realistas y aceptar nuestros defectos, no para castigarte, sino para tratar de cambiarlos en lugar de escudarnos tras ellos, y para tener la humildad de pedir ayuda o apoyo cuando sea necesario. Por ejemplo, si yo no soy muy buena en matemáticas y mi hijo necesita refuerzo en esta área, es mucho mejor recurrir a alguien que sí tenga esa fortaleza, que empeñarte en enseñar algo que no sé o auto atacarme por no saber.

La autoestima no es algo estático ¡es dinámico! No es como que lo tengas o no lo tengas, de manera inamovible e inmutable. Es, de hecho, un trabajo constante, y puede variar mucho de acuerdo al momento que estás viviendo. Por eso es importante estar con las antenas alerta y tener ese autoconocimiento para que cuando sientas que no estás al 100%, inmediatamente lo trabajes para que sea más sencillo regresar a esa plenitud contigo mismo.

Así que manos a la obra y ve paso a paso, pero sin marcha atrás; ve siempre hacia delante y verás que cada vez los pasos serán más sencillos, largos y rápidos.

¿Cómo mejorar la autoestima?

Empecemos con una lista de las características que tienen las personas con buena autoestima:

● Identifican sus habilidades, y las aprovechan.
● Se sienten bien consigo mismas. Son felices simplemente por ser quienes son.
● Son autosuficientes en todos los sentidos; desde emocional hasta económicamente.
● No les da miedo pedir ayuda, y les agrada ayudar a los demás.
● Disfrutan de las cosas; le ven el lado divertido y satisfactorio a todas las áreas y actividades de su vida.
● Suelen ser organizadas y ordenadas.
● No temen preguntar si tienen dudas, no les genera pena no saber de algo, es más, les gusta conocer cosas nuevas y aprender.
● Escuchan posturas diferentes, se enriquecen con otros puntos de vista. Si algo no va con ellos, defienden su punto sin desear convencer a los otros.
● Reconocen sus errores, son responsables de sus acciones.
● Les gustan los retos y no les temen, pareciera que les agrada cada vez que hay algo nuevo que lograr.
● Son personas que no son comunes, son originales, leales a su gusto y forma de pensar.
● Les gusta la sensación de lograr sus metas, trabajan fuerte en ellas.
● Les gusta que les reconozcan sus virtudes o dones, pero no que los estén adulando.
● Saben en qué deben mejorar y trabajan para lograrlo.
● Hablan con facilidad en público, se expresan fácilmente.

Si después de leer este listado no te sientes con tan buena autoestima, o sientes que tienes algunas áreas de oportunidad para mejorar, hay muchísimos ejercicios que te pueden ayudar. Te presento algunos para que los realices y, si el problema continúa, te recomiendo ampliamente pedir ayuda profesional.

Mucha gente no le da importancia, pero la realidad es que el autoestima es fundamental para nuestra salud psicológica. No es meramente algo en qué enfocarte cuando te sobra tiempo, sino uno de los pilares más importantes en los que debes poner atención constante, pues de ello depende en gran medida la salud física, mental y la calidad de vida.

Vamos a desmenuzar y analizar el concepto de “autoestima”, pues siempre que separas en “secciones” algo que desea investigar, resolver o simplemente analizar se vuelve más sencillo. El término de autoestima hace referencia a varios “auto´s”:

● Autoconocimiento
● Auto-respeto
● Auto-confianza
● Auto-aceptación
● Auto-concepto

Viéndolo de esta manera, es mas sencillo que te percates cuando hay un área o varias por trabajar. Detallemos un poco más estos sencillos conceptos.

AUTOCONOCIMIENTO: significa saber quién eres; tus virtudes y defectos, pero no de manera superficial, no de acuerdo a lo que te gustaría, sino a lo que es en realidad. Si no sabes qué virtudes o defectos tienes, o sientes que tu autoconocimiento está alterado por las críticas de los demás, abajo pondré un ejercicio para que te sea más sencillo verte a ti mismo con objetividad.

AUTO-RESPETO: Significa tratarte bien a ti mismo, no menospreciarte, castigarte o juzgarte duramente por tus errores o defectos. Tampoco significa querer “tapar el sol con un dedo”. Los defectos están allí, y si deseas cambiar hay que aceptarlos y trabajarlos, pero con cariño, del mismo modo que harías con la persona que más amas en el mundo, y la persona que más amas, siempre debes de ser tú mismo.


Por ejemplo, a veces le pregunto a mi hijo “Max ¿quién te quiere más en este mundo?” y cuando me contesta “Mamá”, yo le respondo “Nooo, yo soy la segunda persona que más te ama, pero siempre la primera debes de ser tú mismo”.

Así que, cuando estés mejorando algo de tu persona ¡hazlo con ese amor! Con esa misma paciencia y cariño con que le hablarías a tu persona amada. Porque si tienes claro ese amor, no vas a permitirle a nadie, ni a tu mente, ni a ti mismo y menos a alguien más, que no te respete y te trate dignamente.

AUTO-CONFIANZA: Hace referencia a tener confianza, a saber que vas a dar lo mejor que puedas y, por ende, vas a sacar el mejor resultado posible. Es saber que has dado tu máximo y permanecer tranquilo y confiado cuando te toque esperar los resultados.

AUTO-ACEPTACIÓN: El ser consciente de tu realidad, estar a gusto con ella y trabajar disfrutando el proceso de siempre dar y ser tu mejor versión ¡es fantástico! Así como, a su vez, saber que somos humanos y a veces necesitamos sólo tener una pausa, y disfrutar del momento sin estar buscando cambios. Simplemente siendo. Aceptar que como humanos, todos tenemos defectos, cosas obscuras, fallas y miedos. !No te abrumes, acéptate como una perfecta imperfección!

Veamos ahora unos ejercicios:

EJERCICIO I

Escribe en una hoja o cuaderno todas las cosas que te gustan de ti mismo, sean físicas, emocionales, o habilidades intelectuales.

Para realizar la lista, te puede ayudar el hacerte las siguientes preguntas:

● ¿Cómo me describe la gente que me ama?
● ¿Qué habilidades tengo, en qué soy bueno?
● De mi físico ¿qué me gusta?
● En relación a mis sentimientos ¿cómo son?
● ¿Qué logros he tenido en mi vida? ¿Qué habilidad o parte de mi personalidad me ayudó a lograrlos?

Coloca esta lista en un cuaderno que tengas en mente o muy bien localizado, para que cuando te sientas un poco cabizbajo, leas las características que tienes y no las que tu mente quiere que tengas por tu estado de ánimo. Es mucho más efectivo si lo haces en voz alta y viéndote a un espejo. Hazlo hasta que te sientas con más ánimo, lleno de energía; empoderado.

EJERCICIO II

Sigamos con las listas (jajaja, seguro ya te diste cuenta de que me encantan). Hagamos ahora una de todos tus logros, todas esas metas alcanzadas que te han hecho sentir realizado, poderoso, capaz. No importa si fue hace mucho tiempo, fuiste capaz de hacerlo ¿no? ¡y sigues siendo tú! Así que esa capacidad sigue estando dentro de ti. Muchas veces nos falta esa confianza en nuestras capacidades para que nuestros ojos vean más oportunidades; ampliar la vista para identificarlas y poder aprovecharlas. ¿Cómo lograste tus objetivos? ¿qué habilidades tienes que te ayudaron a realizarlos? Hazlas conscientes.

Cada vez que te sientas incapaz de realizar una meta, lee esta lista y recuerda todo el potencial que tienes dentro, y sobretodo, date cuenta de que aún tienes miles de capacidades por descubrir. No tengas miedo de tratar de realizar algo ¿te gustaría lograrlo? ¡hazlo! ¿Tienes miedo? ¡hazlo con miedo! pero no te paralices. Eso lo único que te genera es más miedo y menos confianza en ti mismo. Tal vez falles y no logres tu objetivo en los primeros intentos, pero te sentirás orgullo de haberlo intentado. Además, de todas las veces que lo intentes y falles, aprenderás algo valioso.

EJERCICIO III

¿Recuerdas que habíamos mencionado que las personas con bajo autoestima se critican y juzgan? Este ejercicio trata de eliminar eso, es más; tal vez sientas que no lo haces y en realidad sí lo haces, pero de manera no consciente. Iremos un día a la vez. Mañana, cuando inicie tu día, date a la tarea de anotar cada vez que le arrojas una crítica a tu persona. Hazlo durante tres días. Si eres de los que no lo hace ¡felicidades! Es algo difícil de lograr: bien dicen que la propia mente es el más duro juez. Si por el contrario es algo que sí haces y deseas cambiarlo, durante los siguientes veinte días incrementa tu atención de cada crítica que haces, y cada vez que anotes una crítica, cuestiona el porqué de tu juicio.

Un ejemplo banal: te pegaste en la esquinita de la cama, justo en el dedo chiquito; sí, ese dolor que además de intenso te hace enojar. Bueno, si tu mente lo que te dicta es “Ahhh, que burra ¡pero qué torpe!”, pregúntate “¿realmente soy torpe? ¿realmente cumplo al 100% la definición de torpe? ¿me estoy pegando todo el tiempo, o me estoy cayendo a cada rato?”. Verás cómo tu cerebro se va a ir acostumbrando a no soltar juicios negativos sin un análisis más amplio, no te estarás diciendo cosas feas ni duras, por insignificantes que sean.

Reconocer tu propio valor es una de las tareas más importantes de la vida. El sentirte esa persona que admiras, es algo que desde chicos nos deberían de enseñar. Firmemente creo que el sistema educativo debería dedicar algunas horas de escuela a cultivar eso: amor a uno mismo, autoconocimiento, auto-respeto, valoración y amor propio.

Una persona que se ama realmente, es una persona que se cuida y que sabe que necesita del mundo y de los demás tanto para su bienestar como para su estabilidad emocional y mental. Esa persona que tiene las cosas claras y bien plantadas, será:

● Una pareja que le sume virtudes tanto a la relación como a su ser amado.
● Una madre o padre que eduque mejores seres humanos.
● Una amistad incondicional y recíproca.
● Un buen profesional hace bien su trabajo, genera valor hacia la persona que lo contrata.
● Un buen líder que siempre busque el beneficio de todos incluyendo el suyo.

La falta de amor propio es de los mayores males del mundo, porque con ese vacío, con esa falta de aceptación y cariño ¿cómo vamos a respetar, ayudar y amar al prójimo? ¿qué podemos compartir con la sociedad si no tenemos nada de amor para nosotros, nada de respeto?

El amor real y consciente a uno mismo no es egocentrista, no es vanidoso, no es unilateral. El amor real hacia uno mismo lo único que genera es sacar lo mejor de nosotros y de las personas a nuestro alrededor.

Seamos de esas personas que hacen al mundo un lugar más grato, más sustancioso, más amoroso, más honesto. Trabajemos para que el primer granito de arena que le pongamos al mundo sea ese. Ser un humano que se ama y ama al resto, y se respeta y respeta al resto. Que se protege y protege a sus amados. Que hace todo en sus manos para dar lo mejor. Da todo de sí, para tener su mundo mejor y por consecuencia el mundo de los que lo rodean a la par mejora.

Seamos de las personas que reconocemos nuestro valor, tanto, que somos capaces de proporcionárselo a los demás, de que no se quede en sensación, sino en obras de valor para nosotros mismos y para los que nos rodean.



TIPS CONVENCIONALES

Podría apostar que todos en algún momento hemos hecho una búsqueda de tips para ser más felices; al menos, nos han llegado consejos de toda clase a través de nuestros conocidos u otros medios, como los libros o el internet. Para facilitarte la búsqueda, he recopilado algunos de los más importantes, lógicos y efectivos. La mayoría de estos tips son muy fáciles de entender, pero algunos me doy la tarea de explicarlos un poco más a detalle. ¡Comenzamos!

Sonríe

Suena súper sencillo, pero quiero compartirte una explicación científica de por qué esto ayuda a ser feliz. El acto de sonreír hace que nuestro cuerpo libere endorfinas, serotonina y analgésicos naturales. También disminuye la producción de hormonas causantes del estrés, como la adrenalina, cortisol y dopamina. Compruébalo por ti mismo, sonríe justo ahora y verás que este truco realmente te ayuda a sentirte mejor !muestra un poco más tus dientes!

Duerme bien

Literal, es importantísimo estar descansado para estar más contento durante el día. Y no sólo es para que el cerebro reaccione mejor a las situaciones que se nos presentan. Al igual que sonreír, dormir bien genera hormonas que nos benefician. Te explico brevemente: al dormir nuestro cuerpo se relaja, descansa. Con esto le ayudamos a producir correctamente serotonina y melatonina, que ayudan a bajar los niveles de estrés y nos generan sensación de felicidad. La falta de sueño produce lo contrario. Así que siempre procura dormir tus ocho horas diarias.

Medita

Antes que nada quiero especificar que la meditación ― hablo de la acción en sí de meditar― no es exclusiva de ninguna religión; es una técnica para relajar la mente y el cuerpo, nada más. La intención que le pones a la meditación es lo que puede variar de una religión o ideología a otra. Entre los muchos beneficios biológicos que produce meditar, encontramos que: se activa la producción de hormonas antiestrés de la glándula pituitaria, se reducen los niveles de cortisol y la presión se regula. Así mismo, aumentan la melatonina y la hormona liberadora de la corticotropina, teniendo como resultado estar más tranquilos y serenos.

Sé que para algunos suena difícil aprender a meditar, pero recuerda que cuando vas paso a paso y tienes claras tus intenciones, es mucho más fácil lograr todo lo que te propongas. Si nunca has meditado, no te recomiendo que trates de hacer meditaciones de media hora diarias; no va a ser un ritmo sostenido y, más importante que nada, no vas a disfrutarlo. Ve paso a paso. Mejor, comienza tratando de meditar dos días a la semana por cinco minutos. Es más, si se te complica, pon tu temporizador únicamente por tres minutos.

El objetivo de hacerlo poco a poco es que sientas los beneficios, que disfrutes esos pocos minutos de paz, de estar solo en tu mente, sin interrupciones. Por cierto, esto de las interrupciones es sumamente importante; cuando vayas a meditar asegúrate de avisarle a las personas que están a tu alrededor, para que no te vayan a interrumpir.

Hay miles de opciones para meditar. Puede ser en silencio, con música relajante o incluso con la ayuda de alguna meditación guiada en YouTube. Si quieres más tips de cómo meditar, puedes entrar a mi página: elisauranga.com, donde hay toda un área de meditación.

Una meta práctica y viable para una persona que trabaja y tiene varias actividades al día es meditar de siete a diez minutos al despertar (visualizando tu día y agradeciendo) y antes de acostarte para relajarte. Yo medito también siete o diez minutos antes de entrar a una reunión importante o que me ponga nerviosa.

Come bien

Todo mundo sabe que para estar sanos es importante comer bien, pero no muchos saben que hay una relación directa entre los alimentos que consumimos y el estado de ánimo. Esta relación está comprobada científicamente; algunos alimentos inhiben o estimulan la producción de ciertos químicos en el cuerpo. Debemos aprender a moderarlos para que no obstaculicen nuestra tranquilidad y alegría.

Algunos alimentos suben los niveles de serotonina y endorfinas, conocidas como las hormonas de la felicidad y el placer. El sistema nervioso, para comunicarse, utiliza neurotransmisores (sustancias químicas), y gracias a lo que comemos o bebemos estos se pueden crear o sintetizar; o lo contrario, se pueden eliminar o inhibir.

Los alimentos que nos van a beneficiar para el estado de ánimo son aquellos altos en triptófano, pues incrementan la serotonina en nuestro cuerpo, y los que elevan las endorfinas y regulan las hormonas. Algunos excelentes ejemplos que no deben faltar en tu dieta son: huevos, verduras, legumbres y cereales, chocolate oscuro, semillas de girasol, salmón, carne roja (con moderación), plátanos, fresas, moras, aguacates, arándanos, etc.

Los alimentos que deberíamos consumir con mucha moderación son: azúcar refinado, grasas transgénicas, alcohol, alimentos procesados y tabaco.

Vale la pena hacer una pequeña investigación más a fondo para llevar una dieta balanceada y sobretodo que nos ayude a llevar una vida más plena.

Haz ejercicio

Estar en movimiento y hacer ejercicio promueve, como pocas cosas, la liberación de endorfinas en el cuerpo. Así que ― si todavía no tienes una rutina de ejercicio― empieza poco a poco, al igual que con la meditación. Tal vez te agrade salir a caminar, correr en algún parque los fines de semana, o simplemente hacer cincuenta sentadillas, cien abdominales y cincuenta lagartijas antes de meterte a bañar; te aseguro que tanto tu mente como tu cuerpo te lo agradecerán.

¡Empieza ya! Te tomará únicamente diez o quince minutos hacer que tus pulsaciones se aceleren con un flujo de hormonas positivas que se llevará parte del estrés. Recomiendo ampliamente buscar variedad de ejercicios en Youtube, hay muchísimos que te pueden interesar y que se acoplan al tipo de actividad que más te agrada. En mi página también puedes ver algunas opciones que mí a me agradan y me han dado excelentes resultados (elisauranga.com).


Realiza actividades fuera de tu rutina

Busca opciones en tu localidad que no hayas probado aún, y empieza a programar realizarlas cada quince días (Haz una lista y prepara un plan para hacer todas) El cerebro trabaja de manera muy sorprendente; cuando uno está encerrado en la rutina, en los problemas de su trabajo, su casa o su propia mente, se enfrasca y deja de ser creativo para buscar opciones diferentes. Cuando a la mente le ponemos actividades nuevas, le estamos mostrando al cerebro que hay muchas cosas más allá de lo conocido.

Está comprobado que hacer cosas nuevas es, aparte de divertido, benéfico para el cerebro, pues fomenta que se construyan nuevas conexiones neuronales que harán muchos cambios en tu agilidad mental, en tu creatividad y en tu forma de percibir al mundo.

Me encanta cuando un fin de semana hago algo nuevo, porque me renueva la mente y entro de nuevo a la rutina del lunes con más energía. Hay literalmente miles de opciones, desde ir a conocer un nuevo sitio/museo/exposición, hasta bajar un video y aprender a bailar, o unos nuevos pasos con la música que te gusta. Puedes hacer de una comida algo diferente, por ejemplo, preparar un sushi o carne asada con alguna variación en la receta de siempre. ¡No te limites a pensar como el resto! Activa tu “mood” creativo, aún cuando eso fuerce a tu cerebro a salir de zona de confort. Romper la rutina no tiene que ser forzosamente algo tan programado ni radical. Pequeños cambios ayudan a salir de lo mismo y sobretodo a crear más conexiones cerebrales que te darán sensación de bienestar y te ayudarán a ver las cosas diferentes. ¡Verás cómo llenan de vitalidad y frescura tu semana por comenzar!

Ponte algunos objetivos fáciles de alcanzar

No hay persona alguna que no sienta dicha al lograr una meta. El autoestima se fortalece con motivación, aceptación y orgullo de nosotros mismos. El tener metas a largo plazo es buenísimo y nos ayuda a tener claro a dónde vamos y qué caminos elegir para alcanzarlas. Pero es también de suma importancia tener metas a corto plazo, metas de un día, metas que podamos alcanzar con poco o mediano esfuerzo. Éstas metas las debemos tener siempre en mente y en nuestra rutina, para que alimentemos nuestra autoestima y motivación personal del gozo de realizarlas. Un ejemplo:

Tengo en mi cuaderno personal dos tipos de listas. Una lista de manera mensual (ir al dentista, conseguir “x” número de casas para la inmobiliaria, supervisar la terminación de obra de tal casa, terminar dos capítulos del libro, hacer el balance de los estados de cuenta, etc) y a la par una lista diaria de las cosas inmediatas, por ejemplo:

● Hablar con “x” asesor para recordarle usar el calendario virtual
● Ir al gimnasio
● Llevar los papeles de la escuela de Max
● Hacer el super
● Imprimir los estados de cuenta de los últimos tres meses
● Meditar dos veces
● Ir por el regalo de mi sobrino
● Revisar que estén en orden los pagos de las rentas

El tachar los pendientes de mi día, y ver que hice todo lo que me propuse, me hace sentir muy a gusto conmigo. A veces pongo pocos pendientes sólo para tener esa sensación de logro; sé que puede sonar un poco raro, pero inténtalo y verás cómo te irás motivando y avanzando para llegar a tus metas más a largo plazo. Y recuerda: siempre disfruta tanto del proceso como de la meta en sí.

Arréglate

Es fundamental dedicar tiempo en la mañana para que te sientas cómodo con tu imagen; para que te veas en el espejo y digas “qué bien me veo”. Sin duda, mis días cambian mucho cuando me doy el tiempo de arreglarme y cuando no. Claro, a todo mundo le sabe a gloria un delicioso día de flojera, pijama y series. Me refiero a tus días de rutina; levántate un poquito más temprano para que te dé tiempo de estar contento con tu imagen. Recuerda que la imagen ― aunque no es lo más importante― tampoco hay que descuidarla. ¡Habla mucho de ti y del esfuerzo que le dedicas a verte y sentirte mejor!

Haz una lista diaria de las cosas que agradeces tener en tu vida

El ser agradecido y que notes las cosas buenas de tu vida sin duda es algo que mejora tu estado de ánimo. ¿Recuerdas la frase que repetimos como quince veces en una de las lecciones?

“Si te fijas en todo lo que tienes ¡lo tienes todo!”.

Si estamos agradeciendo todo lo que tenemos, lo disfrutamos incluso más porque estamos agradecidos y somos conscientes de todo ello.

Repítete muchas veces cuánto te amas, cuán orgulloso y agradecido estás por los logros que más lejos te han llevado en la vida. Hazlo con una gran sonrisa y frente al espejo, verás cómo en pocos segundos tu estado de ánimo será mejor que cuando empezaste.



CONCLUSIÓN


El juez más duro y crítico de uno es sin duda: uno mismo. Lo he vivido, es más, podría decir que lo he padecido. En ocasiones, cuando he pasado por algún momento de confrontación con alguien, un “error” o un comportamiento del que no estoy del todo convencida, mi mente es como si cargara con una cruz y un látigo, jajaja.

Dejemos de torturarnos con nuestros errores, o con nuestros malos hábitos. Quitemos esas palabras y cambiemos los errores por experiencias de vida y los malos hábitos simplemente por hábitos pendientes de modificar. El castigarnos no los va a corregir. Sirve mil veces más crear consciencia ¡Observar y enfrentar nuestras sombras!

En el ser humano existe la dualidad, y cuando eres consciente de esa dualidad, esa fricción entre lo que “debería ser” (según tu “yo” consciente) y lo que es, dejas de entrar en confrontación contigo mismo. Si un día fuéramos capaces de dejar de calificar cada acción, cada pensamiento como bueno o malo, y nos enfocáramos en analizar los motivos o circunstancias que nos llevaron a eso, seríamos más felices sin duda alguna, porque nos aceptaríamos tal como somos: HUMANOS.

No compres lo que muchos libros/instituciones/filosofías te venden como “la perfección”. Vienes a este mundo a aprender, a vivir el momento y a ser feliz (siempre teniendo en cuenta a las demás personas, para no lastimar intencional o de manera colateral a nadie). Vienes a sacar lo mejor de ti y tratar de sacar lo mejor de la gente que te rodea. No vienes a seguir el molde de “bueno” o “malo”, vienes a ser TÚ con letras chiquitas y grandotas, con momentos agradables y momentos desagradables, con virtudes maravillosas y defectos humanos.

El “molde” de persona totalmente bondadosa o “santa” realmente a nadie le queda. He aquí donde la mayoría de la gente entra en conflicto interno. Porque en su mundo de fantasía desean verse dentro de su molde inflexible como perfectos. Cuando se dan cuenta que no logran ser como el molde exige o no son felices tratando de mostrarse como ese molde, entran en controversia interna, se les vienen abajo sus ideales, su identidad y mundo. Y como mencioné, dejan a un lado su voluntad, su forma de pensar y ser, que es ÚNICA.

En lugar de eso, cambiemos el enfoque y hagámonos las siguientes preguntas cuando tengamos la duda de cómo nos sentimos o qué hacemos:

● ¿Es bueno para mí?
● ¿Me estoy acercando o alejando de mis objetivos?
● ¿Lastimo a alguna persona?
● ¿Me hace sentir más plena?

Si las personas orientáramos con estas preguntas las acciones de nuestra vida, sería un planeta mucho más consciente y agradable, más honesto, sencillo y puro.

La persona que te acompañará para toda tu vida; la persona de quien dependen exclusivamente tus logros y tus fracasos; la persona que sin importar la situación estará a tu lado siempre; la persona gracias a la cual ríes, lloras y disfrutas; justo a esa persona debería ser a quien mimemos, a quien más cultivemos, a quien más tratemos de alegrarle la vida. Y esa persona ¡eres tú!

Así que empieza a verte lo bueno. Y sobre lo malo ― que todo mundo tiene― no seas tan estricto; trata de mejorarlo (si así lo quieres), pero no seas ese juez que todo mundo odiaría en la película por mocho, necio, intransigente y duro. Eres tu persona favorita, así que trátate como eso, no menos.

Las personas somos humanos defectuosos, y son la vida y las experiencias las que te enseñan y las que te van moldeando.

Creo que el secreto para ser feliz reside en nosotros mismos, y es proporcional al amor que nos tenemos. Cultivemos ese amor propio, y empecemos a aprender cómo hacer estos pequeños cambios de enfoque para ver la vida como es: sencilla y maravillosa.

Parte de la felicidad de una persona consiste en poder estar presente en el aquí y el ahora, sin embargo en muchas ocasiones estamos presente físicamente pero mentalmente y emocionalmente estamos en otro lado; esto nos impide disfrutar del momento. Es muy fácil de decir y difícil de lograr, pero creo que debemos empezar a disciplinarnos para estar más presentes y poder disfrutar del momento, sin angustia por estar viendo el pasado, o ansias por estar pensando en el futuro.

Estar PRESENTE significa estar en cuerpo, mente y emoción viviendo el momento el sí. Cuando logramos que estos tres elementos estén sincronizados, es cuando realmente podemos sacarle provecho al ahora.

Gandhi dijo una vez que cuando lo que piensas, sientes y dices están alineados, es cuando realmente puedes estar en armonía.

Debemos aceptarnos como somos, no somos perfectos, no lo somos, pero sí suficientes, suficientes para nosotros mismos, suficientes para los que nos aman y para los que amamos. Una vez que entendemos esto, podemos ver nuestras sombras sin crítica destructiva, podemos empezar a trabajar en las cosas que nos lastiman o que deseamos mejorar, pero con paz y armonía mental.

Podemos agradecer lo que tenemos y apreciar lo que la vida nos da, o podemos estar enojados por lo que no tenemos o por lo que la vida nos quitó. Todo es cuestión de enfoques, y por ahí empieza la manera en que disfrutas la vida misma, cuyo porvenir siempre será un misterio y no sabemos qué nos tocará experimentar, pero, mientras lo averiguamos, podemos disfrutar de lo que sí tenemos, de lo que sí nos está ofreciendo en este momento ¡y prepararnos lo mejor posible para lo que venga!

¡GRACIAS!

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